viernes, 21 de junio de 2024

TEATRO ASTURIAS II PARTE: "Soltá al muchacho" !


Lo bueno de las redes es que, al publicar, la gente va aportando detalles. Los comentarios apuntaron a un protagonista: Omar Montes. Por fin supimos, gracias a los lectores, que, en el teatro Asturias, nació la leyenda de los proyeccionistas caníbales.

Trabajé con muchos de ellos. Cárdenas del Aristi. Bolívar Mosquera del Calima. El “mono cenizo” de El Cid. Colorado en Palos de Moguer. Y el maestro Carlos Santiago, que es el único proyeccionista de 35 m.m que se encuentra vivo y lúcido. El último de los Mohicanos. Si hay más, que avisen para hacer una rumbantela mecánica en 70 m.m.

 Es cierto que los proyeccionistas eran tipos solitarios. El retrato que hace Tornatore en "Cinema Paradiso" es todo un acierto: "Pasas los días aquí encerrado y te aprendes las películas de memoria" - dice un melancólico Philippe Noiret interpretando a Alfredo.

En “Cinema Splendor” , Mastroianni administra una sala de cine que está en las bajas . El proyeccionista, interpretado por Massimo Troisi (el inolvidable Cartero de Neruda), al enhebrar la película en el proyector, suspira con nostalgia: "El cine es un espejo pintado."

Imagínate una cabina que generaba un calor como un asadero de pollos. Proyectando la misma película durante meses. El récord en Cali lo Tiene "La Ley del monte” con 18 meses en Cartelera. Le sigue de cerca "La niña de la mochila azul", " My fair Lady" y "El Cid".

Se merecen un homenaje. Porque el cine era el único arte que se daba el lujo de tener clones de Meliés en todas partes. El proyeccionista de cine era un bicho raro mezcla de plomero, electricista y brujo. Podía hablarte de óptica sin ser físico, de cine sin ser cinéfilo, de acústica aun siendo sordo, de lentes siendo miope. Era un showman con alicate en mano. Era el hombre del carreto y de la luz.

Los vi muchas veces adaptar una cuchara o un tenedor para reparar un proyector, porque sabían que los repuestos se demoraban y que de ello dependía su empleo. La gente los felicitaba cuando la película era buena, como si ellos la hubiesen filmado. Cada vez que escuchaban las carcajadas del público, sentían que valía la pena aguantar esa soledad.

Los jefes les daban un día libre cada semana y muchos se metían a otro teatro. Bolívar Mosquera, el proyeccionista del Teatro Calima, se sabía los pasos de baile de Resortes y las ocurrencias de Tin Tán. "El cine de ahora no me gusta" - repetía. Y si, cuando la película se enredaba, en la pantalla se dibujaba un huevo frito y la gente le gritaba: "Soltá al muchacho, soltá al muchacho". Todo porque, con Omar Montes, nació la leyenda.

Para leer la primera  parte vaya a:

 https://ventanadelcine.blogspot.com/2024/06/el-teatro-asturias-pionero-del.html

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