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lunes, 26 de agosto de 2024

AL ACTOR, CON CARIÑO

La unica vez que Gabo hizo de actor, en "En este pueblo no hay ladrones" (1964), pelicula basada en su propio cuento

La actuación la ubico en los dos extremos: si mientes en tu casa te ganas una tunda, si mientes en el escenario eres nominado al premio Tony. A Hollywood llegó como una tromba el método Stanislavski, que proponía acciones físicas y emocionales para interpretar un personaje. A juzgar por los egresados, el método funciona a las mil maravillas: Marlon Brando, María Elena, Robert Tulio, Al Pacino, Keitel, Dennis Hopper, Paolo NuevoHombre. Y la lista sigue. El gordo Hitchcock se burlaba a menudo del método. Una vez, Ingrid Bergman le preguntó angustiada:

- ¿Cuál es mi motivación?

- Tu cheque- le contestó el barrigón

Otra vez, Gregory Peck:

- ¿Cuáles son mis emociones?, Alfredo, dime

- Simula Gregory, se trata de mentir un ratito

Víctor Gaviria suele decir que, en un país como Colombia, todos somos actores del rebusque. Hemos ido a pedir trabajo en una actividad que no teníamos ni idea, pero nos lanzamos:

- ¿Usted sabe hacer mesas?

- ¿Eh Ave María, yo? Con decirle que los tipos que organizaron la última cena me plagiaron el diseño, ome, me lo plagiaron.

Sobrevivir en el exilio también implica actuar. Por eso, la actuación es una profesión cotidiana y también por eso, es el auge de los actores naturales en el cine de hoy.

Fui profesor por siete años en el Instituto Departamental de Bellas Artes. Y conocí de primera mano la formación de varias generaciones de actores. A algunos los veo en una película o en una serie, otros en las tablas, otros en performances callejeros. Y siempre pienso en ese oficio tan bacano de vivir varias vidas en esta vida.

 A ellos va mi reconocimiento en el día internacional del actor y la actriz, recordando la famosa definición de Gabo:

“Actuar es saber qué hacer con las manos”

martes, 30 de enero de 2024

LA VENDEDORA DE ROSAS , 25 AÑOS DESPUÈS

 

Victor Gaviria en el 20 Festival de cine de La Habana
Foto: José Urbano

La película había clasificado a la selección oficial en Cannes. Compitió codo a codo con producciones de prestigio como La eternidad y un día (a la postre, Palma de oro) , La vida es bella” (Premio especial del jurado) “Mi nombre es Joe” ( Premio a mejor actor)   y “La vida soñada de los ángeles”( Premio a mejor actriz).

El mundo celebraba que una película con actores naturales filmada en Medellín-Colombia, hubiese alcanzado la cima de los festivales europeos.

En diciembre de 1998, en el Festival de La Habana # 20, la esperaban con ansias. Reunidos en la oficina de prensa, los críticos y curadores hicieron una rápida encuesta y resultó que yo era la única persona que la había visto. Víctor Gaviria había realizado un pase privado en Cali.

Foto: José Urbano
Como el staff paisa no llegaba, me tocó a mí. Escribí una reseña en el diario del festival y me montaron en la vaca loca de presentarla.

Iba a hablar de la metodología pues Víctor había adelantado en Cali, rushes del documentalPoner a actuar a los pájaros” , testimonio obligado para cualquier aspirante a realizador que quiera aprender a dirigir actores. No era un detrás de cámara al uso, era la prueba palpable del proceso pedagógico.

Cuando me preparaba para la presentación, apareció de la nada el mostacho frondoso de su director. Me quité un peso de encima y bajé a primera fila a repetirla. Nunca olvido la presencia, en el teatro Yara ,de la plana mayor del nuevo cine latinoamericano: Fernando Birri, Julio García-Espinosa, Alfredo Guevara, Pastor Vega. Y presencia impactante de Julio Medem, que aplaudió de pie al finalizar la proyección.

