“El cine de tesis resume todos los géneros”
Aunque
un viejo poeta decía que “todo encuentro casual es una cita”, nos
topamos con el cineasta Fernando “Pino” Solanas, en La Habana, de sopetón,
aprovechando su visita a la tierra de Maceo y de Martí. El evento cerraba con
broche una semana de estrenos polémicos. La maratón la inició “Fahrenheit
9/11” , siguió con “El diario de la motocicleta” de Walter Salles y
cerró con “Memoria del saqueo” de Solanas.
Con
una vitalidad asombrosa, luego de sobrevivir a un atentado de seis tiros,
Solanas se refirió a su película como una denuncia a la mafiocracia que gobernó
a Argentina en los últimos 15 años.
Como
en teatro Charles Chaplin estaba tan lleno de célebres padres del cine
latinoamericano, mejor plantearle una cita al maestro. Nos citó a la hora de
los hornos del día siguiente. Pero no hubo calor, cayó una tormenta que
presagiaba la llegada de un nuevo huracán.
“La hora de los hornos” no fue mi primera
película. Hice “La mirada de los otros”
en Francia. Yo nunca he abandonado el documental. En el cine, el documental es
una gran escuela. Hay temas que es mejor hacerlos partiendo de los personajes reales.
Aunque si analizamos “Memoria del saqueo”
no es tan documental. Hay secuencias que son ficcionadas.
El
problema es que hay que reafirmar la necesidad de encontrar salidas nosotros.
Ellos son fuertes porque nosotros somos unos idiotas. Somos desunidos. Es
aceptable que la gente se muera de hambre siendo tan ricos nuestros países? Que
no se respeten los derechos sociales
como el derecho a la tierra, la educación, al trabajo, a la cultura. Eso no es
aceptable. Esta en la carta de las
Naciones Unidas y en el Pacto de San José de Costa Rica: que todos nuestros
países los han reconocido. Entonces yo veo esta realidad. Que nuestras riquezas
nos pertenezcan a nosotros y no a las corporaciones extranjeras. Acabar con un
sistema de injusticias. Y lograr que nos unamos todos en una confederación de
naciones donde cada en su casa tenga sus propias leyes, pero respetaremos una
ley superior que es la de la dignidad de esa Confederación como lo ha hecho
Europa. América Latina puede autoabastecerse, no necesita nada del resto del
mundo. Le sobra energía, le sobra agua, le sobra Uranio. El continente que más
caudal de agua tiene. Le sobran los minerales. Tiene reservas de hierro,
níquel.... Y tenemos un gran desarrollo artístico, intelectual y técnico. A. L
produce aviones, jets, satélites, tecnología nuclear propia...
-
Se siente en el montaje rabia e
indignación.....
En
la Argentina, al fin del 86 volvimos a la democracia. Han pasado 20 años a 40
largometrajes por año son 800. Y solamente el 1% o quizás menos. 8 o 10 películas
trataron el tema de la dictadura. Es una negación absoluta. Por supuesto, los
temas dolorosos cuestan mucho asumirlos. Muchas veces ante una tragedia uno no
puede hablar. Y con una sociedad donde todavía los familiares de los
desaparecidos no han obtenido la información. En que circunstancias y donde
tiraron el cadáver de tu hijo? Imagínense la cantidad de miedo que hay. Durante
estos 15 últimos años que yo llamo el “periodo mafioso” se hicieron unos 600
largometrajes en Argentina. No hay 3 o 4 sobre la corrupción y sobre la denuncia
de las atrocidades que se hicieron con los derechos sociales humanos y con el
patrimonio. El robo. Todo eso significa que la mayoría de la gente, incluyendo
a la gente intelectual y académica, era
conciente que Menem era un ladrón, un canalla y un padrino mafioso. Uno ve que
la mayor parte de los directores de cine se ubican en el arco, digamos, del
progresismo: al centro izquierda o a la izquierda. En sus círculos
intelectuales pueden posar, pero en sus películas no se ve nada. Una gran parte
de mi generación quedo quebrada o fuera de juego. Y los jóvenes de la nueva generación,
que ahora tienen 40 años que vivieron? Después viene el postmodernismo donde
todo se perdió.
¿Es
este ensayo histórico, Memoria del saqueo, una manera de decirles a los
intelectuales del mundo cuál es el rol que les correspondería desempeñar en
estos momentos?
Es
peligroso decir hay que hacer esto o lo otro. El que tiene necesidad de
escribir un poema, o de cantar porque el amor invade su vida en ese momento o
porque su niño se le ha muerto, debe hacerlo y ya. Las necesidades del artista
son múltiples. Uno se fue al exilio, por muy diversas razones, partió. Yo
respeto mucho lo que pasa en las circunstancias de cada persona lo cual no
quiere decir que justifique que le dé la espalda a la realidad, o que esa
persona no se comprometa de una u otra manera contra el horror. Los mecanismos
que el artista crea son muy complejos y misteriosos.
