lunes, 23 de septiembre de 2019

80 AÑOS SIN FREUD: EL SUEÑO DEL CINE


El cine y el psicoanálisis son hermanos. El primero nació en 1895 y el otro en 1900. Ambos se abrieron paso en un mundo difícil. El cine llegó cuando se pensaba que ya existían la totalidad de las artes. La revolución industrial trajo la clase obrera y también trajo la diversión barata para la clase obrera. Por coincidencias del destino, una de las primeras películas que se filman es “Obreros saliendo de la fábrica”. El psicoanálisis se abría paso a codazos en medio de la mirada desconfiada de la física, entonces la reina de las ciencias.
El crecimiento de los hermanos fue paralelo. Y en algún momento se encontrarían. Porque ambos dependen de los sueños. O mejor, ambos están hechos del mismo material de los sueños, para acudir al viejo Shakespeare.
Es curioso que uno de los primeros en buscar a Freud no fuera director, ni guionista sino el productor de productores Samuel Goldwyn. Recordemos que este calvo de la Metro-Goldwyn-Mayer (MGM) mantenía loco buscando argumentos. “Tráiganme clichés nuevos”- gritaba a sus guionistas. Freud no lo atendió. Era un momento en que el cine apenas balbuceaba, no era tomado en serio.

II
Es una lástima que a Freud no le alcanzara la vida para ver “ Un Perro Andaluz”, por ejemplo, donde se condensa gran parte de su mundo. Los surrealistas tomaron al psicoanálisis como una de sus banderas. Sentían que “La interpretación de los sueños” prácticamente estaba escrito para ellos.
El gordo Hitchcock, ya establecido en Hollywood, se convirtió en un fans del psicoanálisis y no dudó en rodar “Spellbound” con Ingrid Bergman y Gregory Peck , nada menos.  Convertido en el primer thriller psicoanalítico de la historia del cine, Spellbound exploraba la relación paciente- terapeuta y sirvió, de paso, para que el joven Salvador Dalí diseñara los sueños y uno de los besos mas bellos que se han visto.
Luego sería JP Sartre, sin haber nunca escrito un guion, el que le metiera muela a la historia de “Freud: pasiones secretas”. Estando en el cine club de la Universidad, Estanislao Zuleta se ofreció a dirigir el foro después de la proyección. Llegó con el guion original en francés y fue traduciendo algunas partes que escribió Sartre pero que eran imposibles de filmar, párrafos filosóficos a la altura de “Guerra y Paz” de Tolstoi.  El guion cayó en las manos de John Huston que se sorprendió de la calidad literaria, aunque cuestionó la duración que tendría la película y la cantidad de mutilaciones que habría que hacerle. Era un mamotreto de 3000 páginas que había que condensarlo. Huston desechó el 80% y se concentró en Freud joven, treintón, temeroso de su propia existencia. La película se encuentra en un terreno donde Huston se movía como pez en el agua: la duda, la posibilidad el fracaso. A pesar de ser una excelente película,  Sartre abominó de ella cuando la vio y pidió ser sacado de los créditos.

Desde entonces muchos directores han acudido al psicoanálisis como pretexto dramático. Woody Allen tiene varios apuntes mordaces: “ El psicoanalista me pidió que te dejara, pero estas tan bella que mejor dejo a mí psicoanalista” . Precisamente el guionista de “Annie Hall”, Marshall Brickman ha realizado una de las mejores apariciones de Freud. En “ Lovesick” , el psicoanalista interpretado por Dudley Moore se enamora de la histérica y hermosa paciente Elizabeth McGovern. De ahí se va a los profundos infiernos de la ética y en cada secuencia se le aparece Freud como un espanto, interpretado por Alec Guinness.
Se puede decir que varios directores contemporáneos se encuentran en la línea psicoanalítica: De Bertolucci a Polanski, de Cronenberg a Moretti .
Para finalizar, existe una rareza filmada por Herbert Ross “Elemental mi querido Freud” . Es un encuentro ficticio entre dos investigadores, un mano a mano de  dos maniáticos del detalle. Y esperemos que la serie que anuncia Netflix para este año, se encuentre a la altura.

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