MI PARTICULAR MATCH SPASSKY- FISCHER
En aquel barrio
de casas de madera el ajedrez era un exotismo. Apenas juegan dos? Sentados?
Moviendo fichas? En la barriada pobre, el niño que no jugara futbol se
encontraba bajo sospecha. El ajedrez o cualquier cosa que se le pareciera, era
una cosa para debiluchos, desadaptados y cabezones.
Mi padre era un
comunista disciplinado de manera que en casa solo había aplausos para los osos siberianos. A los
soviéticos se les perdonaba todo. Los crímenes de Stalin eran inventos de la
prensa aliada y los Gulags eran delirios de escritores sin oficio.
En esas
circunstancias, Fischer se convirtió en mi primer ídolo de carne y hueso. El
club de fans se reducía a tres miembros en aquella escuelita pública (Holguín, Loaiza y yo). A mí me tocaba más duro porque lo
admiraba en silencio. Confesarlo públicamente
me habría llevado a la hoguera.
En un mundo en
blanco y negro donde la televisión se proyectaba en sombras chinescas y los
periódicos circulaban en el centro de la ciudad, solo quedaba la radio como
aliada de las noticias. El gran Bobby perdió en el debut y no se presentó a la
segunda. Mi padre aplaudía, yo lloraba.
Que le pasaba a mi héroe? Se le había fundido la sesera al quijote yanqui?
Todo el mundo
especulaba. Pero lo lindo de la historia es que por primera vez un ajedrecista
era noticia de primera plana, en un mundo dominado por boxeadores y futbolistas.
Que Bobby se
enloqueció, que los rusos le mandaron radiaciones,
que un mentalista espía le había enviado una especie de mal de ojo para
perturbarlo. En la guerra fría todo era
posible.
- “Los rusos son la suprema inteligencia-
decía el director del Partido Comunista del barrio - mire
nomás como derrotaron a Hitler y como llegaron a la luna”
Nosotros desconcertados:
Y el hombre nuclear? Y los protagonistas de la serie “dimensión
desconocida”? No pueden hacer nada?
Rescatar a Bobby de las garras comunistas?.
Fischer se ganó la chapa de avaro porque pidió
que se aumentara la bolsa. La radio avisó que un ricachón británico había
generosamente donado el resto de la plata. “Si
ven?- volvió a anotar el jefe del Partido- Spassky juega por amor a la patria, al gringo solo le interesa el billete”
Finalmente el
premio quedó en 250.000 dólares, una bicoca si la comparamos con los 2.5
millones de dólares de la pelea Ali-Frazier . Las noticias no eran alentadoras,
pero cuando se reanudó el juego y la radio informó que el ruso se había puesto
de pie para aplaudir la combinación genial del gringo, nosotros entramos en
delirio. Los comunistas no lo tomaron como un gesto de caballeros sino como una
afrenta:
- - Para
el camión y a Siberia , con ese payaso!!! - Gritó el jefe del Partido.
Fischer
había inaugurado la era viral. Lo había logrado sin ser rock star, ni
guerrillo, ni futbolista, ni milico. Solo contra el mundo y no es una exageración:
solo contra el imperio ruso, solo contra los judíos (siendo él mismo semita),
solo contra la Federación de Ajedrez, solo contra sí mismo.
1 comentario:
Brutal, el demostrar que lo importante era lo que él pensó y honró al aplaudir. El ajedrez no es precisamente para débiles, es para quienes en realidad usan la cabeza y logran ver más allá de la nariz
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