En
el caso del cine y de una película como Memoria del saqueo se juntan la
reflexión, la conciencia política y ciudadana o humana al nivel del
pensamiento.
Hay
que comprometerse. No ser un panfletario, esta es una actitud repudiable. Si
uno se encuentra en la calle a un hombre maltratando a un niño o una mujer, uno
se involucra. Ante la tragedia de mi país con 35 y 40 mil muertos al año por
desnutrición y enfermedades curables, qué menos puede hacer un artista.
El
director de cine es un artista con una formación muy amplia que no puede
ignorar lo que pasa en la realidad. Yo podría ser restaurador y trabajar en una
capilla perdida en medio del campo, pero el director de cine maneja mucha
información, un medio de comunicación de masas, no puede ser un imbécil, ni
hacerse el distraído frente a la realidad. El que trabaja y se expresa con un medio
de comunicación de masas asume de hecho toda la información y todo el saber de
la comunicación de masas; si no lo ejerce, es un ser despreciable y debe ser
criticado.
Aquel
que opera con un medio de comunicación masivo, no puede ser ingenuo, tiene un
arma extraordinaria y debe asumirlo con la mayor ética y responsabilidad.
Si
uno repasa la cinematografía norteamericana, encuentra una antología de
monstruosidades: la lucha del mal y del bien... y pensar que a generaciones de
niños le han educado viendo estos seres agresivos. La idea del malvado y su
contracara, el justiciero, entrena la gran cultura de masas norteamericana que
es bochornosa, es una cloaca de valores inmorales y destructivos. Ese pueblo
sometido al terror desde pequeño no puede leer la realidad de otra manera que
no sea la que le enseñaron los medios. Es una saga extraordinaria del terror,
la inmoralidad, la imbecilización del espectador y de categorías
estéticas y dramáticas muy elementales. La mayor parte del cine norteamericano
cabalga sobre la estructura del suspenso, la trama que deja fuera la realidad,
que es generalmente la vida; todo esto se cierra con una suerte de película
fantástica de ciencia ficción que es otra antología del horror, la corrupción,
gran cloaca institucional que es la política norteamericana.
.
En Memorias…
hay coincidencias con la documentalística cubana, y el modo de hacer
cine que nos legó Santiago Álvarez…
Santiago Álvarez fue el gran maestro de la documentalística latinoamericana.
Antes de hacer La hora de los hornos, difundía clandestinamente sus
películas, las de Fernando Birri y otros. Santiago Álvarez representa al
documental militante. NOW es el ejemplo, fue de un gran impacto.
Lo que hizo desde el Noticiero ICAIC fue extraordinario, abrió cauces. Todo
ello se expresa en mi obra, en La hora de los hornos y por supuesto en Memoria
del saqueo. Su influencia del cine mudo soviético está también en estos
documentales o ensayos históricos como prefiero llamar.
El
documental no solo denuncia lo que sucedió en Argentina, el saqueo de un país,
sino que desmonta el modelo neoliberal, lo pone al desnudo. ¿Cómo
definiría a Argentina, antes y después de "El
cacerolazo"?
La
Argentina de Menem y de De la Rúa es la que puede verse en Memoria del
saqueo. Fue una gran estafa. Fue la Argentina del cinismo y la hipocresía,
del saqueo y la ignominia que terminó en un genocidio social, aceptando como
normal que la gente se muriera de hambre en un país donde sobra el grano.
Se nos prometió un gran desarrollo, progreso para todos; los medios hicieron
creer al país muchas mentiras; además silenciaron el saqueo, el
robo y la mafiocracia.
Después
del cacerolazo, la gente ya no se equivoca sobre quién es su enemigo, aquello
dejó el sedimento de una desconfianza total. Volver a creer, lograr la
confianza, la esperanza, lleva su tiempo.
Ha
afirmado que su lucha es justamente contra la cultura de la derrota. ¿Cuál ha
sido el papel de los medios en la formación de esa cultura?
Los
pueblos no tienen muchas alternativas para cambiar la realidad, no tienen el
capital, las riquezas del país no les pertenecen, no tienen el poder político,
ni el poder de las armas; el único poder es su conciencia como energía
movilizadora para unirse, organizarse y transformar la realidad. La realidad
puede ser transformada. Nosotros vivimos una época de resignación y derrota; el
postmodernismo y el neoliberalismo nos inculcaron que no era posible otro
camino. Todo ello a través de los medios de comunicación de masas, la verdadera
brigada de choque, el bombardeo incesante de ese ejército de comunicadores,
periodistas, empresarios, que desde los programas o los noticieros nos
enseñaron el camino de la explotación salvaje de los unos contra los otros, o
de la servidumbre frente al imperialismo dominante y de desprecio por los
valores nacionales; desprecio por la historia, la memoria… Esa
porquería inculcó la idea ―muy ligado por supuesto con el consenso de
Washington, la caída del muro de Berlín, el vacío, el fin de la historia, el
fin de las ideologías―, que no había otro camino posible que no fuera sumarse a
ese tren, a ese proyecto, inculcaron el sentimiento de que no era posible el
cambio. Todo fracasó. La única posibilidad que teníamos de salvarnos era
acomodarnos a la nueva situación, y ahí mismo se nos dio el caso patético de
mucha gente que tuvo actitudes éticas de resistencia, militancias heroicas
inclusive que terminaron sirviendo como funcionarios de los proyectos más
canallas.
