Ver Oscuro Animal
con el corazón arrugado no fue fácil. Yo ya estaba llorando sin siquiera haber
empezado la película. Nunca me había angustiado tanto aquella frase Borgiana ( “Todo encuentro casual es una cita”.) Me
habría gustado verla con un triunfo rotundo del Sí en el Plebiscito, un Sí esperanzador
que nos sacara de la edad Media y nos ubicara como un país medianamente
civilizado. Pero triunfó el animal oscuro.
Tres historias, tres mujeres frente a un Oscuro Animal. Los hombres hacen la
guerra y las mujeres la padecen. Colombia, país de regiones, donde todos
aprendimos geografía gracias a las masacres. Cada personaje femenino
representa, además, un hábitat. Esa biodiversidad de la que tanto nos ufanamos
acá no es más que un teatro, un circo del horror. Porque en Oscuro Animal la cascada ensoñadora
solo sirve para lavar la sangre, el lago cristalino se emplea para limpiar
pistolas.
Felipe Guerrero no analiza las causas, va directo a las
consecuencias. El silencio de los personajes crea la tensión que usualmente se
le asigna a los diálogos y a la música. Nadie habla porque la guerra es muda. O
tartamuda según las metralletas. No hay razones, no hay palabras. Es la ley del
más fuerte y, por supuesto del más oscuro.
Guerrero además muestra uniformes muy uniformes. Lo mismo
da un grupo que otro llámese Paramilitares, Guerrilla o Ejército. Los tres
practican la guerra de baja intensidad. El honor solo queda para las películas japonesas
o el western. La humillación y el dolor se encuentran reservados para éstas
mujeres que huyen hacia ningún lado.
PD: Me sorprende la luz de la película pues ha ganado
sendos premios por la calidad fotográfica. No sé si es problema de la proyección,
pero la vi en la misma sala de siempre. La vi demasiado oscura. Si esa era la
intención me parece que perdió vigor y también
espectadores (ingresamos a la función 11 personas y abandonaron 5). El cine
comercial nos ha vuelto de ojo exigente. Es quizás lo único que le debemos al
cine comercial pero es un buen aporte. Y, sabemos que la oscuridad
cinematográfica no es igual a la oscuridad de la vida. Que el ojo exige que la
oscuridad sea “iluminada” al menos
resaltando algunos puntos alternos. Pero ello no le quita lo bailao a Oscuro Animal, una historia potente y
densa. Oscura, triste y realista. Y que, a la luz de los acontecimientos de hoy,
resulta premonitoria.
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