 “La vendedora de rosas” finalmente se alzó con Tercer Premio Coral en la categoría de Mejor Película¸ Premio a la Mejor Edición¸ Mención Especial para los niños actores¸ Premio Glauber Rocha de la Prensa Extranjera, Premio de la Organización Católica Internacional del Cine y del Audiovisual (OCIC) y Premio de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

LA PARODIA CALIENTE

Lorena Sofía , en el papel estelar de la parodia porno


En la industria de Hollywood, es un honor que a una película de éxito la parodien en versión porno. Así, hemos ido coleccionado poco a poco:  " Porn wars” ( la guerra de las galaxias) "Avatar XXX" "Súper agente 86", "Amas de casa desesperadas", "Gladiador".

 "La vendedora de Rosas “ es la única película, que ha gozado de ese honor en el cine colombiano. Fue grabada en Cali en el barrio El Limonar.  Una chica vende flores y geranios en la avenida Pasoancho al sur de la ciudad. Su director, Gustavo Castaño, alcanzó a filmar 9 películas, pero "La vendedora de rosas" es su canto del cisne.

LO QUE DIJO LA CRITICA HACE 25 AÑOS

Los hermanos Coen y Frances McDorman, encantados con "La vendedora de rosas" en el festival Habanero. Foto: José Urbano

Orlando Mora:  “Con La vendedora... el país recupera una presencia internacional cinematográfica que no tenía desde “La estrategia del caracol”. En lo personal, me parece que es la continuación de un director que ha explorado el mundo de los barrios populares y de los seres marginales de una terriblemente explosiva y trágica ciudad como es Medellín, pero con una característica que no establece una mirada moral ni de denuncia social. Gaviria descubre la dureza, pero al mismo tiempo los restos de ternura, de solidaridad y de amor de quienes, al fin y al cabo, son apenas seres humanos.”

Umberto Valverde : “Más que una película, Víctor Gaviria ha hecho una propuesta cinematográfica en donde, la investigación de la historia y el manejo de los parámetros del documental, convierten a esta cinta en un obra singular en la que, además, la historia de los niños de Medellín se convierte en un pretexto -y hasta en una metáfora- para contar la historia de la violencia colombiana” .

Mauricio Silva Guzmán ; Una cinta de inmenso valor histórico, tanto como para recordarnos que este país, ahí muy cerquita, a tan sólo media cuadra de nuestras casas, está vuelto chicuca . Cinematográficamente, el horror poetizado.

Lina Aguirre : Me causó una impresión muy profunda, no porque muestre algo que se desconozca totalmente, sino porque lo pone de frente con un tamiz que es a la vez muy sutil y elaborado. Gaviria hace un voto por los niños de la calle, no dramatiza al estilo cursi, pero encuentra en esa vida sórdida una manera poética de llevar al cine los amores, las fantasías y lo que a estos niños les queda de inocentes.

Héctor Rincón : Me causó tanto impacto que, a la salida de la premier, no tenía qué decir. Me parece que es un mérito inmenso de alguien que tiene la poesía y la sutileza de acercarse a un mundo arisco. Gaviria se acerca a unos niños y les conquista un corazón inconquistable. El es una persona de un gran valor patriótico porque nos pone frente al horror que nosotros mismos hemos creado. A nivel cinematográfico, la encuentro muy bien hecha, de factura impecable. Ahora, ese lenguaje reiterado del gonorrea y el malparido , cada tres palabras, es una metáfora de la violencia que vive el país .

Manuel Kalmanovitz : Es una película muy conmovedora. Aunque tiene elementos más convencionales que Rodrigo D (la fotografía y la música) eso también hace que la tragedia central toque más al público. La humanidad de los personajes es indudable, lo que es todo un logro para el cine colombiano acostumbrado a películas que dicen más de los directores que del país en que vivimos. Los niños de la calle, que se han convertido en parte de las ciudades, son retratados con sensibilidad y sencillez por Gaviria.

