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domingo, 11 de diciembre de 2022

MUCHOS AÑOS DESPUÉS, FRENTE AL COMPUTADOR TOSHIBA…

Graduarse de quinto de primaria no tenía ningún glamur, como ahora. Se salía de la escuelita rumbo al bachillerato. Once años de edad, para llegar a un colegio más grande y más poblado. Con compañeros más viejos, en algunos casos. Los de mi generación estarán de acuerdo en que nos tocó, como compañero de curso, un google adelantado. Esto es: un estudiante viejo y grandote que se las sabía todas. Y las que no sabía se las inventaba. El de mi salón era Saldarriaga.

-      - ¿A ver, jóvenes- dijo el profesor Meléndez el primer día- alguien sabe que es Cien años de soledad?

-     -  Siii, claro es una cárcel de máxima seguridad- respondió, sobrador, Saldarriaga

-      No sea bruto joven, estoy hablando de un libro

-      Fue una cárcel, pero después la convirtieron en libro, como siempre

-      ¿A ver jóvenes- volvió a atacar el profe- alguien sabe quién es Gabriel García Márquez?

-      Lo conozco, es un man todo bien. Yo vendí minutos con él.

-      ¡No sea bruto joven es un escritor!

-      Vendió minutos y luego se superó, como debe ser.

El profe sacó un libro gordo de 496 páginas. Ordenó leerlo y dio un plazo perentorio de 21 días para presentar un ensayo.

¿Ensayo? ¿Qué era eso? ¿Leer? Que era eso? ¿Libro? ¿De qué me estás hablando?

Mi formación literaria se limitaba a Lorenzo y Pepita, Don Abundio, Olafo el amargado, las radionovelas de las 5 de la tarde, los titulares de El Caleño, las baladas de Nino Bravo y los boleros de Manzanero.

II

En aquel tiempo no existía el rincón del vago punto com donde tu pides el análisis de un libro y de una te lo vomita.

-      Está definido- gritó Saldarriaga parado en el pupitre-. 

Y expuso un plan simple: en la librería “El costeño” de la carrera 10, vendían el análisis de cualquier novela. Y la hija de Jeremías se encargaría de transcribir en su nueva máquina Brother eléctrica. (Jeremías era el vigilante del colegio y se había jugado sus ahorros montándole a la hija un emprendimiento de transcripción de textos. La empresa fue bautizada con el pomposo nombre de “Pasando trabajos Ltda.”)

Saldarriaga hizo cuentas con los dedos y dictaminó una cuota por cabeza. Listo el pollo.

III

Mi casa del barrio Colón iba casi de lado a lado. Desde la entrada hasta el patio final se recorría las baldosas rojas, como quien corre la media maratón. De manera que al abrir la puerta escuché la voz de mi viejo:

-      En la mesa del comedor hay un regalo

Que piensa un niño de once años ante semejante papayazo?. ¿Qué fantasías lo asaltan mientras recorre esos 12 metros? Un iPhone? ¿La camiseta autografiada de Messi? Afiliación de por vida a Direct TV? ¿Una consola de décima generación XBox serie X?

En la mesa reposaba, como no, el libro “Cien años de soledad”, la edición aquella , con una vieja decrépita en la portada. Ese día, inició mi fetiche por el olor a papel nuevo.

Miré el libro con desdén, decepcionado, lo confieso. Busqué a mi vecino Guido Camacho para que me aconsejara que carajos se hacía con ese artefacto.

-      ¿Usted es güevón o qué? ¿Quién es la mejor hembra del barrio? Si, la misma, Marisela, ¿y dónde vive? Exacto, al lado de su casa. ¿Y que va a hacer usted, que es enano? ¡Aja! Pone Cien años de soledad, encima de Crimen y castigo y encima de El Quijote y le queda a tiro para admirarla en todo su esplendor, papito.

