América quedó campeón y nosotros vinimos a dar a la avenida sexta. Era la zona play de Cali y esa noche se llenó de malandros. Combos de El Jardín, Siloco, La Fortaleza, San Judas. No es que hayamos querido venir, es que el desfile nos trajo hasta Balocco , el restaurante elegido por el América para celebrar .
Los jugadores salían de vez en cuando a lanzar besitos y volvían
a entrar. La multitud coreaba mientras, afuera, comíamos chorizo con Colombiana,
la nuestra. A precio módico.
Tiempo después camellamos en el cine club Cine Ojo. Recorrer
esas tres calles que van desde el teatro Calima hasta el Teatro Bolívar era la
mejor terapia. Un travelling o un Dolly adelante que nos permitía hablar de
cine, de la taquilla, de cómo ha aumentado o disminuido la afluencia. El foro-grosso
sucedía sentados a manteles. Con la mejor pasta del mundo.
¿Cuantas películas alabamos en esas mesas? ¿Cuántos
amores soñamos? ¿Cuantos ciclos planeamos? Incluso, dimos un ciclo de la pasta
en el cine con el patrocinio de Balocco. Fue en canje, como casi todo lo del
cine club.
Allí, afianzamos términos que solo habíamos oído en las películas
de Fellini : bucatini all'amatriciana, Cacio e pepe con cannolicchi,
penne all'Arrabbiata, rigatoni a la putanesca, fettuccine con menudillos,
espaguetis a la carbonara, schiaffoni alla fraschetana, rigatoni con pajata.
“La vida es una combinación
de magia y pasta”- decía el maestro Federico.
Hoy, leo la noticia del cierre definitivo. 40 años! Los
que comimos allí, aún gozamos de buena salud, lo que demuestra el esmero de los
cocineros. Ciao, bambino. Grazie, Grazie mille.
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