Entre “El chico” de Chaplin y “Cry Macho” de Clint Eastwood hay exactamente cien años. En esa centuria ha habido de todo: el cine aprendió a hablar, aparecieron los mejores directores de la historia, nació el video, nació internet, los drones, los efectos especiales, nació Mónica Belucci…Sin embargo, la paternidad sigue siendo igual.
- -- Mike,
¿tú crees en Dios?
- --No lo
sé, niño. Yo creo que sí.
-
¿ Eres
católico?
-
No. No
soy católico, niño
-
Qué
lástima por ti, Mike. Incluso si crees en Dios y no eres católico, Dios no cree
en ti.
-
¿Crees
que tenga favoritos o algo parecido?
-
Si
-
No creo
en esas tonterías.
-
"Todos
somos hijos de Dios". ¿O no?
-
Todos
somos hijos de alguien, niño.
El diálogo se da entre el
gringo Mike de 91 años y el mexicano Rafael apenas en la pubertad.
Clint aparece en todos los planos. Se da
golpes con un sicario treintón y lo levanta, tira paso con una mexicana bellísima,
la amaciza en una baldosa, conduce a 150 kilómetros por hora y es capaz de
dormir en el desierto a cielo abierto.
Otra vez, vuelve a la
familia, su tema favorito. Ya en la vejez, el hombre se pregunta si fue buen
padre (tanto en la vida real como en la ficción). Él sabe que en la vida real
no lo fue , por eso trata de ser el mejor abuelo en la ficción.
Alguna vez, Fernando Trueba sentenció: “Te digo una cosa chaval: envejecer es una mierda. Pero tiene una sola ventaja: ya no tienes que rendirle cuentas a nadie” . Y en esas anda el Maestro Clint. Ni siquiera le va a rendir cuentas al Altísimo.
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