domingo, 27 de agosto de 2023

EL CINE DENTRO DE CIEN AÑOS, por D. W. Griffith

 

NOTA DEL BLOGGER: En 1924, un periódico le encomendó a D.W Griffith imaginar cómo sería el cine en el año 2024. Por considerarlo de interés y porque el futuro ya está aquí, lo reproducimos en esta traducción de Luis Ospina.

Griffith fue el mas grande director norteamericano del periodo mudo. Ferviente lector de Dickens, supo trasladar la estructura del relato literario hacia el naciente cine y lo dotó de identidad. Es responsable de obras maestras como “Intolerancia” y “El nacimiento de una nación”.

 .................................

Dicen que soy un realista, un hombre que se desempeña mejor cuando reproduce en el cine la vida tal como él la ve o la conoce. De lo que el editor inmediatamente asume que la fantasía sea algo fácil para mí, y me propone una pregunta que escasamente se puede contestar con algo que no sea un sueño. Afortunadamente yo tengo mis fantasías.

 ¿Cuál cree que sea el estado del cine dentro de cien años?, me pregunta el editor en cuestión.

 Yo me he preguntado eso muchas veces, y como no soy una de esas personas que responde a su propia imaginería con respuestas, puedo por lo menos dar una opinión. Puedo cualificar esto añadiendo que esta opinión de alguien que le ha dedicado gran parte de su vida al tema.

 En el año 2024 lo más importante que habrá logrado el cine será la eliminación del conflicto bélico en el mundo. El cine será el factor más poderoso en hacer que esto sea posible. Usando el lenguaje universal del cine se establecerá en toda la tierra el verdadero sentido de la hermandad del hombre. Por ejemplo, el inglés habrá aprendido que el alma del japonés es, esencialmente, igual a la suya. El japonés se dará cuenta que sus ideales son los mismos que los del americano. Todos los hombres son iguales.


No se debe asumir que yo crea que dentro de cien años el cine haya tenido tiempo de educar a las masas, apartándolas del caos y de la discordia. Lo que quiero decir es que, para ese entonces la guerra, si es que todavía existe tal cosa, se librará estrictamente sobre una base científica, sin el elemento de la destrucción física. Mi teoría es que el conflicto será también gobernado por leyes científicas y por reglamentos a los que ambos bandos de la controversia se suscribirán. Ejércitos provistos de guantes de boxeo, hombre a hombre, se enfrentarían en una "batalla" para determinar el vencedor. No les estoy tomando el pelo. Hablo en serio. Será una cuestión de ciencia y juego limpio hasta el último momento. Hablo también en serio cuando predigo que después de la "batalla" los guerreros se retirarán a una cantina a beber jugo de uvas. Así como se eliminaron las viejas prisiones de deudores inglesas por medio de la educación, así mismo se eliminará el conflicto armado.

 No hay duda que dentro de un siglo encontraremos muchos más dramas íntimos presentados en las pantallas, aunque siempre existirá un campo aparte para los films de amplios panoramas como NACIMIENTO DE UNA NACIÓN y AMÉRICA.

 Uno entrará en su sala de cine preferida y verá a los actores el doble de grandes de como los vemos ahora, porque las pantallas serán el doble de grandes, y la película el doble de ancha. Con estas ampliaciones los primeros planos desaparecerán casi por completo, ya que será relativamente fácil ver las expresiones faciales al ver los actores de cuerpo entero. Siempre será necesario filmar la cara en el cine. El rostro es el reflejo del alma del hombre.

 

Nuestros close ups, o insertos, como los llamo yo, a menudo son cansones y desconcertantes. Yo los inventé, pero he tratado de no abusar de ellos como muchos lo han hecho. Es un truco mecánico y de poco crédito para cualquiera.

 Digamos que ahora hay cinco teatros de estreno lujosos en una calle de Nueva York. En 2024 habrá por lo menos cuarenta. Las ciudades de veinte mil tendrán más de cien. El cine, gracias a su gran alcance, estará capacitado para contar cierto tipo de historias como ningún otro medio. Pero debo añadir que la gloria de la palabra hablada y escrita en el drama íntimo y poético nunca podrá ser superada por otra forma de expresión.



 En el año 2024 nuestros mejores directores serán hombres graduados de escuelas, academias y universidades con cursos de cine. Nuestros actores y actrices serán artistas graduados de escuelas y universidades con cursos altamente especializados sobre la actuación frente a las cámaras. Esto es inevitable.

 Soy bien consciente que la difícil y arbitraria forma como se selecciona hoy en día el talento cinematográfico (y por talento cinematográfico quiero decir directores, diseñadores, actores, y camarógrafos) no durará mucho. El tiempo se encargará de arreglar esto a base de mérito y equipo.

