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sábado, 11 de marzo de 2023

MIS MUJERES

 

A mis hijas les tocó el último aliento de la extinción de los teatros. Alcanzaron a saborear el cine México, El San Fernando, El Cid… Teatro al que íbamos, teatro que cerraban. Les tocó en suerte un momento clave del cine de animación: la madurez de los guiones. Ese momento crucial sucedió cuando Pixar renovó a Disney y Hayao Miyazaki y su compadre también hicieron lo suyo. Fueron los primeros guionistas que consideraron al niño como un ser inteligente, capaz de leer un guion maduro. El cine necesitó 100 años para descubrir a los pibes. Hablamos de la generación de Ratatuille, Toy Story, Shrek, La princesa Mononoke, El puerquito rosado. Nunca olvidaré la reacción a “Mi hermano Oso” vista en el cine México. Valentina no paraba de llorar. Se ahogaba y rápidamente la acompañamos en las lágrimas por esa historia esotérica y potente.

Yo, en cambio, nunca tuve matinales de animación. En los teatros de barrio nos íbamos de doblete: una de Charles Bronson y otra de Lee Van Cleef. Bala corrida en cualquier pueblito del oeste. Era tanto el consumo de western que una vez le pregunté a una chica que donde vivía.

- En el oeste- dijo

La imaginé bailando en un saloon de Texas o raptada por los sioux en un paraje solitario de Kansas city.

En semana santa no faltaban las de Cristo. “El Mártir del Calvario” la han visto todas las generaciones desde 1952 para acá. La primera vez que la vi, pregunté qué idioma hablaba Cristo. Pues en unas hablaba inglés y en ésta perfecto españolete.

Mis hijas la disfrutaron tanto como yo a esa edad. “En verdad os digo…”- sentenciaba Enrique Rambal con sus bigotes peinaditos.



sábado, 16 de abril de 2022

TEATRO EL CID Y LA DÉCADA PRODIGIOSA

 

Sentí mucha nostalgia cuando el chico del trapo rojo me dijo: "El parqueadero es por esa puerta". "Esa puerta" resultó siendo el Teatro El Cid. Fui por primera vez cuando tenía 7 años de edad. Mi papá estaba preocupado porque veíamos películas del oeste fachongas, fachongas. La verdad es que las películas de John Ford eran obras maestras sin discusión pero tenían un veneno ideológico que mi hermano y yo aún no habíamos detectado.

Mi viejo, se dio a la tarea de gastarse un dineral viajando en Verde Bretaña ruta 4 , luego comprando esa boleta carísima e invitándonos a engullir crispetas con gasimba. ¿Y cuál era el afán de verla en teatro de primera clase? Pues que en el sindicato del cucho la pusieron de tarea, para que viéramos como fue realmente la conquista de América. Fue la primera película que vi de un director que adoro: Arthur Penn. La promocionaban como la gran superproducción de Hollywood. 

Lloré toda la semana, recordando las escenas donde los blancos pasaban a cuchillo a niños Cheyennes y a mujeres embarazadas. (El general Zapateiro recordó esta semana que no es la primera vez que su glorioso ejército mata a niños y mujeres embarazadas. O sea, esa práctica viene del lejano oeste )

Los dos grandes críticos de entonces opinaron así:

Vincent Canby : "Una película importante de uno de nuestros directores más interesantes (...) Hoffman está bien, al igual que el resto del enorme reparto"

 Y Roger Ebert : "Tremendamente entretenida (...) Nos permite saborear a la nación Cheyenne antes de que los hombres blancos trajeran la incivilización al Oeste"

Gracias al maestro Arthur Penn entramos de lleno al western revisionista, el que contaba cómo fue la barbarie. Ya el gordo John Wayne no nos descrestaba con sus desplantes republicanos.

 FLASHBACK

Pero la nostalgia de ver mi teatro convertido en parqueadero iba por otro lado, cuando empecé a escribir este texto. Tiempo después trabajé en el Teatro El Cid. Digo, trabajé porque lo alquilábamos para las funciones del sábado al mediodía. Y me puse a escarbar la historia.

El proyeccionista del teatro Calima (donde funcionamos con el cine club Cine Ojo) era un negro de dos metros, curtido por los proyectores, que solía contar anécdotas de primera mano. Hacia 1960, la empresa Cine Colombia quería tener un teatro a la altura de los mejores del mundo. En el terreno de la carrera quinta entre calles 9 y 10, se inició la obra. Un año después el teatro estaba listo, pero no se ponían de acuerdo con el nombre. Unos proponían teatro Cine Colombia para hacer honor a la empresa, otros Gran teatro de Cali. El caso es que llegó el día de la inauguración y nada de bautizo. Estreno a todo taco de la película "El Cid" protagonizada por Sofía Loren y Charlton Heston. Duró 13 meses en  cartelera y Bolívar Mosquera ( el proyeccionista de dos metros de altura) solía contar que se la aprendió de memoria tal cual Alfredo en "Cinema paradiso".

Nunca tuvo aviso como los demás teatros de Cali, la gente terminó bautizándolo con el nombre de la película.