El tirano se asusta fácilmente frente al artista
independiente. También le aterra el humor. Algún émulo de Oscar Wilde dijo: “No existe un fanático con sentido del
humor, como tampoco existen humoristas tiranos”. El Presidente Eterno de
Colombia ha revirado porque un documental lo pone en evidencia. ¿Porque le dio
por brincar ahora y no antes, con tanto texto serio y documentado que lo
desnuda ? Porque era la semana del debate a su pupilo. Un debate donde, además,
se encuentran involucrados sus hijos eternos. El hombrecito conoce al dedillo
el cuarto principio de Goebbels : “de la
exageración y desfiguración: Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea,
en amenaza grave”
II
Hoy, que las reposiciones de las películas chaplinescas
andan de gira mundial, es bueno recordar la batalla de “El Gran Dictador”.
Chaplin andaba flotando en las nubes. Venia de cuatro
obras maestras en seguidilla: La quimera del oro (1925), El circo (1928), Luces
de la ciudad ( 1931) y Tiempos modernos (1936). Casi nada.
Cuando iniciaron los rumores del rodaje de una película donde
ridiculizaría a Hitler, el Fürher gozaba de popularidad en todo lado. Para
Hollywood, el mercado alemán era el bastión más importante de Europa y no
pensaban arruinarlo solo porque a Charlie se le ocurría una nueva pilatuna. Al
principio intentaron persuadirlo: No es conveniente, Hitler es solo un loquillo,
no hay que alborotarlo. "Cuando
estaba a mitad del rodaje empecé a recibir alarmantes recados de la United
Artists. Les habían advertido por mediación de la Hays Office que tendría roces
con la censura. Pero yo estaba decidido a continuar, había que reírse de
Hitler"- dice en la autobiografía.
Luego se le emputaron y le bloquearon el dinero. Es por
ello que la producción tardó tanto, porque a Chaplin le tocó torear a todo el
mundo : desde Nazis gringos hasta banqueros. Pero las cosas cambiaron
radicalmente cuando Alemania invadió Polonia en 1939.
Entonces, Hollywood se frota las manos y le pregunta a
Chaplin: Estamos ansiosos por ver tu película,
cuando la estrenas?
III
Chaplin y Hitler fueron dos caras de la misma moneda.
Nacieron el mismo año, el mismo mes y la misma semana. Chaplin era mayor por 4
días. Ambos tuvieron un cuadro familiar desastroso. Charlie vagabundeaba las calles de Londres,
Adolfo recibía azotes de un papá autoritario. Los dos fueron profetas fuera de
su tierra. El primero triunfó en USA , el segundo en Alemania.
En 1914, Chaplin arrancó su carrera con pie derecho
firmando su primer contrato. Era el primer actor en convertirse en estrella en
un arte que apenas balbuceaba. Ese año se iniciaba la primera guerra mundial
con Hitler en el frente de batalla en calidad de soldado raso. Ambos se dejaron
crecer el bigotito centrado, abundante pero corto. El uno para verse mayor, el
otro porque era más cómodo para ajustarse la máscara antigás.
Chaplin era un actor fascinado por la política, acababa
de realizar “Tiempos Modernos” dejando
claro su pensamiento acerca de los excesos del capitalismo. Hitler era un
político fascinado con el cine, se había apropiado de los estudios alemanes
para realizar propaganda, allí contaba con el talento de la documentalista Leni
Riefenstahl. De hecho, Leni le había dado clases de actuación y oratoria.
Chaplin estrenó su “Gran dictador” en 1940, en un momento
en que Hitler y su compadre Mussolini parecían invencibles. Fue el estreno más
esperado del año, el suceso cinematográfico. Incluso Hitler la prohibió en
Alemania, no sin antes verla en su teatro privado. Le encantaba la escena de las sillas donde él
y Mussolini compiten por la supremacía en altura.
La historia se ha
encargado de colocar los bigotes en su sitio: el de Chaplin es sinónimo de
comedia, carcajada, ternura. El de Hitler representa la tragedia, las lágrimas
y la farsa de un gobernante sanguinario.
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