lunes, 17 de noviembre de 2008

Un Cinéfilo recibe el Premio Nobel


El próximo 10 de Diciembre la Academia sueca coronará al nuevo Nobel de Literatura Jean-Marie Gustave Le Clézio. Al recibir la noticia dio un consejo básico: "Mi mensaje es claro: hay que seguir leyendo novelas porque son un gran sistema para entender el mundo, un modelo que no es esquemático y que por eso permite hacerse preguntas."
Resulta que Le Clézio además de viajero es cinéfilo. El año pasado publicó un homenaje al cine titulado “Ballaciner” (juego de palabras que puede traducirse como “una balada al cine”).
Pues bien, le he pedido Mónica Bonilla, caleña y periodista residente en Suiza, que nos traduzca estas palabras introductorias de Le Clézio en su libro. Una delicia de reflexiones sobre el séptimo arte. Esperamos con ansiedad la publicación total en español.

La nueva realidad de la imagen

(Traducción de Mónica Bonilla)

En su ultima obra que lleva como título “Ballaciner”, el escritor Jean-Marie Gustav Le Clezio (nacido en Nice en 1940) reflexiona sobre “el sentido”
[1] que el cine ha aportado a su vida y a su papel principal como fabricante de imágenes del mundo.

Hay que decidirse por una nueva moral. Cámara en mano, los cineastas han inventado una responsabilidad que ningún otro medio de comunicación les había otorgado.
¿Tendríamos la misma idea del mundo sin los reportajes de guerra, sin las escenas dramáticas de los grandes eventos que sacuden el planeta, sin los temblores de tierra, sin los ciclones, sin las catástrofes naturales? ¿Nos sentiríamos concernidos de la misma manera por la contaminación, la desertización, el desangramiento de las grandes selvas, esenciales al equilibrio de nuestro planeta, sin las imágenes que nos muestran los estragos producidos por estas catástrofes?
En 1918, el tifo (la gripa española) mató a más gente que la guerra en las trincheras. Pero son las imágenes de las guerras las que nos quedan en la memoria, porque los millones de personas que desaparecieron a causa de esta enfermedad murieron callados, en sus casas, cuando los campos de batalla se habían silenciado, además, la mayoría de las victimas eran niños y ancianos.
Esas imágenes no llegaron hasta nosotros, los nombres de esas victimas no están grabados en los monumentos. (…)

Esas imágenes, cualquiera que sea el análisis que se haga, cualquiera que sea a la conclusión a la que lleguemos, no se borraran, quedaran grabadas en nuestra memoria por siempre.
En cien años, en mil años – si el mundo dura hasta allá- ellas seguirán existiendo.

Esa es la nueva moral de nuestra era. No tiene nada que ver con nuestras ideologías, ni con la religión, ni con las consideraciones políticas. La cámara en mano aporta pruebas. Algunas son contestables, otras no lo son, no lo serán jamás. Los jueces no serán nunca infalibles, puede ser incluso que ni siquiera vendran al juicio. Pero las pruebas estarán allí. (…)

El profuso numero de imagines que rodean nuestra existencia, no debe ser más llamado “información”; Es la creación de un mundo ideal, paralelo a nuestra realidad, sin la cual ésta no tendría sentido. Podemos aprovechar de lo mejor y de lo peor. De ahora en adelante deviene imposible vivir sin este espejo.

Ballaciner
Jean-Marie Gustave Le Clezio
Gallimard, 2007

[1] «à la lumière » a la luz en el texto original.

1 comentario:

Afagredo dijo...

Gracias por la traducción, muy oportuna.