Pedro Zuluaga: Con esta película, como con ninguna, hay que opinar tarde. Una cinta muy compleja de leer, mucho más para nosotros como antioqueños. Aquí hay que tomar distancia ya que uno puede conmoverse y olvidarse de la obra artística. Lo cierto es que es una revelación muy distinta a Rodrigo D. en la que, además, hay más elementos de juicio. Sin embargo, después de un proceso de 10 años con una obra tan coherente, yo esperaba de Gaviria un nivel conceptual y metafórico más profundo. Creo que La vendedora... es demasiado ruda en su enfrentamiento con el tema. Extrañé el símbolo. Es un choque demasiado directo.



domingo, 13 de febrero de 2022

Fabio Restrepo, el Taxi Driver que se volvió actor

Foto: Ventana Indiscreta

Fabio Restrepo llegó al cine porque a Víctor Gaviria se le dañó el carro. En una de esas, Víctor le puso la mano a un taxi. Al volante iba Fabio, lo llevó a Laureles, barrio central de Medellín. El taxista no lo reconoció y le puso charla como a todo el mundo. Se consideraba un chofer-cuentero. “En esos tacos tan malucos, lo mejor es ponerle tema a la gente para que se distraigan y se rían un poco”

Se pusieron a hablar de traquetos y Fabio le contó que un familiar suyo había trabajado con Pablo Escobar y que uno de sus pasatiempos consistía en apuntar en un cuaderno las anécdotas que le contaba. “Algunas historias eran charras, otras macabras

Fabio Restrepo conversa con Jaime Osorio , otro teso contador de historias. En el Festival de cine de Cartagena .Foto: Ventana Indiscreta
Víctor se interesó no solo en la labia del Taxi Driver sino en el cuaderno. Fabio le advirtió que eran varios. Finalmente, quedaron en que le haría llegar el primer tomo.

El maestro quedó atrapado con los relatos garrapateados a mano y lo citó a casting. Tenía preseleccionados a algunos posibles actores, pero ninguno lo convencía plenamente.

Fabio se convirtió, de la noche a la mañana, en protagonista de la película Sumas y restas” que clasificó a la selección oficial del festival de San Sebastián. Fue el año de “Las tortugas también vuelan” y esa asombrosa poesía llamada “Carta de una mujer desconocida”. El ex – Taxi Driver asistía por primera vez a un Festival de cine de alta alcurnia.

“Fíjate vos, que me hospedé en una habitación contigua a Jeff Bridges, le dije a un amigo que tuviera la cámara lista. Cuando Jeff salía yo me iba atrasito, a corta distancia, y gesticulaba para que en la filmación pareciera que estábamos charlando muy amigablemente”

En el festival de cine de Cartagena ganó el premio a mejor actor, derrotando al archifavorito Flaco Solórzano. En el discurso se puso a llorar y dijo su famosa frase: “Yo me gané el Baloto sin comprarlo”

En “Sumas y restas” había una escena donde el mafioso se bañaba en peloto con varias fufurufas. La esposa se puso mosca. Mujer brava, de las más bravas de Medallo.

-      Usted no va a filmar esa cochinada Fabio, ome

-      Eso es de mentiritas, mi amor

-      De mentiritas? ¿Y es que ese aparato no se la va a parar o qué?, olvídese, papito.

Como será de brava que Víctor, el tipo más paciente que conozco, decidió eliminar la escena.

Durante el rodaje de “Satanás”, ensayaban la escena donde le pega la violada de canchilas a Marcela Mar. La agarró del pelo y la arrastró contra la trompa del carro.

-      Así no Fabio- le grita Marcela bañada en lágrimas- me estás haciendo daño. Hay técnicas.

-      Yo no estudié nada. Yo soy actor natural. No conozco esas técnicas.

El director lo llama aparte y manotea haciendo el visaje de que lo regaña, pero le dice con disimulo y medio:

-      La escena no se va a repetir por lo que filmaré a tres cámaras. Haga lo suyo.

