lunes, 13 de febrero de 2023

EN LOS 90 AÑOS DE CONSTANTIN COSTA-GAVRAS

              

El 12 de febrero de 2023, el maestro Costa-Gavras cumplió noventa años. Para celebrarlos, rescato una entrevista realizada hace mucho tiempo, bajo el calor habanero. Publicada originalmente en la Revista Kinetoscopio.

"TODO CINE ES POLÍTICO"

Por: José Urbano

Constantin Costa-Gavras, director Greco-francés nacido en 1933. Nos atiende amablemente en el Hotel Meliá Cohiba junto al Malecón habanero. Ni el calor costero ni el agite propio del festival parecen perturbar a este hombre cosmopolita, el mejor cultor del llamado "cine político". Costa-gavras ha dirigido títulos como Estado de sitio (Etat de Siége, 1973) y Z (1969). Sereno y dueño de una calma de abuelo sabio, habla realizando grandes pausas. Explica sus conceptos con la sencillez del maestro experto. Su ritmo de trabajo lo alterna entre la gran industria norteamericana y el cine europeo. Todos recordamos la Palma de Oro en Cannes por Desaparecido (Missing, 1982). El año pasado volvió a poner el dedo en la llaga con El cuarto poder (Mad City, 1998), protagonizada por Dustin Hoffman y John Travolta, una crítica demoledora al papel de la televisión en la vida moderna. Pero Costa-Gavras demuestra una vitalidad asombrosa, ya que además de realizar cine, ocupa desde hace ocho años la dirección de la Cinemateca Francesa.

Con el maestro en el festival habanero, cuando éramos jóvenes y flacos

P: Usted levanto una polvareda sin precedentes cuando presentó Estado de sitio. ¿Cómo ve hoy ese fenómeno?

R: Es muy difícil hablar treinta años después porque son momentos irrepetibles en la vida de uno. Era un cine urgente donde se hablaba de América Latina y, en cierto modo, de mi Grecia natal y de pequeños países que se habían convertido en colonias de los Estados Unidos. Latinoamérica siempre ha sido una especie de laboratorio humano de las potencias.

P: ¿Era un cine anti-imperialista?

R: Sí, claro. Pero no me gusta esa palabra porque al usarse tanto ha perdido su sentido. Y, claro, era un cine que iba contra la intervención de las potencias sobre los países pequeños.

P: Usted es el más importante cultor del género político...

R: Yo pienso que todas las películas son políticas, incluso las películas que pretenden no serlo. El arte tiene un papel socio-político ligado con la comunidad y es en contra de la opresión, en contra de la falta de la libertad, en contra de la rutina. Me duelen las injusticias. Por ejemplo, Pinochet es una de esas injusticias.

P: Su contacto con Latinoamérica ha sido permanente. Desaparecido es el mejor ejemplo.

R: Desaparecido es mi película más latinoamericana y la más humana también. De repente se volvió costumbre en algunos países, en algunos sistemas de gobierno, desaparecer a la gente. Entonces me ocupé de esta historia del padre que pierde a su hijo y quiere conocer su paradero... Me impresionaba que los otros países no dijeran nada, no hicieran nada en contra de eso. Aceptaban tener de amigos a gobiernos bárbaros como el de Chile o Argentina

P: En La confesión usted mostraba la otra cara de la moneda, cuando la represión viene del lado opuesto...

R: Era otro tipo de barbarie. Además era peor porque venía de un sistema en el cual habíamos creído todos los de mi generación. Una opresión que jugaba con nuestros más altos sentimientos.

P: ¿Se considera un hombre de izquierda?

R: Es complicado decirlo porque hay muchos tipos de izquierda. Hay izquierdas que no lo son. Me gusta más la palabra "progresista". Ahora, sí ser de izquierda es hacer respetar la libertad, la dignidad y la democracia del otro, entonces soy un hombre de izquierda.

P: ¿El concepto perdió su sentido después de la caída de la Unión Soviética?

R: No pienso que Rusia fuera un sistema de izquierda, porque era represivo, oligárquico. Utilizó el marxismo nada más que como una fachada.

P: ¿Usted se considera un intérprete de la rebeldía de los años sesenta?

R: Bueno, yo interpreté la opresión a mi manera, en términos cinematográficos. Procedo de Grecia donde la represión era tremenda, con guerra civil y todo. En ese sentido Grecia se parecía mucho a Latinoamérica. Tanto es así que en el año 54, cuando sucedió el golpe militar en Guatemala, el embajador norteamericano que agenció el golpe fue trasladado a Grecia inmediatamente.

