sábado, 7 de noviembre de 2020

Entrevista a Fernando “Pino” Solanas

 

 El cine de tesis resume todos los géneros”

 Por José Urbano

Aunque un viejo poeta decía que “todo encuentro casual es una cita”, nos topamos con el cineasta Fernando “Pino” Solanas, en La Habana, de sopetón, aprovechando su visita a la tierra de Maceo y de Martí. El evento cerraba con broche una semana de estrenos polémicos. La maratón la inició “Fahrenheit 9/11” , siguió con “El diario de la motocicleta” de Walter Salles y cerró con “Memoria del saqueo” de Solanas.

Con una vitalidad asombrosa, luego de sobrevivir a un atentado de seis tiros, Solanas se refirió a su película como una denuncia a la mafiocracia que gobernó a Argentina en los últimos 15 años.

Como en teatro Charles Chaplin estaba tan lleno de célebres padres del cine latinoamericano, mejor plantearle una cita al maestro. Nos citó a la hora de los hornos del día siguiente. Pero no hubo calor, cayó una tormenta que presagiaba la llegada de un nuevo huracán.

 -         Que ha sido desde “La hora de los hornos” hasta hoy?

 Bueno, ya he realizado documentales como “La mirada de los otros” sobre los discapacitados. Entonces cuando volví a Argentina. Justo en el año 85, después de muchas idas y vueltas hago “Tangos en el exilio de Gardel”, la mitad se filmó en Argentina y la otra mitad en Paris. En el 88 fue “Sur”. En el 92 “El viaje” y en el 98 “La nube”.

La hora de los hornos” no fue mi primera película. Hice “La mirada de los otros” en Francia. Yo nunca he abandonado el documental. En el cine, el documental es una gran escuela. Hay temas que es mejor hacerlos partiendo de los personajes reales. Aunque si analizamos “Memoria del saqueo” no es tan documental. Hay secuencias que son ficcionadas.

 
-         Se considera un director de películas políticas?

 Toda obra tiene una visión del mundo. Fíjate la famosa “Casablanca” es cine político. Es una historia de amor pero en el marco de la persecución nazi. No difiere mucho de “Sur”, que también es una historia de amor y es una visión de la historia. Por supuesto cuando se hace una película-ensayo como “Memoria de un saqueo” uno habla directamente, el tema esta relacionado con la  historia. “Sur” es una historia con personajes donde ellos no se explican las cosas. El cine de testimonio es equivalente al ensayo escrito donde uno explica, va guiando.

 -         En su obra, el exilio es como un aroma…

 Esta presente. Aunque la paradoja es que he vivido apenas 8 años fuera de Argentina. Tengo 68 de manera que tengo 60 de vivir en Argentina.

 -         Desde “La hora de los hornos” hasta ahora se ha perdido toda esperanza?

 Nunca se pierden las cosas totalmente. Ha habido un enorme retroceso. Todas estas ultimas décadas el mayor avance de las políticas  más dañinas, más destructoras de signo  imperialista. El medio ambiente y el ecosistema se han deteriorado de una manera brutal. No se respetan los acuerdos. La riqueza  en el mundo se ha concentrado más en los poderosos y se ha empobrecido el 80% de la humanidad. Esos son datos mundiales. Pero eso tiene un punto de quiebre. Cual es la realidad? Es un triunfo lo de USA sobre Irak? Cuando uno ve la película de Michael Moore, es una extraordinaria respuesta de ver hasta que punto USA esta gobernada por una mafia gangsteril, donde no hay ningún respeto. Es una ficción de  democracia. Es una ficción de Republica, es una verdadera porquería. Hablan de derechos humanos después de todas las atrocidades que han cometido a lo largo del Siglo XX  con sus fuerzas de ocupación. Las que cometieron en Vietnam, las que están cometiendo en Irak. USA han formado una casta dirigente muy degenerada. Máquinas de destrucción y de guerra. Cuando uno ve la imagen de esta chica de 20 años con cara de ángel y de vaso de leche sobre prisioneros de guerra iraquíes, eso rompe las imágenes porque esa imagen nos transmite el mensaje “Esa chica no me puede hacer nada”. Entonces las imágenes se han roto, la mafia de Bush y sus amigos que es lo que dice en su película Michal Moore: la ficción de democracia, las elecciones fraudulentas. El Senado americano con todas las actividades mafiosas. Todo ello es una porquería que esta saliendo al desnudo, por supuesto en el final de cualquier monstruo, este puede dar coletazos peligrosos.