Fabio vuelve al ataque y hace lo suyo. “Marcela se larga a llorar y todos me miraban como si yo fuera Hannibal Lecter, ome vos. Reclamé mi paga y me fui pa’ la casa. Afortunadamente no tenía más escenas. Pero como te parece que dos meses después me llama la productora, invitándome a la fiesta de fin de rodaje. Yo me fui suavecito acompañado de mi esposa, por si las moscas. Voy llegando y Marcela se viene directo y pensé: ‘me va a cachetiar’. Que va, me saluda de mucho beso y me dice que ya vieron la escena, que quedó de rechupete”

Ese era Fabio , un cuentero nato. El cine llegó a su vida por casualidad. Y la casualidad, de la maldita pandemia, se lo llevó.


 

sábado, 15 de abril de 2017

La Mujer del Animal : duele en el alma.



Nota del bloguero: Alberto Ramos, nuestro habitual colaborador, se lanza ahora en un análisis al alimón. Advertimos que el texto contiene spoilers



Por: Alberto Ramos Garbiras (*) y Ernesto Pino Londoño (**)

 La historia gira a partir del año 1975 y se extiende durante 7 años, en Medellín y uno de sus barrios marginales (gran parte de la filmación se realizó en la zona de Jerusalén, en la frontera con el municipio de Bello); los hechos violentos hacen parte de conductas desclasadas, en medio de un submundo de personas excluidas, sin escolaridad y sometidos al atraso. La violencia delincuencial del personaje y su pandilla es  anterior al auge del narcotráfico que acarreó otras formas de violencia y otra ferocidad en las comunas de los cerros; la violencia de los años 70s conllevaba a los asaltos callejeros, al  carterismo, al abigeato, al hurto común, a la violencia urbana rutinaria con múltiples formas de acción para subsistir una pandilla de maleantes.
La película es argumental y con puestas en escena, pero semeja a ratos un documental; se trata de cine sobre la realidad, basado en una historia verdadera. Una película brutal sobre una realidad descarnada; avanza la narración a punta de madrazos y con situaciones sórdidas. Un drama psicológico lleno de maltratos y vejámenes contra la víctima principal y las víctimas aleatorias por la práctica del actor principal, de raptar jovencitas, poseerlas, dominarlas o desecharlas. La escena del rapto y violación grupal durante la fiesta de cumpleaños con otra víctima, ultrajado a todos los asistentes, es la más cruel y diciente de ese modus operandi.

Es una película enmarcada por dos ciencias sociales, la sociología y la psicología. Sin ser una radiografía familiar ni un retrato psicológico, logra las dos cosas porque la familia de Libardo Ramírez(El Animal), aunque lo cuestionan y critican, le admiten todo, lo toleran y protegen; y ése grupo familiar con cada uno de los integrantes es diseccionado en la película permitiendo al espectador adentrarse en las costumbres y forma de pensar de ellos; también la película al mismo tiempo describe toda una comunidad barrial en medio de una geografía de pendientes, casas de invasión de desarrollo incompleto, calles polvorientas, vericuetos, forma de vida, hábitos, lenguaje  procaz, vecinos que van repoblando el sitio como migrantes unos y otros como desplazados de varias violencias, y el vestuario de sus habitantes: todo ello conforma una subcultura. Los escenarios registran un ambiente de total marginalidad.
Víctor Gaviria trabaja con actores naturales, no necesariamente del mismo entorno y de la misma condición que los protagonistas, pero si de origen popular, escogidos los actores principales y secundarios de estratos similares y sin experiencia, pero con dotes innatas para desenvolverse, seleccionados de un casting o pruebas de actuación, este ha sido el procedimiento para las películas “Rodrigo D, No futuro”, “La Vendedora de rosas”, “Sumas y restas”. Así seleccionó a Natalia Polo (Amparo) y a Tito Alexander Gómez (Libardo), y sin ser una película coral, introduce un gran número de figurantes.
El director Víctor Gaviria describe a través de la película " La mujer del Animal", a una mujer bajo el dominio absoluto de un hombre montaraz, bárbaro, inculto, de conductas desviadas, agresivo y extremadamente machista. Es la historia de un secuestro con todos los ribetes de violencia y ensañamiento ante la debilidad de la víctima, aprovechándose el delincuente del miedo de ella y de la comunidad que, ni ayuda ni denuncia, utilizando las amenazas y respaldado por un grupo de matones que se asocian para delinquir en gavilla. Un secuestro donde no aparecen las autoridades, no hay investigación policial. Prácticamente un secuestro público a diferencia de tantas películas sobre secuestros de mujeres donde el secuestrador las oculta para usarlas como esclavas sexuales y saciar su animalidad, pudiendo burlar a las autoridades. Aquí no, el secuestro  que se inicia con rapto y violación es conocido por familiares y habitantes del sector.
 Hay unos pequeños errores de continuidad en varias escenas. Una falta de marcar la transición de un tiempo a otro,  sin elipsis indicativas.  Como el embarazo de ella que no se ve y súbitamente se produce el parto. Y otros momentos de la vida de la protagonista en el decurso de los 7 años. Cuando se termina de ver este largometraje del cineasta colombiano Víctor Gaviria, uno descansa con una pequeña sonrisa en los labios, que simplemente significa que esta ficción de cine, anclada en la realidad, ha hecho justicia con su final y el protagonista, El Animal, tuvo su merecido : la total impunidad conlleva a esa reacción.