P: ¿Tiene un método especial para hacer cine?

R: En el cine hay que contar una historia. No hay que olvidar que la gente también va al cine a divertirse. Me gusta hacer películas cuando están basadas en hechos reales.

P: Sus películas no deben calar muy bien con la industria de Hollywood…

R: He realizado las historias que me han interesado personalmente. Por ejemplo, Music Box parte de un tema que nos interesa enormemente a los europeos. Un día supe que unos diez mil asesinos nazis fueron a esconderse a Estados Unidos. Y jugaron el papel de anticomunistas y fueron tratados como héroes por la derecha norteamericana.

P: Y su otro tema candente: el racismo en Traicionados...

R: Yo quería hacer una película sobre los fascistas franceses y en ese momento vienen los norteamericanos y me dicen que tienen el mismo problema. Con Joe Ezthernas visitamos seis estados del norte (Nebraska y otros) y encontré una América increíble: llena de racistas y antisemitas. Lo justifican diciendo que los judíos y los negros se quieren apoderar del país. Y cuando salió la película la prensa norteamericana dijo que eso no existe, que Traicionados era una fantasía europea.

P: Los Estados Unidos se preocupa de tener la mayor democracia del mundo y no ha podido erradicar la intolerancia

R: Eso también es un mito, no existe eso de la mayor democracia del mundo. Apenas hay dos partidos hegemónicos. Solo el cuarenta y cinco por ciento de la población hace uso del voto. Más del cincuenta por ciento no participa de ello. Y el nivel educativo es muy bajo…

P: ¿Cuál fue el punto de partida de El cuarto poder?

R: Es el papel que juega un medio como la televisión que se mete hasta tu casa a contarte lo que sucede un instante. Para mí ese es el problema número uno de la sociedad actual: el poder de los medios. Algo inimaginado hace un siglo. Un solo hombre habla y, simultáneamente millones de personas lo ven y lo entienden. Y detrás de todo ese espectáculo están los grandes grupos económicos.

P: ¿El personaje interpretado por Travolta es una simple víctima?

R: Para mí ambos son víctimas porque no hay que jugar a decir que los periodistas son los malos. Tal como está concebido el sistema, son víctimas tanto el periodista como el espectador. Los dos están siendo manipulados para fines distintos al de informar.

P: ¿Trabajar con actores de la talla de Hoffman y Travolta supone algún tipo de concesión de su libertad creativa?

R: No, los dos querían hacer la película y desde un principio la consideraron importante. Aceptaron trabajar por menos dinero que el que habitualmente ganan. Si ellos cobraran su tarifa, el presupuesto sería colosal, el filme sería imposible de hacer.

P: ¿Cuarto poder tiene un planteamiento pesimista?

R: Con los medios en general soy muy pesimista. Se ha llegado al punto de que un solo hombre es propietario de decenas de diarios y de cadenas de televisión. ¿Cómo hemos permitido eso? ¿Cómo los estados lo han permitido? Pero, ¿y quién nos escucha? Además, los medios sin nosotros, los lectores y espectadores, no podrían existir.

P: ¿Al escribir el guion vio otras películas del género periodístico?

R: Si, Vi The Big Carnival, de Billy Wilder, y otras incluso, hay similitudes con la película de Wilder en cuanto a la relación entre el sujeto y el periodista. En The Big Carnival la situación está planteada en términos personales entre los dos personajes. Mi punto de vista está más enfocado hacia el periodista como una ficha más del juego, donde él es manipulado también.

P: ¿Usted combina la realización de cine con la preservación?

R: Ésa es otra de mis pasiones. La Cinemateca Francesa vivía un periodo muy malo, subió al poder Françoise Mitterrand, quien a su vez nombra a Jack Lang en la cultura. Y me propusieron la dirección del archivo francés. Ahora gran parte de nuestros esfuerzos están encaminados a la restauración de filmes antiguos.

P: ¿Tiene gustos particulares, en cuanto a cinematografías favoritas?

R: La historia del cine es un problema político, social y estético. Me interesa la forma como los tres puedan combinarse. La estética por la estética puede ser vacía si se olvida el contenido. En cuanto a mis gustos particulares me inclino por el cine japonés. Ozu, Mitzogushi, Kurosawa, y por el buen cine norteamericano. La película que más he visto en mi vida se llama Las uvas de la ira.


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