Me pregunta un
periodista sobre la película E.T ( El Extraterrestre) e inmediatamente viajo a
ese día del estreno. Teatro San Fernando. La fila daba la vuelta hasta la
estación de gasolina. Había gente que se había amanecido y vendía puestos
adelante. Nunca lo olvidaré, porque ese día iba con mis sobrinos y con la vecina
que era de otro planeta: la mona Sofía. Amor de quinceañeros. Era puro fuego,
la mona. Rubia, rubia, rubísima.
Siendo muy chico, Steven
Spielberg había dirigido “Duel” que, cuando la dieron en el Teatro Variedades,
nos dejó temblando. Allí, retomaba el mito de David y Goliath y lo trasladaba a
la batalla de dos carros. Un automóvil muy chiquito y una tractomula de 4
toneladas. Hasta Truffaut quedó maravillado del guion y la técnica y escribió
un elogioso comentario. De ahí nació la amistad del joven Steven y el genial François.
Al punto que le dio un pequeño papel en “Encuentros cercanos del tercer tipo”.
Pero volvamos al
cabezón. El teatro San Fernando tuvo que dar funciones desde las 10 de la
mañana para dar abasto. Yo volví al otro día solo, sin la mona, ni sobrinos
porque no me había podido concentrar. La película tenía un encanto especial que
en ese momento adolescente uno no sabía descifrar. Los periódicos hablaban de desmayos y nauseas
en los teatros gringos.
¿Por qué se desmayaban
algunos chicos? ¿Y porque otros vomitaban? El psiquiatra Richard Sloves realizó
en su tiempo una célebre investigación con niños entre 8 y 12 años que habían
sufrido durante la proyección de la cinta. Al publicarla en el poderoso NY
Times (https://www.nytimes.com/1982/12/21/science/the-alien-already-here-insights-into-et-s-power.html)
la cosa trascendió y aquí fue replicada por la gran prensa.
Es decir que la película
les restregaba el abandono. Ellos no veían a un extratrerrestre sino a un niño
perdido, y para colmo, botado en otro planeta.
Al respecto Bruno
Bethelheim en su “Psicoanálisis de los cuentos de hadas” aconseja: “Muchos
padres están convencidos de que los niños deberían presenciar tan sólo la realidad
consciente o las imágenes agradables y que colman sus deseos, es decir, deberían
conocer únicamente el lado bueno de las cosas. Pero este mundo de una sola cara
nutre a la mente de modo unilateral, pues la vida real no siempre es agradable”
De manera que Spielberg
abandona a su personaje en un planeta donde es una mente suprema comparada con
nosotros. Es inteligente, pero está solo. Como Hansel y Gretel a quienes los padres botan a la espesura del
bosque. E.T no se encuentra una casa de chocolate con una bruja adentro, pero
si un camino de chocolate que lo guiará hasta la casa de su amigo terrícola solitario.
Los antagonistas o malos de la película son, los adultos en general, y la
policía en particular.
Spielberg mismo confesaría
que el punto de partida del guion fue el trauma de la separación de sus padres.
De manera que Sloves y Bethelheim dieron en el clavo.
La dupla Spielberg-Matheson firmaba un guion perfecto porque además tenían la mano caliente pues venían de firmar el guion de “Cazadores del arca perdida”, la mejor de la saga Indiana.
Con E.T, nos entregó una
película que sabía sacar jugo de nuestros miedos, nos advertía de un mundo
adulto traicionero y del valor de la amistad. 40 años después el cabezón permanece
fresco como la capilla sixtina ( a la que homenajea mediante aquel contacto
icónico)
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