Después de darle muchas vueltas al libro, de pensar en el monólogo de Guido, de tener ese olor a papel en el aire, decidí iniciar la lectura. “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento…”

Leí sin parar hasta aquel pasaje donde los habitantes de Macondo rompen la silletería de la sala de cine porque un actor, que había muerto en la película anterior, aparecía vivo en el estreno de hoy. Eran las 3 a.m.

IV

El colegio lucía normal aquella mañana, pero mi aspecto era de total desgreño y trasnocho. Antes que ser sometido a tortura por parte de Vito-Corleone-Saldarriaga, enfrenté los hechos, confesando lo sucedido la noche anterior.

-      Está definido- lanzó Saldarriaga su grito de guerra. Y convocó reunión urgente en la cancha de futbol.

La gente se timbró, pues eso quería decir que habría un muerto como mínimo. Yo, frente al pelotón de fusilamiento, me defendí:

-      Si, me leí una parte del libro, pero sigo adentro. Daré el dinero, tal como està  pactado. Y les tengo dos noticias: en todos los capítulos bolean catre que da miedo

-      ¿Y qué tal están las hembras?  – interrumpió Acosta

-      Están buenísimas. Y lo segundo: que los personajes se la pasan diciendo groserías.    

    A Saldarriaga lo que más le indignaba, era que mi viejo me hubiese regalado un libro

-      ¡Un libro, pana, un libro!  - gritaba- yo pensé que tu papá te quería, hombre.

 V

Esos dos descubrimientos cambiaron para siempre mi percepción de la vida. Que los escritores tienen licencia para que sus personajes se revuelquen a lo bien y que sean malhablados, si así lo exige la personalidad del relato.


domingo, 12 de septiembre de 2021

VIENE RODRIGO, EL HIJO DE GABRIEL


Es inevitable pensar en Rodrigo Garcia Barcha como el hijo de nuestro de nobel de literatura. Lo veo en el pendón gigante de la biblioteca departamental donde figuran los invitados estelares al evento “Oiga, Mire, lea”. ¿Viene presencial o por zoom? Por ahora es un enigma.

Rodrigo es una figura que siempre mantuvo bajo perfil. Estudió Historia medieval y luego cine en la prestigiosa AFI de Los Ángeles. A pesar de los galones, se propuso iniciar desde abajo. 

El director mexicano Carlos Garcìa Agraz contó en un Festival que lo vio llegar a su rodaje como asistente de electricidad. Rodrigo nunca se presentó como el hijo de Gabo y, por el acento mexicano, Carlos pensó que era uno de los tantos compatriotas suyos de apellido García. Luego ascendió a electricista, luego fue asistente de cámara hasta que María Novaro lo graduó de director de fotografía. Recuerden la bellísima “Danzón”

Una vez conquistado el honor, Rodrigo comenzó a calentar la mano dirigiendo nada menos que episodios de “The Sopranos” (una de las series madres de la revolución serial de nuestro tiempo). Hasta que escribió el primer guion de largometraje y lo dirigió. Es una de las mejores operas primas que se han visto. “Cosas que tú te imaginas con sólo mirarlas” con un reparto de lujo que incluía a Cameron Díaz y Glenn Close. Ésta última se convirtió en la actriz fetiche, la clave de sus personajes femeninos.

Rodrigo es un director de actrices. Lo suyo son los personajes femeninos berracos. ¿Quizás es un vaso comunicante con la obra de Gabo? ¿Dónde predominan las mujeres fuertes como Úrsula y la abuela desalmada?

Pero hasta ahí, porque si ves atentamente su obra, literariamente está mas cerca de Carver y de Chejov. Y cinematográficamente, muy pegado a Michael Haneke y Bergman. No en vano uno de sus gritos de guerra es: “Las escenas cruciales tienen que ser silenciosas”

Rodrigo es responsable de una de mis series favoritas: “En Tratamiento”. Tres temporadas. Apenas dos actores en escena en cada episodio. Solo vemos al terapeuta y al paciente de turno. Plano, contraplano. Solo diálogos y texto. Nada de Flashback. Los productores lo adoran porque sus películas o series tienen el presupuesto más bajo del cine actual.

