viernes, 13 de junio de 2008

La pantera y la Espada: El caso Jhonny Silva


Réquiem por Jhonny Silva Aranguren


El documental “ La Pantera y La Espada, El caso Jhonny Silva A. “, dirigido por José Urbano, de reciente circulación en el circuito audiovisual, se convierte en una pieza polifónica de dignidad humana para rescatar la memoria de los estudiantes, víctimas de crímenes de Estado. Diálogo con la obra de un cinéfilo, cuyo trabajo permite conocer a Jhonny Silva, más allá de los graffitis que vomitan los muros del alma máter y las calles de la calicalentura, frente al autoritarismo cotidiano.


Por Harold Pardey B*


“ El día que la tierra colombiana empiece a vomitar sus muertos, esto quizá pueda cambiar. No los vomitará materialmente, claro, sino en el sentido de que los muertos cuenten. Que vomiten sus muertos para que los vivos no hagan cuenta de que no está pasando nada “. (José Saramago)


I. Sinopsis
El 22 de septiembre de 2005 no hubo clases en la Universidad del Valle. Se había programado una jornada de reflexión en torno al papel de las Universidades públicas en la sociedad, y se encontraba de visita una misión de observadores europeos. En las horas de la tarde se desató una pequeña protesta que más tarde derivó en tragedia. A las 6:38 p.m. Jhonny Silva, estudiante de Química, con 21 años de edad, hijo menor de Wilman y Enerieth, murió asesinado mientras corría a protegerse al edificio de la Rectoría. Esta es su historia.
II. La Reseña Crítica
El tema es la muerte de un estudiante de la Universidad del Valle, en circunstancias confusas donde la Fuerza Pública habría tenido responsabilidad directa. Aunque era fácil caer en la tentación del panfleto político, José Urbano apunta a un tratamiento en el que el aspecto humano tiene tanta o más importancia que la denuncia, que a dos años de ocurridos los hechos tiene el valor de evitar la muy colombiana amnesia ante este tipo de crímenes. Por eso, además de reconstruir los hechos, el director decide reencarnar al estudiante en un actor, que ejerce como una especie de espíritu oficiante que va a estar omnipresente mientras los padres evocan los últimos momentos en que lo vieron con vida. El fallecido tiene una presencia viva, a cuya personalidad taciturna y a su pensativo andar nos vamos acostumbrando. Ese referente crea lazos con el espectador, una cercanía muy útil a la hora de generar interés e identificación con el protagonista. Juan Carlos Gonzáles/El Tiempo
III. El Director
José Urbano, otro hijo más de Caliwood , nació en el barrio El Guabal de este trópico embrujado, y confiesa padecer una cinesífilis crónica de imagen en movimiento, la cual se manifiesta en una compulsiva creatividad en oficios como cineclubista, crítico, orientador de talleres, cineforos, guionista y director de trabajos documentales como Los Duelistas y Magazín Isabelino, falso documental sobre Shakeaspeare. Se siente influenciado por las formas literarias de Fedor Dostoievski, Héctor Abad Faciolince, Arturo Álape, William Ospina, la estética del cine neorrealista, surrealista y la estructura dramática de su maestro Alfred Hitchkook. Plenamente convencido de que la imagen parte de una base literaria, ofrece al público este trabajo autogestionado y solidario, producido desde el bajo presupuesto, pero repleto de intuición, amor y pasión por plasmar un paisaje visual y sonoro en tono “réquiem“, de la atmósfera de incertidumbre que gobierna la Universidad pública actual.
IV. La Entrevista
La Palabra: Este docudrama sobre Jhonny Silva, resulta muy conmovedor por su destino trágico....


José Urbano: A él lo persigue la tragedia desde que nace con un riñón, luego tiene un problema biliar, los médicos se niegan a operarlo, después sobrevive a un combate entre las FARC y el Ejército en la bota caucana. A los dos años le ha pasado de todo, la muerte lo ha perseguido, queda con ese problema del vértigo para toda la vida, de hecho él tiene pesadillas cada vez que oye helicópteros. Con todo y eso termina la primaria, en el ejército le dicen usted no es apto para portar armas, tiene problemas de equilibrio. Entra a la universidad, no puede pasar el deporte formativo, tres veces lo intenta y no puede, sin embargo llega a quinto semestre, está en la mitad de la carrera y un estado intolerante decide matarlo. Allí es donde a mí me conmueve la vida de Jhonny Silva.

¿En algún momento, por el estado de terror en que se vive actualmente, tuvo miedo como realizador porque es un tema que usualmente la gente no se atreve a documentar?


