“Lunana: a Yak in the classroom” , estuvo nominada al Oscar a mejor película de habla no inglesa. No ganó, pero fue la campeona sin corona. Si bien la ganadora ( Drive my car) es una maravilla, a Lunana la queremos como se quiere a las películas chiquitas, poéticas , llenas de personajes sencillos que reflejan una cultura compleja.
Dice una página
experta que desde el 2010 Butàn produce un promedio de 3 películas al año, hay
años que dobletea esa producción.
Recordemos que Butàn
es un reino y es el único país del mundo cuyo índice no es en PIB, ni el
ingreso per cápita. Es el IFB (índice de felicidad bruta). Por lo que es
llamado “el país de la felicidad”. Tiene unos 800 mil habitantes y su
territorio es el Valle del Cauca sumando el departamento del Quindío. A pesar
de encontrarse en medio de dos países superdensos como India y China, allá no
le jalan a tener muchos hijos. Su religión oficial es el budismo y mantiene
buena amistad con India a la que ha copiado su sistema de producción
cinematográfica. Es decir, el fuerte es la música y algunas veces, la danza.
El protagonista se
quiere ir a buscar fortuna a Australia pero termina en una aldea de 56
habitantes. Allá en los montes del Himalaya. Viene de la ruidosa capital y
llega a la silenciosa Lunana, cuya escuela se encuentra destartalada. Es una
migración al país profundo, a la cadena de montañas donde el día dura más. Los
músicos de tradición y oído son los pastores de yaks (primo hermano del
bisonte) y su flautín mientras pastorean.
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