jueves, 4 de agosto de 2011

"Oiga Vea" : Los 50 años de un documental caleño (I Parte)


Los VI Juegos Panamericanos realizados en Cali en el año 1971 inspiraron cuatro películas (1 largometraje y tres cortos). Los cubanos aportaron dos: “Un juego histórico” (9 minutos, Director Jorge Fraga) y “VI Juegos Panamericanos” ( 29 minutos. Director Jorge Fraga). Por su parte , la Gobernación del Valle del Cauca contrató a Diego León Giraldo para realizar “Cali ciudad de América” un largo documental perdido para siempre, del cual se conservan apenas los últimos 10 minutos en 35 m.m. Y, en última instancia, se encuentra “Oiga,Vea” (42 minutos) del tándem Mayolo- Ospina.
En las cuatro películas hay para todos los gustos. Desde la mirada oficial, hasta el panfleto cubano. Por un lado, Pastrana buscaba afanosamente lavar la imagen de una elección sospechosa y por otro, Cuba andaba en plena guerra fría con la crisis de los misiles todavía ardiendo.
En este contexto Mayolo- Ospina terminan filmando con pocos recursos uno de los primeros documentales modernos en Colombia. “Oiga ,Vea” también es contemporáneo de “Chircales” de Rodríguez- Silva . Aunque sean muy distintos tanto en concepción como en mirada, ambos nos meten en la movida del cine contemporáneo en un momento en que lo “global” estaba lejos de inventarse.

Cuál es el encanto especial que encierra “Oiga,Vea” para que, 50 años después, se conserve fresco como una lechuga? En primer lugar, el manejo de la técnica tanto del montaje como de la cámara. El contrapunteo que se establece de entrada entre los de adentro y los de afuera hace que, por primera vez en el cine colombiano el espectador caiga en cuenta que a la cámara también la pueden marginar. Hasta ese momento el punto de vista de la televisión y del cine era desde arriba, desde el poder, desde los países de cucaña. La cámara de Mayolo es una subjetiva de los voyeristas, los que se acercan al estadio Olímpico Pascual Guerrero a mirar por el hueco de las gradas. Es decir, “Oiga,Vea” parte de la imposibilidad. Pero, a diferencia del panfleto muy en boga por aquellos años, la cámara no busca la miseria, ni la pornografía. Más bien, busca lo que no se le ha perdido: gestos cómplices, manos que se retuercen, al clavadista interruptus. Alguna vez le pregunté a Mayolo por ese manejo de cámara tan original para esos tiempos y me contestó muerto de la risa: No era ninguna propuesta estética, es que nos prestaron una grabadora que solo conservaba la sincronización de los primeros 10 segundos de manera que para disimular el lip sync debía abandonar la cara del entrevistado y bajar a las manos o a cualquier otro plano que no fuera la boca

En segundo lugar la música. “Oiga,Vea” constituye un mosaico del espíritu musical de la época. Hoy puede parecer recargado de melodía y esto se explica porque los realizadores se lanzaban a eliminar la voz en off, prácticamente de cumplimiento obligatorio en los documentales precedentes. Entonces, Richie Ray y Bobby Cruz terminan “narrando”, musicalmente hablando, el documento deportivo más esperado del año.

Y en tercer lugar, el sentido del humor. Aquí se eliminarán las distancias- dice Misael Pastrana en el discurso inaugural mientras vemos a un guambiano mirando la tele borrosa. O el plano antológico de la valla que reza: “Pasados los Panamericanos, Cali seguirá progresando: pague cumplidamente sus impuestos municipales”. A propósito de este plano, Andrés Caicedo anotaría en un sesudo ensayo: “Lo importante ha sido coger eso que mañana será orden en puro estado de fabricación, como quien dice aquí los cineastas le madrugaron al hecho, hicieron acto de presencia antes de que comenzara a circular
O el sonido destemplado de la marcha olímpica en el momento en que la loca del barrio mira a la cámara. Así pues, a “Oiga, Vea”, la domina la patafisica, aquella “ciencia de las soluciones imaginarias y las leyes que regulan las excepciones”. Muy pegado a la ironía, al “medaunculismo” Caicediano y a la bacanería, el documental inaugura la escuela documental caleña; esa manera hacer cine en este puerto sin mar, en esta ciudad que se parece cada día más a una mujer atravesada por un río.
 
La segunda parte en:



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