martes, 2 de abril de 2024

CUANDO MUERE UN DIRECTOR MENOR, NO TAN MENOR

 


Quizás usted nunca había escuchado hablar de Robert M. Young como escucha hablar de Scorsese o Godard. El cine está lleno de artesanos, directores efectivos, que saben narrar, que saben poner una cámara pero que no son alabados por la Nueva Ola, ni por nadie.


Su caso es admirable, nació en 1924, es decir, el mismo año que se editó “La Vorágine”, el mismo año que DW Griffith lanzó su manifiesto El cine dentro de cien años, ese año se estrenaron obras maestras a la lata: 'Avaricia' (Erich von Stroheim), 'El último' (F. W. Murnau), 'Los nibelungos' (Fritz Lang), 'El moderno Sherlock Holmes' (Buster Keaton).

Aprendió a caminar en el apogeo del cine mudo y empezó a filmar documentales de aventuras. Al hombre le gustaba viajar, hasta que descubrió la ficción. Sus películas llegaban directo al telefilme o a la segunda vuelta. Las vi en el teatro Alameda de Cali y siempre me pareció un director con pulso firme para narrar la explotación, la desesperanza de los inmigrantes y los melodramas.  

Pero no todo fue cine al detal, Robert se dio el lujo de ganar la cámara de Oro en Cannes y el Concha de oro en San Sebastián con su mejor filme: “Alambrista” . Película pionera en contar las desgracias de un espalda-mojada mexicano rumbo a la conquista de la pesadilla americana. A mí también me gusta La balada de Gregorio Cortez, basada en un corrido muy mentado sobre el cuate que mata al sheriff en medio de una injusticia y los espectadores vamos montados en su caballo, a la fuga.

Se dio el lujo de dirigir a los grandes Erlan Josephson, Fernando Rey y Giancarlo Giannini en la excelente Saving Grace”.

Imagínate nacer el 24 de noviembre de 1924 y morir 10 meses antes de cumplir los cien años. La Parca tiene un sentido de humor muy macabro sobre todo cuando el muerto es de apellido Young.

LA PELÍCULA QUE ENAMORÓ A GARCÍA MÁRQUEZ

El jueves santo tenía varias opciones: subir de rodillas al cerro de Cristo Rey, asistir a la procesión del divino altar o ver cine. A esta edad, las rodillas no dan para tanto y la procesión es mejor que vaya por dentro, de manera que siempre nos quedan las películas. La maratón la inició la película que enamoró a Gabo: EL PRÓXIMO AÑO, A LA MISMA HORA de Robert Mulligan.

De paso, toca advertir que yo pertenezco a la Iglesia Garciamarquiana de los últimos días”. Los feligreses , apenas abrimos los ojos en la mañana, miramos hacia Aracataca con reverencia literaria. Hay pastores, por supuesto, en Cali ejerce el gurú Fernando Jaramillo quien me dio el dato de la película. Y no solo eso, parece que EL PROXIMO AÑO, A LA MISMA HORA inspiró la novela EN AGOSTO NOS VEMOS. También encuentro rastros de EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL CÓLERA.
Robert Mulligan ya era un director célebre cuando la filmó. Tenía encima el prestigio de MATAR A UN RUISEÑOR , VERANO DEL 42 y otras, que lo hacían representante orgulloso de los directores llamados “La generación de genios televisivos”

La película es de 1978. ¿Cuándo y en donde pudo haberla visto Gabo? ¿En Bogotá mientras escribía en la revista Alternativa? ¿En México después de ganarse el Nobel? ¿En La Habana, en el festival de cine latinoamericano?
Revisitamos esta joya justo el jueves santo, el día que recordamos la muerte del escritor y la muerte de Úrsula Iguarán.
Alan Alda y Ellen Burstyn, son dos amantes furtivos que se encuentran cada año a la misma hora, en el mismo hotel. Ambos felizmente casados, pero dispuestos a estabilizar el sistema nervioso una vez al año y así soportar los avatares azarosos del matrimonio. Una reseteada, como diría un chico de hoy.
No es una burla al matrimonio, es más bien un homenaje con sorna. Al verla ahora, se hace inevitable encontrar sus rastros en “Memoria de mis putas tristes” y “En Agosto nos vemos”.
Mientras tanto, vemos cómo evoluciona o involuciona la sociedad gringa entre 1951 y 1975. Y pensar que Mulligan solo necesita de una cama y un cuarto de hotel para hacer un tratado histórico de su país.
Fue favorita de los premios Oscar de ese año , pero se marchó con las manos vacías, derrotada por “The deer hunter” y “Expreso de medianoche”. Pero la de Mulligan sobrevive en el tiempo maravillosamente.
Los diálogos punzantes son de colección:
- Estamos en un lío: me he enamorado de ti, pero soy feliz estando casado.
- Por un hermoso fin de semana cada año sin ataduras ni responsabilidades. Gracias, Doris.
- Si no consigues que me ría sustitúyelo por un beso.