Este sentimiento de simple espectador es compartido con varios comentarios que se han escuchado en las últimas semanas en que se ha proyectado la película y que de manera acertada han considerado que esta filmación es “dolorosa”, “denunciante” y  “vertiginosa”. Si sumamos los tres factores, diríamos que es una  buena película y que por razones de nuestra sociología colombiana tan desconcertante, trágica y confusa, todos deberíamos ver, para aprender aspectos crueles y desobligantes de la cultura sobre la mujer que afecta todavía a un sector grande de los migrantes que a diario llegan a las grandes ciudades y que se instalan en ellas sin ningún atenuante, sin ninguna guía: como si fueran una carga tirada desde un avión y  un “defiéndasen como puedan”.
Es la historia de los migrantes que hicieron la transición campo-ciudad a la fuerza, tras la expulsión liberal-conservadora en la primera violencia de finales de los años cuarenta, extendiéndose en los cincuenta y sesenta del siglo 20, que le quitó a los campesinos desterrados : la tierra, el pan y los hijos.Y los dejó huérfanos de alma y vida para siempre.
Con esas raíces llegó El Animal a Medellín en la década del 70 del siglo pasado, con una carga de dolor y resentimiento que fue la hoguera principal de su comportamiento criminal: a sus padres los asesinaron en la violencia liberal-conservadora en el municipio antioqueño de Argelia. Es el antecedente principal de una historia cierta.
El Animal busca refugio y guarida en una de las comunas de Medellín que en esa época apenas se consolidaba e inicia una vida delincuencial y que para efectos de la historia de la película, engaña, seduce, secuestra, viola, somete y se apodera en cuerpo y alma de una niña de igual procedencia, Amparo. A El Animal, todos temen y a pesar de la "solidaridad" de los vecinos en medio de su pobreza, el miedo le gana a la justicia; y la devoción cristiana de la población no se rebela: así se desenvuelve el filme hasta su final.
 Porque durante la proyección el espectador está sometido a una suma de vejámenes de El Animal a su presa, a quien llama abusivamente su mujer (Amparo): Como puede el ser humano soportar tanta ignominia?, hasta el punto que en un momento Amparo escribe o mejor garrapatea una frase angustiante en un cuaderno sacado de un basurero, dirigida a Dios: “Señor, que estoy haciendo, que estoy pagando”.
Dentro del rebusque económico de la gente, incluye en crecimiento, la presencia de bandas delincuenciales de poca monta. Porque el sentimiento del miedo paraliza. Incluso los familiares de El Animal lo reconocen: “Todos le tenemos miedo”. Significativo también en la escena del bar La Sirena, donde sus compinches se rinden a sus caprichos. Hasta su madre le teme y lo justifica y le devuelve la culpa a Amparo: “que le estas dando a mi hijo, que lo tenes como enyerbao”, para tapar la ignominia de su hijo.
La  gente "asegurada" en sus  cambuches solo puede mirar por las hendijas de latas y tablas de madera, un futuro negro y sin esperanza: no son pobres, son miserables enfrentados al hambre y la promiscuidad. La película resalta costumbres de la subcultura,  como la utilización de brebajes malignos del que fue víctima Amparo para entregársela a El Animal. y otras prácticas o comportamientos. Hasta la música que recrea y disipa está en contra de la población con los mensajes decadentes de la música de carrilera que expresa machismo y desolación: música que disculpa los desafueros de El Animal.
 Este trabajo cinematográfico a su vez denuncia,  nos muestra a los habitantes urbanos de la gran ciudad,  la vida de los migrantes y desplazados en situación excluyente, dolorosa y cruelmente pobre: la película registra magistralmente tomas panorámicas,  macrovistas de Medellín con toda su fortaleza urbana y luego los contrasta con todas las debilidades de las comunas, caminos de herradura, tugurios sin servicios y una población sin esperanzas y sin trabajo. Solo por esa razón la película es una experiencia que se debe mirar en las salas de cine, para que historias increíblemente brutales como esta, no se repitan Pero se siguen dando, aunado a ello la situación de vulnerabilidad porque ocupan zonas sin presencia estatal y de riesgo , expuestos a los desastres como el que se acaba de presentar en Mocoa.
La película es vertiginosa porque desde que se inicia mantiene la tensión y la atención del espectador y solo se espera que llegue el final y El Animal pague sus crímenes. Esta población sometida por el miedo a un desadaptado criminal, celebran con alegría, con tapas de ollas y con voladores, la muerte de El Animal. Es una celebración a la manera de justicia popular ya que la justicia en la ciudad no funciona. Es el único momento en toda la proyección, que Amparo descansa, le agradece a Dios como si hubiese llenado sus pulmones de aire nuevo para expulsar toda su amargura y  agradada con la muerte de su victimario va acercándose al cuerpo sin vida de El Animal, se agacha, le susurra al oído : “Gracias Señor, por haberme escuchado”.
………………………………
 (*) Fue columnista de cine del periódico El País durante 10 años; realizó estudios de historia del cine en Suecia (1982) y edición cinematográfica en España (1983), becado por FOCINE y el ICETEX-.

