jueves, 24 de junio de 2021

EL OLVIDO QUE SEREMOS: DE VENECIA A MEDELLÍN

Ver una película de la cual que uno ya conoce la trama, incluso el destino final del protagonista, no deja de ser paradójico. ¿Para qué verla si ya conozco lo que va a pasar? Para mi es inevitable leer una novela e irla “filmando”, irla poniendo en escena. Lo hice con la novela de Abad Faciolince porque además en una gran crónica de la Colombia reciente.
En asunto es si la novela tiene la suerte de caer en buenas manos. Los hermanos Trueba son hijos de la tradición clásica. Fernando Trueba es pupilo de Billy Wilder, de Garcia Berlanga , de Lubitsch.
Cuando recibió el Oscar a mejor película extranjera por “Belle Epoque” dijo:
«Quisiera creer en Dios para darle las gracias, pero sólo creo en Billy Wilder, él es mi verdadero Dios. Gracias, Mr. Wilder»
Me sorprendió esta puesta en escena absolutamente exquisita. La mirada de un extranjero como Trueba es distinta a la de un director nacido por acá, Él ve cosas que para nosotros son cotidianas. Pienso en los extranjeros cultos que vinieron a nutrir nuestra cinematografía. Gente como Herzog, como Máximo Calvo, D,W Arzuaga. En las películas de Trueba es fundamental la comida. Cuando los personajes se sientan a la mesa, allí está su universo familiar, sus contradicciones, su alegría y tristezas.
En la novela hay una referencia muy clara a “Muerte en Venecia” de Visconti. Trueba agrega otra: “Scarface” de Brian De Palma. Ambas conviven durante toda la película: la tragedia y la belleza. Medellín y Venecia. La sangre y el agua. Todo un homenaje al médico experto en salud pública,
En la novela el capítulo donde asesinan a Abad Gómez , es narrado desde diversos puntos al mejor estilo Rashomón de Kurosawa, pero Trueba la coge suave. Nos recibe con color para rematarnos en blanco y negro.
Nos estremece, nos pone tristes y nos da esperanza. Trueba creció en medio del franquismo rampante y entiende muy bien una sociedad acorralada por el miedo. Sin embargo, no filma una película de terror. Mas bien, es una declaración de amor a nuestros héroes caídos. Por eso me sorprende que Iván Duque salte en una pata porque la película triunfó en los Goya y que Caracol le dedique 8 minutos a exaltarla y, acto seguido, den el informe de una masacre de estudiantes durante el paro. Para ellos no hay conexión. Son hechos aislados en un país de manzanas podridas. Mientras me seco las lágrimas, les dejo con el poema de Borges que inspiró el título:
Ya somos el olvido que seremos.
El polvo elemental que nos ignora
y que fue el rojo Adán y que es ahora
todos los hombres y que no veremos.
Ya somos en la tumba las dos fechas
del principio y del término, la caja,
la obscena corrupción y la mortaja,
los ritos de la muerte y las endechas.
No soy el insensato que se aferra
al mágico sonido de su nombre;
pienso con esperanza en aquel hombre
que no sabrá que fui sobre la tierra.
Bajo el indiferente azul del cielo
esta meditación es un consuelo.

No hay comentarios: