Es inevitable pensar en Rodrigo Garcia Barcha como el hijo de nuestro de nobel de literatura. Lo veo en el pendón gigante de la biblioteca departamental donde figuran los invitados estelares al evento “Oiga, Mire, lea”. ¿Viene presencial o por zoom? Por ahora es un enigma.
Rodrigo es una figura que siempre mantuvo bajo perfil. Estudió Historia medieval y luego cine en la prestigiosa AFI de Los Ángeles. A pesar de los galones, se propuso iniciar desde abajo.
El director mexicano Carlos Garcìa Agraz contó en un Festival que
lo vio llegar a su rodaje como asistente de electricidad. Rodrigo nunca se
presentó como el hijo de Gabo y, por el acento mexicano, Carlos pensó que era
uno de los tantos compatriotas suyos de apellido García. Luego ascendió a
electricista, luego fue asistente de cámara hasta que María Novaro lo graduó de
director de fotografía. Recuerden la bellísima “Danzón”
Una vez conquistado el honor, Rodrigo comenzó a calentar la mano dirigiendo nada menos que episodios de “The Sopranos” (una de las series madres de la revolución serial de nuestro tiempo). Hasta que escribió el primer guion de largometraje y lo dirigió. Es una de las mejores operas primas que se han visto. “Cosas que tú te imaginas con sólo mirarlas” con un reparto de lujo que incluía a Cameron Díaz y Glenn Close. Ésta última se convirtió en la actriz fetiche, la clave de sus personajes femeninos.
Rodrigo es un director
de actrices. Lo suyo son los personajes femeninos berracos. ¿Quizás es un vaso
comunicante con la obra de Gabo? ¿Dónde predominan las mujeres fuertes como
Úrsula y la abuela desalmada?
Pero hasta ahí, porque
si ves atentamente su obra, literariamente está mas cerca de Carver y de
Chejov. Y cinematográficamente, muy pegado a Michael Haneke y Bergman. No en
vano uno de sus gritos de guerra es: “Las escenas cruciales tienen que ser
silenciosas”
Rodrigo es responsable
de una de mis series favoritas: “En Tratamiento”. Tres temporadas. Apenas dos
actores en escena en cada episodio. Solo vemos al terapeuta y al paciente de
turno. Plano, contraplano. Solo diálogos y texto. Nada de Flashback. Los
productores lo adoran porque sus películas o series tienen el presupuesto más
bajo del cine actual.
Por el momento, graba
dos adaptaciones monumentales para Televisión serial: “Santa Evita” y “Cien
años de soledad”. Rodrigo no para.
Los dejo con el monólogo
que le da Mila Kunis a los chicos de secundaria donde los invita a que no sigan
sus pasos:
“Imagino que han oído
hablar de la epidemia de heroína, vale. Pues yo... Yo era una estudiante sobresaliente y no acabé el instituto. Ahora vivo en casa de mi madre, pero la
semana pasada estaba durmiendo en la calle.
No tengo trabajo, ni
ninguna cualificación, ni un solo dólar a mi nombre, y algunos de mis dientes
ni siquiera son míos.
¿Ven a esa señora de ahí
detrás? Es mi madre. Me ha traído aquí porque me retiraron el carnet de
conducir por conducir drogada. Pero, aunque tuviese el carnet, ella no me
dejaría su carro, porque le he robado muchas veces. Dinero, joyas, tarjetas de
crédito. Y me he... degradado por drogas en formas... en formas que es mejor
que no sepan.
Lo único...Lo único que
me importa es drogarme, porque drogarme me hace olvidar cómo me he destrozado
la vida
drogándome.
¿Sabes cuántas veces me
he dicho eso mismo? Que no voy a volver a robar para drogarme. Que no voy a
perder la custodia de mis hijos para drogarme. Que no voy a volver a pincharme
en el brazo, que no voy a pincharme en el pecho.
Me he despertado casi
cada mañana estos últimos dos años
y me he dicho que se
acabó, que hoy... que hoy no voy a drogarme. Y una hora después estoy viendo a
mi jibaro
para drogarme. Y caigo
todos los días. Lo siento mucho, mamá.”
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