Ya sabemos que los
cubanos han vivido así toda la vida: al extremo y azotando la baldosa. Eso
explica, porque queremos tanto en Colombia a la música cubana. Nos parecemos
mucho: las mujeres bellas, la rumba, las tragedias de la naturaleza, la
cinefilia, el rebusque, amanecer con una sonrisa a pesar de los pesares.
A mí me gusta hacer
un juego mental de mi adolescencia. Hago de cuenta que salto la tapia del
colegio y corro para el Teatro Yara (que es como el Teatro Calima en Cali), de
ahí al Chaplin (que es como el Bolívar), luego al Riviera (que es como el San
Fernando), viajo al Infanta (que es como el Asturias, pero sin madrazos y sin
pajillera), luego al 23 y 12 (que es como el Variedades, pero sin cannabis). Al
Acapulco (que es como el Alameda, con dobletes), al Rampa (que es como el Palermo).
Me quedé con las ganas de volver al Payret (que es como el Aristi).
Teatro Chaplin. Fotos y videos José Urbano |
Aquí se da patente la
frase de Francis Ford Coppola : “la arquitectura es música congelada”.
Después de las 6 de
la tarde, las calles despejadas, solo transitamos los cinéfilos, pero a riesgo
de salir volando. La fuerza de la naturaleza nos convertía en potencial eólico.
Lo que el viento se quería llevar.
Es cierto que el
festival ha perdido potencial. Las ruedas de prensa, casi inexistentes. El
problema del internet que impide encontrar a los tesos del cine. Charlar con
directores y guionistas es el máximo ritual de un festival. Muy flojas, en ese
sentido las jefaturas de prensa y relaciones públicas.
Con todo y eso,
llevar 45 ediciones de un festival con tantas secciones y tantas óperas primas
es una maravilla caribeña.
El festival habanero
me recuerda al vigilante de mi colegio. El hombre se jugó los ahorros, comprándole
a la hija la máquina de escribir “Brother” que operaba con una bola, en vez de
teclado. Ella se encargaría de digitar cuanto texto, monografía y tesis le
llevaran. Nos pidió a los vagos del grado 11 que le ayudáramos con el marketing
y nosotros bautizamos el emprendimiento con el pomposo nombre de “Pasando Trabajos, Limitada”.
Así es el festival
habanero y así son sus bellos teatros de barrio.
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