Pero
el rasgo distintivo de esta época del neoliberalismo es haber permitido
el triunfo circunstancial de su modelo, es haber convencido a buena parte
de nuestros sectores medios que no era viable otro modelo, como el de la utopía
de un mundo justo donde se respeten los derechos y donde la gente pueda
hacer ejercicio soberano de su individualidad, de su valor; nos sembraron el
sentimiento de la derrota.
En
Argentina, desde que llegó la democracia, el voto fue siempre traicionado y
robado al votante. La gente terminó por no interesarle votar. Esa es la consecuencia
del descrédito y la desconfianza, el escepticismo ante el hecho de creer que va
a cambiar la sociedad porque se vaya a votar, es más, no quieren participar de
esa farsa, hay una cultura de la resignación. El ciudadano no cree que puede
cambiar la realidad, el sentimiento es pesimista.
Esos
factores subjetivos los remarco porque somos víctimas de los medios. Nadie lee
los diarios, en un país donde el salario mínimo es de dos dólares por día, y un
diario cuesta 50 centavos, igual que un litro de leche o un kilo de pan. La
gente se informa a través de la radio, la televisión donde la batalla cultural
y mediática es esencial para la democratización de nuestras sociedades. Vivimos
en sociedades mediáticas donde la represión mayor, no es el policía, sino los
medios.
Soy
de los que cree que tenemos todo para transformar y dar un vuelco a América
Latina. Todavía no hemos realizado el proyecto inconcluso de Bolívar, San
Martín, Sucre, Martí que es la gran patria latinoamericana. Todavía tenemos esa
deuda, tenemos que lograr la unidad del continente del Caribe a la Patagonia y
terminar con esta hegemonía norteamericana.
Estamos
lejos de creer que el imperio está en expansión y avance, está en un retroceso
espantoso. Lo hemos visto en la guerra de Iraq. EE.UU. no ha vencido, han caído
en su propia trampa, no pueden salir ni de los cuarteles, no saben cómo regresar,
pensaban que iban a financiar la guerra con el petróleo y les han incendiado
todos los pozos, el costo político que han pagado es descomunal. Es una derrota
espectacular para una guerra colonial de rapiña que termina aceleradamente, son
los últimos estertores del imperio. La democracia norteamericana y sus
instituciones pasan por su peor momento, basta ver la película de Michael
Moore (Fahrenheit 9/11), las quiebras fraudulentas de dos de las diez
principales corporaciones del mundo: la Enron y el otro gigante mediático, eso
no se puede hacer sin la complicidad de la fiscalía y las instituciones
judiciales de EE.UU. Están en retroceso.
América
Latina tiene condiciones para ser una comunidad unida e independiente del resto
del mundo, porque cuenta con todas las materias primas y los alimentos para
autoabastecerse ―inclusive para exportar―, tienen materia gris, tecnología de
punta, una gran creatividad, un pueblo hermosísimo, una identidad, esa
identidad que está en el carácter latinoamericano.
El
cambio se tiene que dar a favor de los pueblos, y a favor de los pueblos es lo
que llamamos la izquierda, los que luchamos por una sociedad justa,
democrática. Hay que reconstruir una cultura de la victoria, con caminos
alternativos y superiores, los del protagonismo de los pueblos. No queda otra salida
que la integración del continente, apoyarnos como hermanos. América Latina
tiene muchas asignaturas pendientes. Necesitamos grupos mediáticos, construir
redes alternativas de comunicación, de información que estén en manos de los
pueblos y no en manos del enemigo como sucede habitualmente.
Tenemos
que crear un canal informativo cultural de televisión que sea la expresión y la
imagen latinoamericana donde se rescate la memoria, los acontecimientos
históricos, los valores culturales, científicos, que dé un espacio al
documental. Hoy no hay un documental latinoamericano en la televisión. Este
canal de información objetiva, plural de lo que pasa en el continente debe ser
faro de referencia para el resto del mundo. En lugar de ver CNN que pueda verse
el canal latinoamericano. Todo eso se puede hacer, porque existen el talento,
la capacidad, los medios técnicos, el satélite, pero no hay voluntad política.
A
diferencia de lo que nos hicieron creer, pienso que estamos viviendo una época
preciosa, como nunca antes se ha dado la coincidencia de varios gobiernos de
espíritu y proyección progresista que ayudarán a impulsar mucho más el
continente. Creo que los tiempos marchan a favor nuestro
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