Al principio varios amigos realizadores me decían, José, te metiste en un problema, te pueden matar. Yo sentía que era posible porque si mataron a Jhonny que no hacía nada, mucho más si uno hace un documental, pero era un compromiso que había asumido conmigo mismo. A mí siempre me ha preocupado la memoria, pero no la memoria donde un muerto es una tragedia, y mil muertos son una estadística, como dicen los sociólogos. Jhonny finalmente va ingresar a una lista de la ONU, donde van a decir que tantas muertes hay en Colombia y ahí se pierde. Hay que hacer algo para darle rostro. Lo hago con él, porque es una microhistoria, y en ese sentido soy como hijo del neorrealismo de Víctor Gaviria y de Victorio de Sica, y es cuando la pequeña historia es el trasfondo de la gran historia. Cómo un muerto anónimo como Jhonny involucra a todos los que manejan el poder en el país, Uribe, Iguarán, el gobernador, el alcalde, el rector. Todos tienen que ver con esa muerte tan chiquita, con ese tipo tan anónimo, es importante decirle a la gente que él era un pelado que tenia papá, comía, y se sentía triste, porque en las noticias judiciales se pierde toda esa historia.


Siento que este proyecto ofrece senderos de esperanza, en la batalla de la disputa de sentidos, de argumentar desde el lenguaje audiovisual, y no quedarse en un discurso panfletario sino trascender con otro tipo de propuestas contra hegemónicas. ..


Yo creo que el documental es un arma. Uno observa los trabajos de Michael Moore,
donde él logra a partir de un formato muy sencillo hacer un documental ensayo. Otros
trabajos como La Corporación, Qué comeremos mañana y La pesadilla de Darwin, permiten observar cómo se hacen documentales de alta calidad estética sin perder la denuncia. El camino es hacer un documental donde uno busque el personaje, alcanzando ciertos niveles de poesía y donde siempre se piense la estructura y haya una pieza literaria. Yo siento que la presencia de Jhonny en el documental es como decir este hombre sigue vivo. Hay que retomar a Gabriel García Márquez, cuando dice que las cosas no son como son, sino como las recordamos. Una reconstrucción de un documental es mi lectura de esos hechos, no deja de haber una lectura subjetiva. Ahora pretender ser objetivo como RCN, terminando completamente subjetivo, es un objetivismo mentiroso, es mejor ser subjetivo de entrada y sin pena.
Para ver el documental completo:
La Pantera y la espada: El caso Jhonny Silva from Ventana Indiscreta on Vimeo.

FICHA TECNICADirección : Josè Urbano
Guion Literario: Kevin Garcia, Carlos Rodriguez y Josè Urbano
Càmara : Ariel Sapuy
Edicion: Ariel Sapuy y Alberto Tabares
Producción de Campo: Orlando Salazar
Producciòn General: Comisión de la Verdad , Ventana Indiscreta y Castaño Producciones
Actuaciòn Principal: Alberto Loaiza
Mùsica Incidental: Carolina Cuenca
Canciones originales: 30 Centimetros y Zona Marginal
Duracion : 51 minutos
Tomado de: http://lapalabra.univalle.edu.co/
*Comunicador Social egresado de la Universidad del Valle.

martes, 10 de junio de 2008

A partir de Julio de 2008





















Sucedio un dia de los Inocentes...





Aquel día de los inocentes de 1895 los hermanos Louis y Auguste Lumière realizaron la primera exhibición pública de un aparato definido por ellos como una “máquina para obtener y proyectar pruebas cronofotográficas”. Durante el mismo año, habían realizado dos proyecciones privadas de sus películas (en la Sociedad Francesa de Fomento a la Industria Nacional, en Marzo, y en el Congreso Francés de Fotografía, en Junio).
Pero la función programada para el 28 de Diciembre era otra cosa. El sitio elegido: el Gran Café del Boulevard de los Capuchinos, de París. Ese día, maravilloso y lleno de luz, nació el rito social del cine. Los 33 espectadores, que pagaron un franco por ver la novedad, se convirtieron en los primeros cinéfilos de la historia.
Louis, dos años menor que Auguste, pregonó desde un principio que el cine sería un “invento pasajero, que no tiene futuro”. Para fortuna de la humanidad, la profecía no se cumplió. Desde entonces se inventaron muchos juguetes que, más que reemplazarlo, lo innovaron.
El cine se hizo luz e inició un largo recorrido para definirse como arte. Nació debiéndole a cada arte una vela, tratando de construir un lenguaje propio, un conjunto de códigos que le diera identidad. Su inmediato antecedente era la fotografía. Solo que con el cine nacía el misterio del movimiento.

Y fue definido como “El séptimo arte” porque allí se encuentran reunidos los otros seis. El lenguaje cinematográfico es una sucesión de robos: al teatro le robó la dramaturgia y la dirección de actores, a la música la banda sonora, a la fotografía la luz, a la arquitectura la noción de estructura, a las artes plásticas los decorados, a la literatura el guión.

