Cuando hicimos el conversatorio sobre los premios Oscar, el moderador pidió elegir una película, solo una, de las veintipico nominadas. Al unísono, el trio de cinéfilos contestamos: “Past Lives”.
Hoy la proyectamos en el cine club y me dio por verla de
otra manera. La pensé en su inicio y en su final. Pensé en la narración de la Biblia,
que arranca en la nada, luego construye las maravillas y, al final, lo destruye
todo. Es el fin del fin.
LA PRIMERA SECUENCIA:
Tres personajes se encuentran en un bar. Al centro una chica de ojos rasgados, a su derecha un chico de ojos rasgados y a su izquierda, un occidental que podría ser gringo. La iluminación es a lo Gordon Willis, en El Padrino 1. (Esa famosa secuencia inicial de Coppola, donde predomina el amarillo de la piel, que resalta sobre la penumbra.)
Tenuemente, al fondo una pareja y a la
izquierda del gringo una mano que prueba su copa. Es un solitario en el bar.
El punto de vista es el de dos chismosos que se encuentran
frente al trio. Especulan sobre lo que puede estar pasando.
“- ¿Qué vínculos crees que tienen entre ellos?
-
Mmm...No lo sé
-
Sí, no es fácil.
-
Yo diría que el tipo blanco y la chica
asiática están
en una relación. Y que el otro tipo
asiático es
el hermano de la chica.
-
O bien, la chica asiática y el tipo asiático
están
en una relación. Y el chico blanco es el
amigo
americano de ellos.
-
Ni siquiera le hablan al chico blanco.
-
Quizá son turistas y el tipo blanco puede ser
su guía.
-
¿Bebiendo a las cuatro de la mañana?
-
Sí, tienes razón. No tiene sentido.
-
Quizás sean solo amigos.
-
No tengo idea.”
AQUÍ LA SECUENCIA
SECUENCIA FINAL (si usted no
ha visto la película, por favor abandone la lectura y el visionaje, contiene
spoiler)
Al abordar el taxi, el asiático
se despide con un “hasta la próxima”. Entendemos que es hasta la próxima vida o
hasta la próxima reencarnación.
Y ahí arranca el largo
travelling por el andén solitario. No hay nadie mas en la acera. La cámara
camina al ritmo de la asiática. Camina suave. Respiramos con ella. La cámara y
ella se detienen en la entrada de la casa. Se abraza al gringo (que ya sabemos,
es su esposo). Se escucha un “Lo siento”. Suben las gradas. Abren la primera
puerta que es marrón y está oscura. Esa es la vida pasada. La que dejó en Corea.
Caminan y alcanzan la segunda puerta que está iluminada y pintada de rosa. Ésta
es la nueva vida.
AQUI LA SECUENCIA FINAL
“Tanto tiempo disfrutamos de este amor
Nuestras almas se acercaron,
tanto así
Que yo guardo tu sabor
Pero tú llevas también
Sabor a mí
Si negaras mi presencia en
tu vivir
Bastaría con abrazarte y
conversar
Tanta vida yo te di
Que por fuerza tienes ya
Sabor a mí”
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