jueves, 29 de agosto de 2019

Discurso de Lucrecia Martel a Almodóvar : Piensa en mi



Lucrecia Martel, Presidenta del Jurado del festival de Venecia 2019, leyó el poderoso discurso con el cual se exalta la vida y obra de Pedro Almodóvar. 

Estamos hoy reunidos para celebrar a Pedro Almodóvar.
Uso estas palabras que son las mismas de la misa católica.
El cine es su religión, lo ha dicho muchas veces.
El cine corregía lo que la escuela humillaba en él y en muchos niñas y niños.
Su parroquia fue la sala de cine de barrio.
En ese altar de luces, de canciones pegadizas, danzaron las divas de todos los tiempos que lo protegieron de la inutilidad moral, como debieran hacer los santos.
En un reportaje dijiste que seguramente fuiste un niño muy fuerte para soportar la mirada de incomprensión.
El más fuerte de los niños.
Almodovar fue causa y consecuencia de La Movida, la contracultura que desempolvó a España del largo letargo del franquismo.

Combatieron con las mejores armas: películas, revistas, libros, música, fiestas.
Digo esto con nostalgia de aquellos años 80 en que el deseo estaba mucho menos organizado.
La salud no era un bien necesario. Y la ciudad era la aventura a la que había que lanzarse.
Era más importante aventurarse en ciertas calles que tener un home theater 5.1 para ver tres seasons de 11 capítulos.
Una década con muchísimo menos miedo que ahora.
En 45 años ha dirigido y escrito más de treinta películas y cortos.
Sus invenciones forman parte de la memoria de la humanidad.
Desde una bolsa de almacén en México a un pastillero en Tokio.
Todos sabemos que hizo cine sin ir a una escuela de cine, y festejamos esa carencia.
Afinó sus oídos en los chismes de peluquerías, con las lavanderas en el rio, en callejones de adictos insomnes, en el cotilleo de los vecinos.
Para varias generaciones de directores latinoamericanos su cine fue una reconciliación con el castellano. Tus diálogos nos iluminaron el lenguaje de nuestras propias familias.
Nos señaló el exquisito camino que las cantantes populares como Chavela, la Lupe, Mina, abren en la banda sonora.


Coleccionó en su infancia cromos o figuritas de divas del cine, impresos en colores chirriantes que, dice, inspiraron su extravagante paleta de colores.
Pero es imposible ver la obra de Almodóvar sin reconciliarse con los rincones de nuestras casas donde naufraga la moda.
Los fondos que pueblan nuestras fotos familiares.
Nuestras fiestas de quince, y sus peinados.
Almodóvar inundó nuestra memoria con invenciones que no necesitan de gran presupuesto, sino de honestidad provinciana.


Esos livings de empapelados desquiciados, los enfermeros amantes, esas alfombras de animal print, los peinados con spray, las mujeres asimétricas, los aros de cafetera nos hicieron más libres.
Nos liberaron del buen gusto, de la buena educación, de la moral mezquina de los que se llaman a sí mismos normales.

Nos liberaron de la claridad de los lazos familiares.
Nos reconciliaron con la estupidez, con los refranes incomprensibles, con los malentendidos.
Mucho antes de que las mujeres, los homosexuales, las trans, nos hartáramos en masa del miserable lugar que teníamos en la historia, Pedro ya nos había hecho heroínas.
Ya había reivindicado el derecho a inventarnos a nosotras mismas.
Ya había puesto las prótesis de mamas, los dildos, al lado de un cucharón, o una olla de vapor, al mismo nivel que cualquier cosa útil.


Ahora se está ocupando de los hombres. Fundamental. ¡Gracias Pedro!
No hay deber ser en la ética de Almodóvar, hay obligación de crearse. Obligación de inventarse.
Desbarató la moralina que esconden los géneros del cine, los mezcló, elevó el melodrama por encima del thriller.
Abrazó el ridículo para hacer un arma sin precedentes contra el maltrato.
Si aceptamos que el cine expande el mundo que conocemos, el mundo ha crecido mucho desde que Pedro lanzó sus cortos a mediados de los años 70.
Sus películas inauguraron territorios donde se puede vivir mejor.
Pedro, ahora que la ultra derecha se levanta en el mundo como si nada hubiera pasado, ahora más que nunca lo necesitamos. Porque seguimos mojando nuestros bikinis en un mar de muertos.”
Aquí el discurso en vídeo:



Muerte en Venecia

Hoy en mi cueva el tema fue Lucrecia Martel presidenta del jurado del Festival de Venecia 2019:
"Yo no separo al hombre de la obra. La presencia de Polanski [en el programa del festival] me resultó muy incómoda. Hice una pequeña investigación, con Internet, y consultando a escritoras que han tratado estos temas. Y vi que la víctima dio este caso por cerrado, no negando los hechos sino considerando que el señor Polanski había cumplido con lo que la familia y ella habían pedido. No puedo ponerme por encima de las cuestiones judiciales. Pero sí puedo solidarizarme con la víctima"
Y, para que no quedaran dudas , Lucrecia le lanzó un cuchillo al agua a Román: "No voy a asistir a la proyección de gala del señor Polanski porque yo represento a muchas mujeres que en Argentina luchan por cuestiones como esta, y no querría levantarme para aplaudirle. Pero me parece acertado que su película esté en el festival, que haya diálogo y se debatan estos asuntos”

Hay que recordar que Polanski tiene pendiente un juicio en USA por violación carnal a una menor de edad. Con los gringos vive su propia Luna de Hiel. ¿Es válido juzgar a un artista por su vida personal y no por su obra? He aquí el Cul-de-Sac que le causa Repulsión a Lucrecia.

Cinéfilo 1" Para mí es un debate inútil . ¿Juzgar a Oscar Wilde porque perseguía muchachitos? ¿A Poe porque se iba de putas? Al artista lo juzgamos por su obra. Entramos en el debate de si Woody Allen acosó a su hijastra?. me parece que es hilar muy delgado y entrar en el terreno de la palabra del artista V.S la palabra del denunciante"


Cinéfilo 2 : "Pedirle al artista que sea señora de la caridad, que reúna las virtudes teologales y la bondad de Cristo y a ello sumarle genialidad en sus películas?. No por favor. Esa mezcla es explosiva. Al gobernante si hay que pedirle cuentas puesto que trabaja con nuestros votos y nuestro dinero. Hemos caído en eso: se le exige más a un deportista que a un político"

Cinéfila: "Alto ahí. Yo no pido que Polanski sea hermana de la caridad. Pero que responda por sus actos. Y dado que no lo ha hecho, dado que es un fugitivo , hay que agarrarlo en los Festivales tal como ha hecho Lucrecia Martel. Si no hay sanción jurídica por lo menos que haya sanción social. Que pensaría usted supermacho, si la violada menor de edad fuese su hija? mantendría la misma distancia ?"


Yo, que tengo tres hijas, no he querido separar mis sentimientos de la admiración que me produce la obra de Polanski, uno de los directores más vitales del cine actual. Siendo muy joven, "El inquilino" fue para mí una revelación. Desde entonces, lo sigo de cerca. ¿Puede ahora, Lucrecia Martel juzgar como jurado a la película de Polanski en competencia oficial de Venecia? ¿Debió declararse impedida? ¿O nombrar un jurado Ad Hoc, tan de moda por estos días?