De ahí, que haberse convertido en sitio de encuentro de las demás artes le da un carácter de arte integral. Un director de cine no solo debe tener la sensibilidad del poeta y formación en dramaturgia sino algo de gerente para coordinar toda una tropa bajo su mando. Una buena película es la que saca provecho de todos esos “robos” y los combina de tal manera que cuenta una historia que a su vez conmueva y haga reflexionar al espectador.
“Quiero pensar en lo específicamente cinematográfico- se preguntaba Stanley Kubrick- en aquello que el cine no le ha usurpado a nadie” . Acto seguido se respondía a si mismo: “El montaje” .
El montaje entendido como la manera como el director arma el rompecabezas y dota a la historia de vida propia. Muchas películas con planteamientos interesantes han muerto en el montaje, así como otras se han salvado allí.
La anécdota que mejor lo ilustra es la de “Psicosis” (1961). Hitchcock se había impuesto el reto de realizar una película de terror en blanco y negro. Sabía que en ese género el director cuenta con el elemento grotesco del color de la sangre. La escena de la ducha, donde el psicópata acuchilla a la dama, era el elemento central de la trama. La junta de censura encontró la escena demasiado violenta y dio la orden perentoria de mutilarla. Para Hitchcock, mutilar la escena era prácticamente eliminar la película en su totalidad entonces los convenció de mutilarle solo los planos violentos, dejando los que sugirieran el ataque. Se fue a la sala de montaje y nada mas cambio el orden de los planos sin eliminar ninguno, agregándole unos violines chillones como banda sonora. Los censores quedaron satisfechos.

lunes, 9 de junio de 2008

Sucedió un 4 de Marzo....


Algunos cinéfilos son filatélicos y fetichistas. Pueden comprar el bigote de Chaplin o los cucos de Marilyn por una cifra astronómica. Otros son necrófilos y onomásticos. Cuantos años cumpliría Truffaut si ese maligno cáncer no le hubiera acabado su noche americana? , Cuando es el cumpleaños del indiscreto Hitchcock?.
El necrófilo mayor era, de lejos, Andrés Caicedo. Nunca un cinéfilo tuvo tantos admiradores y detractores a la vez. Frente a su obra y personalidad no existen medias tintas. Se le ama con la devoción del mito o se le rebaja a la categoría de “sobrevalorado”.
“Sus textos son pura redacción y nada mas”- escribe un periodista caleño en la Revista Cambio. “Dejémonos de Caicedismos”- grita un intelectual paisa.

Cuenta la leyenda que un día Andrés se encontró, de sopetón, con un escritor con quien existía bronca mutua. El escritor enemigo, tartamudo también, le increpa:
- El pro-ble-ma tu-yo es que no te-nés mé-to-do

A lo que Andrés contesta con aire cicuta:
- El pro-ble-ma tu-yo es que no te-nés ta-len-to

Vivió con una película en la cabeza, con el teatro en la sangre y la literatura en el corazón. La música la llevaba en el alma. Escribió, de manera compulsiva, la mejor critica de cine de su generación. Su personalidad mamotrética lo empujó a emprender proyectos utópicos (intentar ver todo el cine filmado hasta ese momento dado que es un arte tan joven), proyectos industriales (viajar a Hollywood a venderle guiones a Roger Corman) y proyectos editoriales (dirigir una revista gordísima con poquísima pauta publicitaria y llegar al numero 5).

El próximo 4 de Marzo se cumple un año más de su despedida por suicidio. Puede que al fenómeno Caicedo se le valore más allá de sus logros. Por lo que es necesario enmarcar su vida en un contexto específico. A finales de los 60 y comienzos de los 70 Cali era un pueblo grande, “un garaje con obispos” , para utilizar la expresión de Enrique Buenaventura.
Andrés fue capaz de establecer contacto epistolar con varios intelectuales del mundo y estar al tanto de la movida literaria y cinematográfica, en un momento en que lo global estaba lejos de inventarse.
Esa universalidad la aplicó en los escritos, repletos de fobias y amores. “De la critica me gusta lo audaz, lo maleducado”. “Todo gusto personal es una aberración” .

Arbitrarias y prejuiciadas, sus criticas de cine contienen la pasión del cinéfilo puro y la erudición del lector voraz, el desmadre del jovencito y la frialdad del viejo precoz.

Andrés introdujo un neologismo en la jerga médica al que nos acogemos gustosos: Cinesífilis: enfermedad terminal que suele aparecer en espectadores solitarios y cuyo único tratamiento consiste en dosis semanales de películas. De lo contrario el paciente muere de melancolía.