El problema es que hay que reafirmar la necesidad de encontrar salidas nosotros. Ellos son fuertes porque nosotros somos unos idiotas. Somos desunidos. Es aceptable que la gente se muera de hambre siendo tan ricos nuestros países? Que no se respeten  los derechos sociales como el derecho a la tierra, la educación, al trabajo, a la cultura. Eso no es aceptable.  Esta en la carta de las Naciones Unidas y en el Pacto de San José de Costa Rica: que todos nuestros países los han reconocido. Entonces yo veo esta realidad. Que nuestras riquezas nos pertenezcan a nosotros y no a las corporaciones extranjeras. Acabar con un sistema de injusticias. Y lograr que nos unamos todos en una confederación de naciones donde cada en su casa tenga sus propias leyes, pero respetaremos una ley superior que es la de la dignidad de esa Confederación como lo ha hecho Europa. América Latina puede autoabastecerse, no necesita nada del resto del mundo. Le sobra energía, le sobra agua, le sobra Uranio. El continente que más caudal de agua tiene. Le sobran los minerales. Tiene reservas de hierro, níquel.... Y tenemos un gran desarrollo artístico, intelectual y técnico. A. L produce aviones, jets, satélites, tecnología nuclear propia...

 - Estamos ante un renacer del documental?

 Hay una razón y es que la gente quiere conocer algo más, saber y ver algo más que uno no conoce ni en el cine convencional ni en la televisión. Esa advertencia hace que la gente acuda a ver grandes películas documentales. El término  documental  es para mí un nombre que empequeñece el género. El documental uno lo asocia a una película sobre animales, o geográficos. Ante lo que estamos ahora es a un género de testimonio y de ideas, de tesis pero que resume todos los géneros. “La hora de los hornos” una película que hice hace casi 40 años. Hay muchas películas que son ya ficciones, que van más allá. Por eso es mejor hablar de un cine Ensayo

 - Que recurre al collage...

 Claro. Cada secuencia tiene formas distintas puede incluir el dibujo animado, una carta ..

 -En ese sentido tiene mas libertad que la ficción?

 Por supuesto es un cine donde el director puede hacer lo que quiera, no esta atado a una dramaturgia con un desarrollo de una trama y un argumento. En el caso de “Memoria del saqueo” mi argumento es desarrollar que pasó en  la Argentina. Por qué la hambruna y la miseria. La cuento en 10 capítulos. Podrían ser 50 capítulos, porque para contar toda esta historia habría que hacer 20 películas. Ojalá que hubiera en Colombia un documental así, otro en Brasil y nos regaríamos por todo el continente.

 
- Se siente en el montaje rabia e indignación.....

 Yo siempre he reaccionado contra falsa asepsia del comunicador objetivo de la televisión donde se muestra una bomba y los cuerpos caen destrozados. El periodista mira a la cámara y dice: “Y ahora pasemos al casamiento de Kevin Costner” . Todo eso me parece monstruoso porque deshumaniza. Las imágenes se mezclan, se banaliza todo. Se les saca de contexto. Nosotros frente a un mundo frívolo, donde los medios contribuyen a generar confusión y donde la multiplicación de canales informativos (radio, televisión) no han multiplicado los puntos de vista, ni han multiplicado la diversidad.  Han multiplicado lo mismo. Es lo mismo dicho de múltiples maneras. Entonces yo creo que hacer este tipo de películas es volver a colocar las imágenes en su justo contexto con la información que le falta para hacer la interpretación correcta de esas imágenes. Y al mismo tiempo humanizarlas.  Tampoco intento regodearme en mostrar una monstruosidad. Pero es necesario, que el espectador argentino o porteño (que niega que en la Argentina hay esta miseria), mire esta chiquita desnutrida que no tiene ánimos ni para llorar.

 - Se considera un artista comprometido al viejo estilo del Nuevo Cine Latinoamericano?

