En 1974 Richie Ray y Bobby
Cruz lanzaban el hoy clásico Gan Gan y Gan Gon(*), un tema true story inspirado en dos chicos pilluelos quienes aplicaban el bullyng allá en Monteadentro.
La película Los Hongos arranca con la descarga de Richie como si del cliché
salsero se tratara. Pero, con ironía, el director nos conduce a otro camino: hoy
la true story es bien diferente.
Calvin y Ras deambulan, sobreviven, caminan, patinan, pintan con modorra. Como
si la adrenalina de Rodrigo D: No futuro
se hubiese ralentizado.
Ya no es la Medellín de los jovencitos
sicarios, Es la sucursal del cielo, gobernada por sultanes y emires. Las
caleñas no son como las flores, más bien crecen como hongos al pie de un
puente.
Es la película Los Hongos un alegato sobre el tiempo
libre? Sobre el abismo generacional? Sobre la desesperanza? sobre una ciudad
que nos quieren ocultar?
Por supuesto. Los Hongos no plantea una mirada
compasiva, ni de lamentos. Los personajes apenas pueden respirar. Porque los hongos son organismos que no alcanzan a ser
animales, ni llegan a la categoría de vegetales. Viven al filo de los reinos,
crecen por ahí a la vera de la muerte y, sin embargo, los hongos son vida.
La sociedad puede prescindir
de ellos. No facturan impuestos, no consumen salvo dos o tres porros. Y deja un
sabor amargo saber que si la película continuara más allá de los créditos finales,
la situación de Ras y Calvin seria invariable. Están atrapados en una ciudad donde
todos somos prisioneros: desde el gomelo hasta el pastor cristiano.
Por un cine Imperfecto
En aquel célebre manifiesto,
los cubanos clamaban por un cine imperfecto(**). El texto no se refería a la imperfección técnica. Hablaba a nivel dramático y a nivel
situacional. Nuestras historias son imperfectas porque son producto de una
sociedad descompuesta. Un cine perfecto siempre será alienante y tendrá su
veneno ideológico.
“Todo buen cine tiene algo de amateur”- suele decir Fernando Trueba ,
el estrábico-cinéfilo. Y Los Hongos
respira una imperfección y un amateurismo
que la hace auténtica, honesta. Es una historia salida de las entrañas de la
Sucursal del cielo. Acá no se tira paso, se tira filo. No se azota la baldosa,
se adora al Dios Rata. Ni siquiera los salva el amor tan de moda en el
melodrama salsero.
He leído, en periódicos perfectos, que la película tiene
demasiadas sub-tramas, y que por ello se vuelve dispersa. No lo creo. Si no
fuera por los personajes que gravitan alrededor de Gan Gan y Gan Gon no entenderíamos
sus desdichas y su soledad. Una madre con raíces africanas que le regala la
libertad a un pastor cristiano, un pastor cristiano que invita a votar por el candidato
traqueto, un papá jodido, tinterillo, que se quedó pasmado en su sueño emulando al
inquieto anacobero, una abuela al final de sus días recordando su lindo pasado
rural, un cuerpo policial indolente. Y al fondo, los chicos que ni siquiera les
alcanza para ser pilluelos. Ellos seguirán hibernando, completando el último
eslabón de la vida en medio de la muerte
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* Para disfrutar al gran Richie Ray con su compadre Bobby Cruz ir a: https://www.youtube.com/watch?v=WrywXkkvMaM
** Julio García Espinosa publicó el manifiesto “Por un cine imperfecto” en 1970. Leer texto completo en: http://fido.palermo.edu/servicios_dyc/blog/images/trabajos/6923_22214.pdf
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* Para disfrutar al gran Richie Ray con su compadre Bobby Cruz ir a: https://www.youtube.com/watch?v=WrywXkkvMaM
** Julio García Espinosa publicó el manifiesto “Por un cine imperfecto” en 1970. Leer texto completo en: http://fido.palermo.edu/servicios_dyc/blog/images/trabajos/6923_22214.pdf
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