miércoles, 2 de noviembre de 2022

ALGO VA DE "A BOUT DE SOUFFLÉ" A "SIN ALIENTO"

 

Por: Jaime Alberto Urazán

(Nota del Blogger: Un pana cinéfilo , fundador de "Cine Ojo" en Cali, nos envía esta nota a raiz de la muerte del maestro Jean-Luc Godard)

 A bout de Soufflé es un ícono de la nueva ola francesa. Cuando uno lee sobre esta película encuentra comentarios como “es una película que cambió el cine”, es decir es una obra maestra difícil de superar. Me pregunto entonces, ¿porqué o para qué hacer una nueva versión de ella? Difícilmente esta segunda versión dejará de ser una película de segunda línea. Nunca una obra de arte que pueda superar la original, exitosa no sólo desde el punto de vista económico, sino también y sobre todo de la crítica. Y es una consideración que ha crecido con el tiempo

 Es lo que pasa con “Sin Aliento” con Richard Gere y Valerie Kaprisky. No es que estén mal.

Es que no pueden ni siquiera llegar a lo que hicieron Jean Paul Belmondo y Jean Seberg. Ni los hermosos desnudos de la actriz francesa, ni la pinta de Gere alcanzan el refinamiento del trabajo de Belmondo y mucho menos el de la diva norteamericana, cuya vida terminó en tragedia. Su trabajo es fascinante y consistente durante toda la película, dando fuerza a la historia.

 

 Aunque Richard Gere consigue crear un personaje creíble y consistente, está muy amarrado al cliché norteamericano del “rebelde” con o sin causa. El gag en la universidad es una exageración que en realidad fastidia en lugar de divertir. Belmondo, el feo, podría ser un bandido colombiano o norteamericano, su actuación no tiene las barreras de la nacionalidad, ni la del tiempo. Sigue creciendo con el paso de los años. Es algo que se construye y se conserva, la eternidad de un personaje que puede llegar a ser icónico.

 Lo mismo puede decirse de Jean Seberg. La fresca belleza de su rostro, atrapa más que los bellos desnudos de Valerie. Uno quisiera de pronto ver algo más del cuerpo de la bella diva norteamericana, pero eso es un liviano pensamiento que se pierde en la fascinación de sus movimientos por la pantalla, soportados por la puesta en escena impecable y unos parlamentos precisos que dan fluidez y mantienen el interés de quien ve  la película.

                  
Uno podría pensar que el remake de esta joya puede apuntalarse en la utilización del color. Pero se pierde la posibilidad de tomar la belleza de los paisajes californianos que tienen la costa y las montañas y los bellos pueblos costaneros en los cuales habría sido mucho más rico visualmente un Porsche soltado a toda velocidad en las curvas de algunas carreteras estrechas de las montañas a la costa californiana. Por otra parte, las escenas urbanas a pesar de la acción de la persecución que se subraya en la versión norteamericana hacen ver muy pobre a Los Ángeles ante la sublime París, muy bien aprovechada por la película dirigida por el gran Godard.

 

El guion llevado a la pantalla es muy similar. Se habla de México en lugar de Italia. Los autos son espectaculares repitiendo el bello T-bird. Se subraya las escenas eróticas y los desnudos. Pero se llega al límite del melodrama en la relación de Mónica con el bandido de poca monta, cayendo de nuevo en el cliché del cine norteamericano, que se ha visto repetidamente en películas como El Graduado o en An officer and a Gentleman. La secuencia de Jean Paul Belmondo caminando moribundo en una huida sin posibilidades del acoso de los policías trató de ser superada por la danza de Gere, que de manera acrobática se agacha a tomar el arma. A pesar de su espectacularidad no logra causar el impacto del bandido sin futuro que cae ante las balas de la policía.

 En lo que se puede pensar que es más interesante la versión norteamericana, es en la música, California ofrece la riqueza del encuentro del rock y el jazz norteamericano con la música latina, su danza, que logran los mejores momentos de la película. Estos, sin embargo, son suplementarios, no agregan mucho al resultado final, aunque sí la hacen más interesante.

 

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