 Las necesidades del artista son múltiples. Lo cual no quiere decir que se justifique que se le dé la espalda a la realidad o que se justifique que ese señor no se comprometa de una u otra manera frente al horror. Los mecanismos por los cuales al artista crea son muy complejos y misteriosos. En el caso  del cine en una película como “Memoria del saqueo” se juzga, está la reflexión, está la conciencia política y la conciencia ciudadana y humana.

En la Argentina, al fin del 86 volvimos a la democracia. Han pasado 20 años a 40 largometrajes por año son 800. Y solamente el 1% o quizás menos. 8 o 10 películas trataron el tema de la dictadura. Es una negación absoluta. Por supuesto, los temas dolorosos cuestan mucho asumirlos. Muchas veces ante una tragedia uno no puede hablar. Y con una sociedad donde todavía los familiares de los desaparecidos no han obtenido la información. En que circunstancias y donde tiraron el cadáver de tu hijo? Imagínense la cantidad de miedo que hay. Durante estos 15 últimos años que yo llamo el “periodo mafioso” se hicieron unos 600 largometrajes en Argentina. No hay 3 o 4 sobre la corrupción y sobre la denuncia de las atrocidades que se hicieron con los derechos sociales humanos y con el patrimonio. El robo. Todo eso significa que la mayoría de la gente, incluyendo a la gente intelectual y académica,  era conciente que Menem era un ladrón, un canalla y un padrino mafioso. Uno ve que la mayor parte de los directores de cine se ubican en el arco, digamos, del progresismo: al centro izquierda o a la izquierda. En sus círculos intelectuales pueden posar, pero en sus películas no se ve nada. Una gran parte de mi generación quedo quebrada o fuera de juego. Y los jóvenes de la nueva generación, que ahora tienen 40 años que vivieron? Después viene el postmodernismo donde todo se perdió.

 
¿Es este ensayo histórico, Memoria del saqueo, una manera de decirles a los intelectuales del mundo cuál es el rol que les correspondería desempeñar en estos momentos? 

Es peligroso decir hay que hacer esto o lo otro. El que tiene necesidad de escribir un poema, o de cantar porque el amor invade su vida en ese momento o porque su niño se le ha muerto, debe hacerlo y ya. Las necesidades del artista son múltiples. Uno se fue al exilio, por muy diversas razones, partió. Yo respeto mucho lo que pasa en las circunstancias de cada persona lo cual no quiere decir que justifique que le dé la espalda a la realidad, o que esa persona no se comprometa de una u otra manera contra el horror. Los mecanismos que el artista crea son muy complejos y misteriosos.  

En el caso del cine y de una película como Memoria del saqueo se juntan la reflexión, la conciencia política y ciudadana o humana al nivel del pensamiento.  

Hay que comprometerse. No ser un panfletario, esta es una actitud repudiable. Si uno se encuentra en la calle a un hombre maltratando a un niño o una mujer, uno se involucra. Ante la tragedia de mi país con 35 y 40 mil muertos al año por desnutrición y enfermedades curables, qué menos puede hacer un artista.  

El director de cine es un artista con una formación muy  amplia que no puede ignorar lo que pasa en la realidad. Yo podría ser restaurador y trabajar en una capilla perdida en medio del campo, pero el director de cine maneja mucha información, un medio de comunicación de masas, no puede ser un imbécil, ni hacerse el distraído frente a la realidad. El que trabaja y se expresa con un medio de comunicación de masas asume de hecho toda la información y todo el saber de la comunicación de masas; si no lo ejerce, es un ser despreciable y debe ser criticado. 

Aquel que opera con un medio de comunicación masivo, no puede ser ingenuo, tiene un arma extraordinaria y debe asumirlo con la mayor ética y responsabilidad.  