Por el momento, graba dos adaptaciones monumentales para Televisión serial: “Santa Evita” y “Cien años de soledad”. Rodrigo no para.

Para rematar, hace media hora terminé de ver su última maravilla: “4 Días”. Glenn Close y Mila Kunis se fajan el duelo actoral del año. Madre e hija desconfiando la una de la otra. Mirando que se trae entre manos y leyendo los gestos y palabras entre líneas. Porque así se han llevado en la vida: de reojo.

Los dejo con el monólogo que le da Mila Kunis a los chicos de secundaria donde los invita a que no sigan sus pasos:

“Imagino que han oído hablar de la epidemia de heroína, vale. Pues yo... Yo era una estudiante  sobresaliente y no acabé el instituto. Ahora vivo en casa de mi madre, pero la semana pasada estaba durmiendo en la calle.

No tengo trabajo, ni ninguna cualificación, ni un solo dólar a mi nombre, y algunos de mis dientes ni siquiera son míos.

¿Ven a esa señora de ahí detrás? Es mi madre. Me ha traído aquí porque me retiraron el carnet de conducir por conducir drogada. Pero, aunque tuviese el carnet, ella no me dejaría su carro, porque le he robado muchas veces. Dinero, joyas, tarjetas de crédito. Y me he... degradado por drogas en formas... en formas que es mejor que no sepan.

Lo único...Lo único que me importa es drogarme, porque drogarme me hace olvidar cómo me he destrozado la vida

drogándome.

¿Sabes cuántas veces me he dicho eso mismo? Que no voy a volver a robar para drogarme. Que no voy a perder la custodia de mis hijos para drogarme. Que no voy a volver a pincharme en el brazo, que no voy a pincharme en el pecho.

Me he despertado casi cada mañana estos últimos dos años

y me he dicho que se acabó, que hoy... que hoy no voy a drogarme. Y una hora después estoy viendo a mi jibaro

para drogarme. Y caigo todos los días. Lo siento mucho, mamá.”


domingo, 19 de marzo de 2017

EL CINE CLUBISTA EN SU LABERINTO




Hace unos años, trabajaba en la biblioteca departamental. Los jueves presentaba la película y al final exponía una lectura personal del film. Sin falta, en primera fila, se atrincheraba un veterano dispuesto a llevar la contraria y a corregir gazapos.
Me inauguró cuando dije: “ Annaud también dirigió aquel film donde dos tigres son cazados en África..”
-      En África no hay tigres- interpeló
El hombre llegaba de primero y su mirada iba al ataque. Era el único que no me saludaba al llegar.  Pude investigar  que  era jubilado del magisterio y que rondaba la biblioteca desde que la abrían hasta que la cerraban.
Al principio me irritó su actitud pero poco a poco lo tomé como un reto de calidad. Entendí que no me podía poner con ligerezas frente a aquel “defensor del cinéfilo”. Y eso me obligaba a ser más cuidadoso en los materiales citados, en las fuentes y en los conceptos.  Siempre me contradecía pero una cosa era la contradicción en una opinión y otra en una imprecisión imperdonable como la de los tigres africanos.
 Cuando estrené mi documental sobre Gabo se abrió la discusión sobre los caprichos del Premio Nobel. Opiné que ese premio es tan relativo que se lo habían negado a Borges:

-      Sé de buena fuente-  reviró el hombrecito-  que la Academia Sueca lo tenía en alta estima, pero finalmente lo vetaron por motivos políticos. Borges no es más que la excepción a la regla.
Con el tiempo le cogí cariño y le agradecí  que estuviera allí atento a cualquier desliz de mi parte. Siempre comprobaba cualquier cita y llevaba, incluso, la fotocopia del libro por si las moscas. Así, me fui llenando de hojas sueltas que iba guardando en un folder cuyo  título era “documentos para evitar interpelaciones innecesarias del cucho”.
 Hasta que faltó un día y temí lo peor. Faltó al siguiente y sentí un vacío: me había quedado sin interlocutor. Desesperado pregunté en portería, revisé las cámaras de seguridad. Nadie daba razón.
Un mes después me trajeron la noticia fatal: estaba haciendo exactamente lo mismo en el Centro Cultural Comfenalco.
Miserable  - pensé al caer derrumbado – se fue a amargarle la vida a otro.”



