miércoles, 17 de enero de 2024

BUSCANDO A AURELIO ARTURO ( Diario de viaje )

 

Hoy, rumbo a la tierra de mis padres, La Unión Nariño. La primera vez que fui a los 5 años, desconocía lo que era un bosque primario. Conocimos el paraíso: nada más estirar la mano y tenías todo tipo de frutas. La leche sacada directamente de la señora vaca, con nata espesa. Mi hermano y yo parecíamos Rómulo y Remo agarrados de Paquita, la vaca entrañable de mi tía Rita.

Vino un rebote de estómago, producido por las combinaciones letales que sucedieron en esa ansiedad de comer todo a la vez. Es el caso inverso de Tarzàn: nosotros llegábamos de la ciudad a la espesura de la vegetación nariñense.

La molienda era caso aparte. Darle vuelta al caballo, meter la caña al engranaje, el guarapo que va saliendo y de ahí, para la paila de cobre, una especie de paellera gigante. Una vez en la paellera, a la temperatura del infierno, hervía hasta ser vaciado en los moldes y ya está la panela. Ese viaje iniciático nos enseñó que la leche no viene de la nevera de la tienda, que la panela no la pone una gallina Godzilla.

Descubrimos el proceso que teníamos en la ciudad, a la mano en un supermercado pero, que acá, mis tíos de ruana y alpargata, lo hacían posible y a la vista.

Mi padre siempre hablaba de Aurelio Arturo. Se sabía algunos de sus poemas y si mi hermano y yo los memorizábamos, teníamos nuestro premio.  Cuando los recitábamos en un acto público, el viejo entraba en un orgullo supremo.

Por eso, mientras viajo, leo  MORADA AL SUR y es exactamente las sensaciones de mi niñez en La Unión.

MORADA AL SUR

I

En las noches mestizas que subían de la hierba,

jóvenes caballos, sombras curvas, brillantes,

estremecían la tierra con su casco de bronce.

Negras estrellas sonreían en la sombra con dientes de oro.

Después, de entre grandes hojas, salía lento el mundo.

La ancha tierra siempre cubierta con pieles de soles.

(Reyes habían ardido, reinas blancas, blandas,

sepultadas dentro de árboles gemían aún en la espesura).

Miraba el paisaje, sus ojos verdes, cándidos.

Una vaca sola, llena de grandes manchas,

revolcada en la noche de luna, cuando la luna sesga,

es como el pájaro toche en la rama, “llamita”, “manzana

de miel”.

Aquí el cortometraje de nuestro viaje al sur, buscando al poeta.

https://www.youtube.com/watch?v=heTTZZO6dlI



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ivan lopez coordinador poesia al viento, gracias viejo Jose por compartir esa maravillosa pieza poética sureña,abrazos

Ventana Indiscreta dijo...

Gracias Ivàn , por la buena energia. Un abrazo y que el 2024 estè lleno de poesia