Si uno repasa la cinematografía norteamericana, encuentra una antología de monstruosidades: la lucha del mal y del bien... y pensar que a generaciones de niños le han educado viendo estos seres agresivos. La idea del malvado y su contracara, el justiciero, entrena la gran cultura de masas norteamericana que es bochornosa, es una cloaca de valores inmorales y destructivos. Ese pueblo sometido al terror desde pequeño no puede leer la realidad de otra manera que no sea la que le enseñaron los medios. Es una saga extraordinaria del terror, la inmoralidad, la imbecilización del espectador  y de categorías estéticas y dramáticas muy elementales. La mayor parte del cine norteamericano cabalga sobre la estructura del suspenso, la trama que deja fuera la realidad, que es generalmente la vida; todo esto se cierra con una suerte de película fantástica de ciencia ficción que es otra antología del horror, la corrupción, gran cloaca institucional que es la política norteamericana.  

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En Memorias…  hay coincidencias con la documentalística cubana, y el modo de hacer cine que nos legó Santiago Álvarez… 
Santiago Álvarez fue el gran maestro de la documentalística latinoamericana. Antes de hacer La hora de los hornos, difundía clandestinamente sus películas, las de Fernando Birri y otros.  Santiago Álvarez representa al documental militante. NOW es el ejemplo,  fue de un gran impacto. Lo que hizo desde el Noticiero ICAIC fue extraordinario, abrió cauces. Todo ello se expresa en mi obra, en La hora de los hornos y por supuesto en Memoria del saqueo. Su influencia del cine mudo soviético está también en estos documentales o ensayos históricos como prefiero llamar. 

El documental no solo denuncia lo que sucedió en Argentina, el saqueo de un país, sino que desmonta el modelo neoliberal, lo pone al desnudo. ¿Cómo definiría a Argentina, antes y  después de "El cacerolazo"? 

La Argentina de Menem y de De la Rúa es la que puede verse en Memoria del saqueo. Fue una gran estafa. Fue la Argentina del cinismo y la hipocresía, del saqueo y la ignominia que terminó en un genocidio social, aceptando como normal que la gente se muriera de hambre  en un país donde sobra el grano. Se nos prometió un gran desarrollo, progreso para todos; los medios hicieron creer al  país muchas mentiras;  además silenciaron el saqueo, el robo y la mafiocracia. 

Después del cacerolazo, la gente ya no se equivoca sobre quién es su enemigo, aquello dejó el sedimento de una desconfianza total. Volver a creer, lograr la confianza, la esperanza, lleva su tiempo.  

Ha afirmado que su lucha es justamente contra la cultura de la derrota. ¿Cuál ha sido el papel de los medios en la formación de esa cultura? 

Los pueblos no tienen muchas alternativas para cambiar la realidad, no tienen el capital, las riquezas del país no les pertenecen, no tienen el poder político, ni el poder de las armas; el único poder es su conciencia como energía movilizadora para unirse, organizarse y transformar la realidad. La realidad puede ser transformada. Nosotros vivimos una época de resignación y derrota; el postmodernismo y el neoliberalismo  nos inculcaron que no era posible otro camino. Todo ello a través de los medios de comunicación de masas, la verdadera brigada de choque, el bombardeo incesante de ese ejército de comunicadores, periodistas, empresarios, que desde los programas o los noticieros nos enseñaron el camino de la explotación salvaje de los unos contra los otros, o de la servidumbre frente al imperialismo dominante y de desprecio por los  valores nacionales; desprecio por la historia, la memoria… Esa  porquería inculcó la idea ―muy ligado por supuesto con el consenso de Washington, la caída del muro de Berlín, el vacío, el fin de la historia, el fin de las ideologías―, que no había otro camino posible que no fuera sumarse a ese tren, a ese proyecto, inculcaron el sentimiento de que no era posible el cambio. Todo fracasó. La única posibilidad que teníamos de salvarnos era acomodarnos a la nueva situación, y ahí mismo se nos dio el caso patético de mucha gente que tuvo actitudes éticas de resistencia, militancias heroicas inclusive que terminaron sirviendo como funcionarios de los proyectos más canallas.  

Pero el rasgo distintivo de esta época del neoliberalismo es haber permitido el  triunfo circunstancial de su modelo, es haber convencido a buena parte de nuestros sectores medios que no era viable otro modelo, como el de la utopía de un mundo justo donde se respeten los derechos  y donde la gente pueda hacer ejercicio soberano de su individualidad, de su valor; nos sembraron el sentimiento de la derrota. 