 (**)Economista, con especialización en marketing social . Miembro del CPE Centro de Pensamiento Democracia y Postconflicto. Coautor de otros artículos de cine, como “Todos tus muertos” y “el soborno del cielo”.

martes, 16 de junio de 2015

Álbum de Cartagena


Los Festivales de cine se han convertido en un universo paralelo, en sueños ambulantes. Hay amigos a los cuales se les encuentra solo en los Festivales. En este ir y venir de Premios y vanidades uno va dejando recuerdos. He aquí , El Festival de Cine Cartagena 2005. El año de SUMAS Y RESTAS, EL REY y LA SOMBRA DEL CAMINANTE.
Ciro Guerra, estrenando su ópera prima

Víctor Gaviria, a la postre ganador con "Sumas y restas"

El Mono Osorio con Fabio restrepo

Daniel Samper Pizano, Alina Hleap y el productor Dorado

Diego León, Oscar Collazos y Umberto Valverde

Laura Restrepo, Victor Gaviria, Daniel Samper Pizano

Alberto Posso y asistentes

Staff de "Sumas y Restas"

Fabio Restrepo acaricia a La India Catalina

El Flaco Solórzano

Solórzano, Dorado, Alina y el mono Fernandez

Daniel Samper y Alina
Y para terminar , mi tema favorito dedicado a Cartagena. 

Cartagena - Don Gonzalo Fernandez from Cortos Sabrosos on Vimeo.