Griffith , de sombrero, junto a Chaplin

 Cada semana me preguntan varias veces si creo que la fotografía en color del cine pueda ser perfeccionada. Lo más probable es que sí, creo yo. Indudablemente todos los métodos de tintes y proceso de color ahora en uso no son los correctos. No se ha llegado a ellos con el mínimo de inventiva y por lo tanto no pueden durar. Los films en color que vemos en la actualidad han sido hechos usando gelatinas sobre la película o poniendo lentes de colores frente a la película. Estos sistemas carecen de armonía) fidelidad. Debo admitir que yo también he experimentado con ellos pero sería el último en hablar seriamente sobre los resultados obtenidos. Hemos estado sólo explorando y especulando.

 Solo por medio de un método será posible obtener color natural en el cine. Este método desarrollará una película tan sensible que podrá fijar los tintes y los colores naturales a medida que ésta se filme.



 Es lógico que el hombre o la mujer poco entendido en la materia crea que esto es muy remoto y poco posible. Pero pensemos en la conquista del aire, ¡el descubrimiento de un medio por el cual la voz humana puede ser transmitida por el aire tres mil millas! Cuando nos ponemos a pensar en lo que se ha logrado en este campo sería insensato suponer que la fotografía en color —natural, permanente— no se pueda inventar. Dentro de cien años el color de los ojos y el pelo de una mujer, el color del mar, los colores del arco iris serán una parte natural de todo drama cinematográfico.

 En cambio, estoy seguro que dentro de un siglo se habrá abandonado todo intento de hacer cine hablado. Esto es cierto porque la propia esencia del cine no hace necesaria la palabra hablada. La música –la buena música– siempre será la voz del drama mudo. Dentro de cien años encontraremos a los más grandes compositores de la época dedicando toda su maestría y su genio a la composición de música especial para el cine.

 Habrá tres personas principales en la producción de un drama cinematográfico: primero el autor y luego, el director y el compositor, todos ocupando puestos de igual importancia.

 No queremos ni vamos a querer oír la voz humana en nuestros films. La música, tal como yo me la imagino dentro de cien años, se usará para visualizar la imaginación del ser humano. Y, así como en nuestra imaginación esas voces invisibles son siempre perfectas y dulces, o si no magníficas y emocionantes, uno las encontrará registradas en la mente del espectador, en forma de música bella, expresando exactamente lo que el autor quiere. A mí se me hace que esas imágenes que vemos en la pantalla deben ser siempre mudas. Cualquier otra cosa sería ir en contra del objetivo real de este nuevo medio de expresión. Nunca habrá films hablados. ¿Por qué han de haberlos si la ausencia de voz puede ser tan bella como la música? En la música bella no hay "r's" disonantes ni consonantes retorcidas ni farfulleos guturales ni tonillos nasales. Por consiguiente el espectador medio preferirá ver las imágenes y dejar que la voz que le hable sea la de la música, uno de los artes más perfectos.

 Parece que soy muy enfático al respecto, y quiero serlo.

 En el año 2024 tendremos orquestas de todo tipo trabajando para el cine. Cada teatro tendrá varias orquestas de diferentes caracteres. Los films grandiosos con amplios espacios abiertos siempre tendrán más de una orquesta a su servicio. Cuando se necesite un cuarteto de cuerdas para una escena, allí lo habrá. Cuando se necesite el gemido de una guitarra o el rasguido de un banjo, allí estarán. También habrá orquestas sinfónicas más grandes de lo que ahora podríamos imaginar para acompañar lo grandioso y lo sublime.

 Nosotros escasamente tenemos una idea de lo que será el desarrollo de la música para el cine. Me parece un poco cómico darme cuenta ahora del lugar tan pequeño de nuestra vida cotidiana que ocupa el cine, a pesar del gran aumento que ha habido en los últimos años en la asistencia a las salas de cine. Dentro de cien años creo que los aviones de pasajeros exhibirán películas en sus vuelos regulares entre Nueva York y Chicago y entre Nueva York y Londres. Los trenes, que viajarán a velocidades dos o tres veces mayores a las de ahora, tendrán vagones con salas de cine. Casi todos los hogares de buen gusto tendrán su sala privada donde las familias podrán proyectar miniaturas de los grandes films, y, por supuesto, podrán hacer álbumes con películas en lugar de fotograbados y fotos fijas. Los grandes barcos de vapor se jactarán de exhibir películas de estreno a bordo traídas a la mitad del océano por aviones. Además todas las clases de nuestros colegios se dictarán con la ayuda del cine y de los dibujos animados educacionales.