En Argentina, desde que llegó la democracia, el voto fue siempre traicionado y robado al votante. La gente terminó por no interesarle votar. Esa es la consecuencia del descrédito y la desconfianza, el escepticismo ante el hecho de creer que va a cambiar la sociedad porque se vaya a votar, es más, no quieren participar de esa farsa, hay una cultura de la resignación. El ciudadano no cree que puede cambiar la realidad, el sentimiento es pesimista. 

Esos factores subjetivos los remarco porque somos víctimas de los medios. Nadie lee los diarios, en un país donde el salario mínimo es de dos dólares por día, y un diario cuesta 50 centavos, igual que un litro de leche o un kilo de pan. La gente se informa a través de la radio, la televisión donde la batalla cultural y mediática es esencial para la democratización de nuestras sociedades. Vivimos en sociedades mediáticas donde la represión mayor, no es el policía, sino los medios. 

¿Cree que la nueva situación latinoamericana potencia un nuevo cambio, digamos un regreso a sus esencias?  ¿Apuesta entonces por una nueva América Latina? 

Soy de los que cree que tenemos todo para transformar y dar un vuelco a América Latina. Todavía no hemos realizado el proyecto inconcluso de Bolívar, San Martín, Sucre, Martí que es la gran patria latinoamericana. Todavía tenemos esa deuda, tenemos que lograr la unidad del continente del Caribe a la Patagonia y terminar con esta hegemonía norteamericana.  

Estamos  lejos de creer que el imperio está en expansión y avance, está en un retroceso espantoso. Lo hemos visto en la guerra de Iraq. EE.UU. no ha vencido, han caído en su propia trampa, no pueden salir ni de los cuarteles, no saben cómo regresar, pensaban que iban a financiar la guerra con el petróleo y les han incendiado todos los pozos, el costo político que han pagado es descomunal. Es una derrota espectacular para una guerra colonial de rapiña que termina aceleradamente, son los últimos estertores del imperio. La democracia norteamericana y sus instituciones pasan por su peor momento,  basta ver la película de Michael Moore (Fahrenheit 9/11), las quiebras fraudulentas de dos de las diez principales corporaciones del mundo: la Enron y el otro gigante mediático, eso no se puede hacer sin la complicidad de la fiscalía y las instituciones judiciales de EE.UU. Están en retroceso. 

América Latina tiene condiciones para ser una comunidad unida e independiente del resto del mundo, porque cuenta con todas las materias primas y los alimentos para autoabastecerse ―inclusive para exportar―, tienen materia gris, tecnología de punta, una gran creatividad, un pueblo hermosísimo, una identidad, esa identidad que está en el carácter latinoamericano. 

Con la caída del muro de Berlín, la  resignación y la apatía abrieron brecha  en el sentir  de  la izquierda, hubo una derechización de su pensamiento. ¿Es todavía la izquierda una alternativa en Latinoamérica? 

El cambio se tiene que dar a favor de los pueblos, y a favor de los pueblos es lo que llamamos la izquierda, los que luchamos por una sociedad justa, democrática. Hay que reconstruir una cultura de la victoria, con caminos alternativos y superiores, los del protagonismo de los pueblos. No queda otra salida que la integración del continente, apoyarnos como hermanos. América Latina tiene muchas asignaturas pendientes. Necesitamos grupos mediáticos, construir redes alternativas de comunicación, de información que estén en manos de los pueblos y no en manos del enemigo como sucede habitualmente. 

Tenemos que crear un canal informativo cultural de televisión que sea la expresión y la imagen latinoamericana donde se rescate la memoria, los acontecimientos históricos, los valores culturales, científicos, que dé un espacio al documental. Hoy no hay un documental latinoamericano en la televisión. Este canal de información objetiva, plural de lo que pasa en el continente debe ser faro de referencia para el resto del mundo. En lugar de ver CNN que pueda verse el canal latinoamericano. Todo eso se puede hacer, porque existen el talento, la capacidad, los medios técnicos, el satélite, pero no hay voluntad política.

A diferencia de lo que nos hicieron creer, pienso que estamos viviendo una época preciosa, como nunca antes se ha dado la coincidencia de varios gobiernos de espíritu y proyección progresista que ayudarán a impulsar mucho más el continente.  Creo que los tiempos marchan a favor nuestro

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