viernes, 21 de julio de 2017

EL SILENCIO DE LOS FUSILES O EL SILENCIO DE LOS INOCENTES

Se llega al teatro de Cine Colombia preguntando por El silencio de los fusiles. ¿Un documental? Y además ¿Colombiano? Y, además,  ¿sobre la guerrilla? ¿Ni siquiera merece un afiche con lo barato que esta la impresión en gran formato? ¿Un trailercito al lado de Transformers,  Spider man y demás obras maestras?

Hace poco, un crítico nos hacía caer en  la cuenta, que la guerrilla colombiana (la más veterana del mundo) no había sido suficientemente documentada en el cine. En ensayo y ficción literaria, en cambio, hay abundante material.
Unas veces caricaturizada por cineastas extranjeros despistados. Otras veces pintada como la responsable de todos nuestros males por los noticieros apéndices de multinacionales. Es cierto que hace falta una mirada desprevenida, amoral si se quiere, que entienda y contextualice el fenómeno desde todas sus aristas.

Por eso el documental de Nathalia Orozco llega en el momento indicado. Le da dimensión al momento histórico que vive Colombia: el proceso de paz arregló las cosas por las buenas.

II

Uno siempre quiere saber quién dirige las películas.  Y, ese el  mejor punto de partida. Lo hace una mirada fresca. No digamos imparcial, que en lenguaje cinematográfico quiere decir “aquel que quiere quedar bien con todo el mundo”. De manera que, de entrada, el espectador agradece que el montaje no sea de propaganda al estilo Leni Riefenstahl.
Por ello creo que la película no gustará a ningún extremo. Un viejo amigo de izquierda clásica me avisa que no irá a verla porque sospecha que será la versión fílmica “de la humillación del pueblo ante la oligarquía” y supone que para verla “hay que llevar rodilleras”.
Otro tanto opinan los traque-cristianos: que se le entregó el país a la guacherna. Es decir que de extremo a extremo se habla de claudicación y entrega.


III
Por supuesto que la realizadora no es objetiva. Toda la vida nos engañaron con esa palabreja solo para demostrarnos que la famosa objetividad es para ver las cosas desde el poder, para escribir la historia a la manera de los dueños de la tierra. Porque, además, el documental no pretende adoctrinar, ni lanzar verdades lacónicas. Más bien pone a hablar a los guerreros. Tanto a los guerreros de tiro limpio como a los que hacen la guerra desde la comodidad de un escritorio. Juan Manuel Santos, por representar a toda una casta gobernante secular, era el más indicado para sentarse a dialogar. Santos desciende de los que nos metieron en esta pelotera absurda.

IV

El montaje nos cuenta el proceso de Paz con sus secretos, idas y venidas y con sus grietas. Una especie de relación de pareja donde se arranca con desconfianza, luego se sueña la felicidad, se cae en una traición… Una relación de amor–odio en arenas movedizas. “Cuando más te mueves más te hundes” – aclara un entrevistado.
El silencio de los fusiles es pues, una crónica fascinante. Un día a día de dos enemigos que se odiaron toda la vida pero que se van a respetar. Toda guerra deshumaniza al enemigo. Al quitarle la humanidad tú lo puedes aniquilar sin muchas culpas. Y en una mesa de diálogo se habla con argumentos, con ideas, con lenguaje y se humaniza el encuentro. Lo que queda claro del documental de Orozco es que siempre será mejor acabar una guerra que atizarla y que los alzados en armas son, ante todo, víctimas.  Y creo que ahí es donde radica la fuerza del montaje.
Hasta los torturadores de la guerrillera Camila Cienfuegos son víctimas: “No los vi con odio, sino con compasión”- dice Camila.

V

Sorprende, que en los créditos, aparezca RCN. Igual sorpresa sucedió cuando en los créditos de El abrazo de la serpiente aparecía Dago García. Pero entonces uno concluye que, en el fondo, si saben por dónde es la cosa pero que se comportan como las majors de Hollywood que tienen una producción para el gran público y otra de Arte y ensayo.

Como acá no estamos hablando de entretenimiento sino de información, de manejo histórico, se infiere lo siguiente: piensan que una cosa es la mentira emotiva del día a día y otra, la reflexión para un público selecto. Para la gran masa el engaño y para la minoría cineclubista las poderosas razones del campesino que se declara en rebelión.

1 comentario:

Ángelarosa dijo...

Habrá que ir a verlo. Gracias por la reseña.