Ganadora de la Palma de Oro en Cannes 2022 |
¿Puede un director empezar con Robert Altman (inicio) seguir con Fellini (desarrollo) y rematar con Luis Buñuel ( fin)? “El Triángulo de la tristeza” tiene tres actos, tres ángulos. Cada constelación avanza como la santísima trinidad de la dramaturgia. Tres actos distintos y una película verdadera.
Ruben Östlund, el sueco que se burla de la condición humana, ya se había
mofado del arte contemporáneo en “The Square”. Ahora viene recargado y más
ácido.
“El triángulo de la tristeza” nos regala un inicio a lo Altman (quien supo
mirar el mundo de la moda en “Pret a porter”) pero va más allá y aquí nos
retrata el mundo de la carne: los modelos. Luego los personajes se lanzan al
crucero como el Fellini de “Y la nave va” (aunque con sorpresitas a bordo) para
rematar como el Buñuel de “El ángel exterminador” y “Robinson Crusoe”
Es cierto que Östlund es una suma postmodernista de discursos diversos y
nos prepara para darle duro al capitalismo desde el capitalismo mismo.
Charlbi Dean hermosa protagonista, fallecida en extrañas circunstancias en agosto de 2022. |
¿Es posible desmontar este mundo desigual para armar uno mejor? ¿Se
agotaron tanto el socialismo como el capitalismo? ¿De desigualdad nadie se ha
muerto, como lo expresó un analfabeto colombiano? A Ruben Östlund no le
interesa adoctrinar a nadie. De hecho, me parece el más anarquista de los
directores actuales. Y más anarco que Buñuel ya son palabras mayores.
Un poco también como “El señor de las moscas” aunque con un pesimismo
elevado al millón. “El triángulo de la tristeza” deslumbra, emociona, nos hace
reír con culpas, con un final amargo que nos recuerda que el ser humano está
condenado a la auto-destrucción, pues es la única especie que asesina por puro
placer. Y la especie que prefiere destruir el planeta que cambiar la economía.
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