miércoles, 15 de febrero de 2017

Los 50 años de Cien años de Soledad




"A principios de 1965, iba con Mercedes y mis dos hijos para un fin de semana en Acapulco, cuando me sentí fulminado por un cataclismo del alma tan intenso y arrasador que apenas si logré eludir una vaca que se atravesó en la carretera".
Esa vuelta de timón significó 18 meses de una sola sentada, mientras Mercedes se las arreglaba para sostener la casa y traer el sustento a los niños. Los gabòlogos no se ponen de acuerdo con respecto a la mítica fecha. 5 de Mayo de 1967 dicen unos,   5 de Junio de 1967 dicen otros. Apenas un mes de controversia. De manera que estamos en el cincuentenario de semejante obra maestra.
La presente exposición consta de Cuadros, fotos, libros, películas, portadas de revistas, conversatorios y parrandón vallenato.
Para descargar la información en Power point pique aquí
Para los videos: 


domingo, 15 de enero de 2017

Película NERUDA: Puedo escribir los versos más tristes esta noche.




Cuando Pablo Neruda recibió el Premio Nobel de Literatura pronunció un bello discurso donde  cuenta pormenores de su fuga clandestina:
Tanto y tanto nos alejamos los chilenos hasta tocar con nuestros límites el Polo Sur, que nos parecemos a la geografía de Suecia, que roza con su cabeza el norte nevado del planeta.

Por allí, por aquellas extensiones de mi patria adonde me condujeron acontecimientos ya olvidados en sí mismos, hay que atravesar, tuve que atravesar los Andes buscando la frontera de mi país con Argentina. No había huellas, no existían senderos y con mis cuatro compañeros a caballo buscábamos en ondulante cabalgata -eliminando los obstáculos de poderosos árboles, imposibles ríos, roqueríos inmensos, desoladas nieves, adivinando más bien el derrotero de mi propia libertad.” (1)

Es, precisamente, esa fuga, la secuencia más preciosa de la película de Pablo Larraín. El director traduce en imágenes el discurso Nobel de Neruda. Como si el poeta llevara el Iphone 7 en aquella fuga mítica, donde se jugaba la vida pues los sabuesos del poder le pisaban los talones.
Es el artista enfrentado la burocracia. Es la poesía ubicada al lado de las víctimas. Es el poema número 20 convertido en un manifiesto subversivo.
A los Nerudianos históricos, probablemente les moleste que Larraìn se haya atrevido a realizar una “antibiografia”. Dice el director al respecto:
Puedo decirte en este preciso instante que no tengo idea de quién era porque Neruda es inasible; es imposible encasillarlo. Puedes hacer 100 películas y nunca podrías lograrlo. Y cuando uno entiende eso gana una enorme libertad. Por eso decimos que esta es una película “nerudiana” porque para nosotros, en mi país y en mi idioma, Neruda fue un hombre que creó un microcosmos de una complejidad extrema y profunda (2)

El Neruda de Larrain, no es un biopic. Retrata un momento en la vida de un poeta que ejerce la política y de un político que escribe poesía. Y la escribe  a toda hora: en los burdeles, mientras se emborracha, mientras lo persiguen, mientras atraviesa los Andes congelados. El mayor acierto de Larraín es la paleta de colores. Un delicioso ejercicio de cine negro para contarnos el espíritu de un hombre que le cantó al amor y al pueblo raso. Y una banda sonora que te deja, literalmente, frío, cuando nuestro héroe cruza la frontera de Chile con Argentina. A 20 grados bajo cero.