sábado, 23 de mayo de 2015

El Abrazo de la serpiente: La selva en Blanco y negro


“Antonio Pigafetta, un navegante florentino que acompañó a Magallanes en el primer viaje alrededor del mundo, escribió a su paso por nuestra América meridional una crónica rigurosa que sin embargo parece una aventura de la imaginación. Contó que había visto cerdos con el ombligo en el lomo, y unos pájaros sin patas cuyas hembras empollaban en las espaldas del macho, y otros como alcatraces sin lengua cuyos picos parecían una cuchara. […]Contó que al primer nativo que encontraron en la Patagonia le pusieron enfrente un espejo, y que aquel gigante enardecido perdió el uso de la razón por el pavor de su propia imagen.” La soledad de América Latina GGM


El director de fotografía Néstor Almendros, solía decir que las películas en blanco y negro siempre estaban bien vestidas. Siempre lucían elegantes, como un traje de frac.  De tres largometrajes en su cuenta, Ciro Guerra ha rodado dos en Blanco y Negro lo que demuestra que hace parte de una estética propia. Porqué perder la exuberancia del verde? Porqué perder la belleza colorida de Chiribiquete? – preguntaba una espectadora ocasional.

Guerra ha elaborado una paleta con muchos tonos de grises. Ha contado la tragedia sin esconder  un grano enorme en el cuadro.  Es decir, la invasión tiene en “El abrazo de la serpiente” un tono a daguerrotipo.

Alemanes y Manigua

La lista de los alemanes que se han paseado por nuestras tierras buscando el olor de la guayaba es extensa. Desde Alexander Von Humboldt  hasta Theodor Koch-Grünberg . Y por el lado del cine el imprescindible es Werner Herzog,
Es imposible empezar el visionado de “El abrazo de la serpiente” sin pensar en la trilogía Herzogiana que inicia con Aguirre, la ira de Dios”. Pero, poco a poco Guerra se va desmarcando para dejarnos en claro que lo suyo no es el colonialismo a secas. Lo suyo es la reconstrucción de un Amazonas que ya no existe. Un Amazonas del cual apenas tenemos referencias en novelas como “ La guerra del fin del Mundo “ de Vargas Llosa y “ Un viejo que leía novelas de amor” de Luis Sepúlveda.

Pero Ciro Guerra sigue derecho. Su película es un daguerrotipo sobre un viaje que alucina. En todo el sentido de la palabra. Alucinan los alemanes tragados por la manigua, alucina el protagonista en sus viajes cósmicos y alucina el evangelizador convertido  en el nuevo redentor.

Aun así,  la propuesta de Guerra no es aleccionadora, ni revisionista , ni panfletaria. Su originalidad radica en la poesía. Allí donde Herzog se detenía a mirar la exuberancia de la selva, Ciro Guerra se detiene a mirar a los personajes en un contraplano del dolor.

 “El abrazo de la serpiente”  utiliza el plano largo (tan de moda en el cine latinoamericano) pero para mostrarnos  un asunto casi místico, cósmico. No es el plano largo aburrido de un Lisandro Alonso sino la respiración del personaje, la angustia del enviado de Dios, la ambición de quien realiza el hallazgo científico y el fracaso del ser humano atrapado en su propia barbarie.  Ciro Guerra ha filmado una película clave en la atropellada historia del cine colombiano dejándonos un malestar en la cultura.


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