La actuación la ubico en los dos extremos: si mientes en tu casa te ganas una tunda, si mientes en el escenario eres nominado al premio Tony. A Hollywood llegó como una tromba el método Stanislavski, que proponía acciones físicas y emocionales para interpretar un personaje. A juzgar por los egresados, el método funciona a las mil maravillas: Marlon Brando, María Elena, Robert Tulio, Al Pacino, Keitel, Dennis Hopper, Paolo NuevoHombre. Y la lista sigue. El gordo Hitchcock se burlaba a menudo del método. Una vez, Ingrid Bergman le preguntó angustiada:
- ¿Cuál es mi motivación?
- Tu cheque- le contestó el barrigón
Otra vez, Gregory Peck:
- ¿Cuáles son mis emociones?, Alfredo, dime
- Simula Gregory, se trata de mentir un ratito
Víctor Gaviria suele decir que, en un país como Colombia,
todos somos actores del rebusque. Hemos ido a pedir trabajo en una actividad
que no teníamos ni idea, pero nos lanzamos:
- ¿Usted sabe hacer mesas?
- ¿Eh Ave María, yo? Con decirle que los tipos que
organizaron la última cena me plagiaron el diseño, ome, me lo plagiaron.
Sobrevivir en el exilio también implica actuar. Por eso,
la actuación es una profesión cotidiana y también por eso, es el auge de los
actores naturales en el cine de hoy.
Fui profesor por siete años en el Instituto Departamental
de Bellas Artes. Y conocí de primera mano la formación de varias generaciones
de actores. A algunos los veo en una película o en una serie, otros en las
tablas, otros en performances callejeros. Y siempre pienso en ese oficio tan
bacano de vivir varias vidas en esta vida.
A ellos va mi
reconocimiento en el día internacional del actor y la actriz, recordando la
famosa definición de Gabo:
“Actuar es saber qué hacer con las manos”
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