 Cuando todas estas cosas sucedan ya no habrá titileo en las proyecciones. Los personajes y los objetos se verán en la pantalla (que para ese entonces tal vez no será blanca, y ciertamente no cuadrada, ni nada parecida a las de ahora) como si los estuviéramos viendo en la vida real. La tan discutida "profundidad" en el cine, que hasta ahora no ha sido perfeccionada, para ese entonces ya se habrá inventado y adoptado. La imagen no se verá plana: si un personaje camina hacia la chimenea uno reconocerá la distancia que existe entre el personaje y la chimenea.

 Asimismo, en los paisajes, uno podrá 'sentir' el sentido propio de la distancia. Las cimas de las montañas no parecerán como si estuvieran una encima de otra sino que se verán exactamente como si estuviéramos parados mirándolas. Claro está que todos estos son meros detalles que requerirán largos e intensos estudios y experimentos, pero vendrán. En otras palabras, desde el punto de vista de la naturalidad, las imágenes del cine dentro de cien años serán tan parecidas a las personas y a los objetos filmados que uno, sentado en su butaca, no podrá saber a ciencia cierta sí son imágenes o la vida misma.

 Perfeccionando el sistema de iluminación el cine se verá tan fluido ante el ojo como si fuera un cuadro estático iluminado. Para ese entonces los estudios habrán cambiado mucho, y en lugar de forzar a un actor a trabajar frente a grandes luces enceguecedoras, que ahora a veces alcanza los 117º F, sino que tendremos luces "Frías". Ya estamos experimentando con estas. Nuestros estudios serán instituciones de amplio crecimiento, tan grandes como algunas ciudades que rodean a Nueva York. Creo que dentro de cien años la producción cinematográfica no estará concentrada en sitios como el Hollywood de hoy en día. Las películas serán hechas en varias ciudades, la mayoría de éstas cerca de Nueva York.

 Me molesta un poco cuando me preguntan si la popularidad del cine pasará. Me parece ridículo. Tan ridículo como asumir que la popularidad de la música, o de la pintura, o del teatro, pasará.

 No. No creo que la popularidad del cine disminuirá; ya lo he dicho que aumentará y seguirá aumentando. Por ejemplo podríamos citar mi propio film NACIMIENTO DE UNA NACIÓN, que fue reestrenado hace dos años, después de no haber estado en cartelera durante los últimos diez años, y su éxito fue tan grande como cuando el estreno. La popularidad del cine (que es una forma natural de la expresión dramática) aumentará a medida que la calidad de las películas vaya aumentando. Dentro de cien años tendremos novelistas que le dedicarán todas sus energías a la creación de argumentos originales para el cinematógrafo. Por esto quiero decir que los novelistas dedicados exclusivamente al cine crearán personajes, situaciones y dramas en función de imágenes. Habrá historiadores del cine que serán una gran ayuda para la producción. Habrá artistas de cine de todas clases. Los resultados serán más naturales, más dignos y más sinceros porque tendremos personas especializadas en cada una de las ramas del cine, todos unidos con un misino fin: crear una película.



 No puedo negar que el radio ya tiene su propio público. Sin duda ha apartado a mucha gente de los cines y los teatros. Es un descubrimiento grande y útil, un medio glorioso. Dentro de cien años no habrá confusión entre la radio y el cine. No puede haber conexión ni conflicto entre los dos. Tal vez haya conflicto entre la radio y el teatro pero no entre la radio y el cine. Cada uno ocupa su propio sitio exclusivo en nuestras vidas.

 Ahora preparémonos para un pequeño sobresalto. Dentro de cien artos el cine costará aproximadamente el doble de lo que cuesta hoy en las salas de estreno. Es apenas lógico. El tiempo, el esfuerzo, la energía, y la preparación invertidos en un film serán mayores. Honestamente en ningún momento puedo comprender como hubiera sido posible poner más tiempo, más esfuerzo, más energía, y más preparación de la que puse en mis propios films; pero, para ese entonces, esto será cierto hasta de los films comunes y corrientes. En el año 2024 la entrada a los films de calidad no constará menos de cinco dólares.

 Viendo la bola de cristal he visto muchas cosas que no he mencionado aquí. Quizás sería un poco aburridor discutirlas. Pero sí quisiera decir una cosa sin cualificaciones: El cine es un niño al que le hemos dado vida en nuestra generación. A medida que va creciendo se va desarrollando maravillosamente. Nosotros pobres almas escasamente podemos visualizar o soñar sus posibilidades. Debemos ser cariñosos con él en su juventud para que en su madurez pueda recordar su niñez sin remordimientos.

 David Wark Griffith

 Collier's mayo 3, 1924.

 Revista “Ojo al Cine” nº 3 y 4, 1976

 Traducción: Luis Ospina.

No hay comentarios: