Nota del bloguero: Nuestro amigo Alberto Ramos- abogado, cinéfilo y garciamarquiano - aporta mas delirios de ciudad.
Ciudad Delirio
Por: Alberto Ramos Garbiras
Si el cine colombiano pretende erigirse en el contexto internacional con
películas como esta, lo que haremos es retroceder. “Ciudad Delirio” se
enmarca en el género de comedia musical, la banda sonora salva la película del
fiasco: hay música permanente de Willie Colón, Guayacán, Fruco y sus tesos, el
grupo Niche; salsa a tutiplén, bailes, coreografía y la vida nocturna de Cali,
parcialmente mostrada. Es una película cuya sinopsis se puede resumir en tres
renglones: una mujer separada que sostiene a su hija con una academia de baile,
le toca soportar a su ex marido haragán como parejo de un concurso, y está
atraída por un español que dice trabajar en la farmacología y posa de médico.
Julián Villagrán es el actor español que le colocan de galán a Carolina
Ramírez, pero resulta más un gañán, desaliñado, lento, torpe: anti galán y mal
actor. Las impertinencias del ex marido, Alex Castillo, según el guion impide
el comienzo del romance con el español, actúan con una timidez y pudor
poco creíble.
En el Blog Pajarera del Medio, Pedro Adrian Zuluaga, expresa de
forma crítica que, “Nuestro
cine ha decidido participar de manera activa en una cierta distribución de
imaginarios geopolíticos que han quedado reflejados en iniciativas como la ley
“Filmación Colombia”. En este reparto
está claro a quién le corresponde qué parte. Así, la simetría de esta película
con el poder es escandalosa: Colombia ha decidido jugar una posición
subordinada como economía extractiva y de servicios, y en Ciudad delirio están mostradas
las cartas de ese programa político”. En la visión española de la directora Chus Gutiérrez, apócrifa, sin
méritos en la filmografía española, Cali es una cantera para lograr nutrir de
chicas a los españoles. Una ciudad multiservicios, rumbera y sin pensamiento
crítico.
Ciudad delirio es
una película sin historia se encascara en la sinopsis, los personajes se
estancan, no evolucionan, la ciudad no existe, excepto las buenas tomas del
barrio obrero y una escena donde suena la canción “las caleñas son como las
flores”, donde aparecen en un montaje dinámico, mujeres de todas las razas
producto de la multiracialidad que habita en la ciudad, pero no se muestran
otros sitios relevantes de la ciudad. Es la película más sosa del cine
colombiano. Por edulcorar la vida de los protagonistas muestran una ciudad
descontextualizada de la cruda realidad violenta que vive y del complejo
multiculturalismo en medio de colonias de inmigrantes agolpados en una ciudad
que creció en las laderas y la parte oriental sin planeación.
Subutilizan a la actriz Carolina Ramírez, asediada por dos bobalicones. Una
actriz que ha demostrado su aptitud actoral en producciones como La
Pola, una actriz capaz de interpretar cualquier papel y aquí la
desperdician. Otros dos actores colombianos hacen papeles decorosos en medio de
un guion que no los deja desenvolverse como están acostumbrados: Vicky
Hernández y Jorge Herrera. El único valor de la película es mostrar a través de
una escuela de baile, como microempresa, el funcionamiento en Cali de estos
sitios, verdaderas empresas artesanales que, tiene la ciudad unas 120 de ellas;
en diciembre salen al salsódromo y e turismo ha crecido por esta empresa
rumbera con espectáculos mejores que los de Cuba, en Varadero y el mismo
Teatro Nacional.
La película es un comercial convertido en largometraje. Un largo spot sobre
una carpa-salsa. Es una propaganda desvergonzada de un circo que en la práctica
no le da espacio real a esas escuelas populares que pretende retratar en la
película, y han creado un monopolio. En la película concursan para poder lograr
acceso a la carpa salsera, porque desde allí se decide quienes saben bailar, no
en los barrios populares. Muy superior fue la película caleña “Tacones” del
director Pascual Guerrero, rodada a comienzos de la década de los años 80s, un
musical con argumentación.
Jorge Eduardo Suárez, en el BLOG “las
Dos Orillas”, nos dice que, “Cuando
comenzó la campaña de expectativa de Ciudad Delirio, la película “colombiana”
que abrió el Festival de Cine de Cartagena y que se estrenó a mediados de
abril, se avizoraba un gran filme. La combinación entre Cali, Salsa, grupos de
baile y un poco de sensualidad; iba a generar una narración que le hiciera
honor a esa riqueza cultural que han construido los caleños en torno a los
ritmos afroantillanos. La película prometía introducirnos en el delirante mundo
de los coleccionistas de discos, o en la epopeya de los jóvenes de las
barriadas caleñas que con grandes dificultades han construido espectáculos
dignos de Broadway. Hablar de la Salsa y Cali hizo pensar hasta en el “agúzate”
con el que Andrés Caicedo pretendía despertar a Cali en la década del 70”. Y
comparando la producción televisiva Bazurto con ciudad
delirio, afirma que,” Ambas producciones,
lejos de limpiar de prejuicios las culturas populares locales y darles la
dignidad que merecen, las envilece más y de paso a nuestro país. La novela y la
película están claramente diseñadas para el mercado internacional. Están
construidas desde la mirada del europeo, es decir, de cómo él es superior al
caos reinante”.
1 comentario:
Por primera vez se realiza una película que destaca uno de los aspectos positivos de la ciudad de Santiago de Cali, donde no se enfrascan en mostrar solo la parte negativa de la violencia que han dejado el narcotráfico, la delincuencia común y la exclusión social; es triste leer críticos mediocres como el que ha realizado esta valoración que quieren tirar todo por la borda solo porque bajo su subjetivo análisis no se cumplieron todas sus expectativas, es mejor no prestar atención a personas acartonadas y amargadas como este personaje
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