Esquina de la Carrera 40 Calle 16 del Barrio El Guabal tal como se ve hoy, 50 años después. |
EL CINE GUABALOSO
Ospina se encontraba de vacaciones, Mayolo siempre andaba en vacaciones. “Oiga, Vea” se había convertido en su segundo proyecto compartido (su primera co-dirección había consistido en incendiar juntos la loma de las tres cruces 10 años atrás).
Llegaron a la caseta comunal ubicada en la esquina de la Calle 14 con Carrera 39. Llevaban una cámara Bolex 16 m.m -de cuerda- y grabadora Nagra con sincronización deficiente. Mayolo, que era más entrador, preguntó por una familia que fuera numerosa, que botara corriente y que le diera duro al gobierno. “Y eso, como para que sería”?- le preguntaron.
- Estamos haciendo una película- contestó orgulloso-, es para entrevistarlos.
La señora los mandó directo, tres cuadras mas abajo, a la esquina de la calle 16 con carrera 40. Era la casa más fea del barrio, rodeada por una cerca de latas de guadua y forrada en esterilla. La puerta principal, tipo garaje doble, había sido construida con tinas de petróleo despachurradas, al estilo de las tapas de coca-cola para hacer sonajeros.
El casting no los defraudó: El viejo tenía 55 años, integrante activo del sindicato del Municipio, vigilante de profesión, carné del Partido Comunista. El hijo mayor había estudiado en Santa Librada College y las tres hijas militaban juiciosamente en la Juventud Comunista. Como valor agregado se encontraron en el patio con dos caballos y una mula: durante los fines de semana la familia entera se entregaba al oficio de la carretilla.
- Creímos que filmarían un western- dice Gustavo Grisales, quien tenía 7 años entonces- Esperábamos bala corrida con los caballos y la mula. No se olvide que en esa época los matinales infantiles no eran dibujitos como ahora.
- Los filmadores eran peludos y tenían cara de inteligentes- anota Bertha de Rodríguez fundadora del barrio
- Hoy en día ver una cámara por allí, filmando, es lo mas natural del mundo- afirma Nelson Palta- pero en el año 71 era muy extraño. Los tipos parecían caídos de otro planeta.
Entrevistaron, filmaron y se fueron con rumbo desconocido. Al año siguiente, en Agosto mismo, volvieron sonrientes. Traían dos carretes de 16 m.m bajo el brazo y un proyector Bell & Howell. Una sábana recién lavada sirvió como telón para el estreno mundial del documental “Oiga, Vea”. Lo demás es historia.
1 comentario:
Quién con esta narración no se va a motivar a ver "Oiga vea"? Pa'llá es que voy a alquilarla🤩
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