Hace unos años, trabajaba en
la biblioteca departamental. Los jueves presentaba la película y al final exponía
una lectura personal del film. Sin falta, en primera fila, se atrincheraba un
veterano dispuesto a llevar la contraria y a corregir gazapos.
Me inauguró cuando dije: “ Annaud también dirigió aquel film donde dos
tigres son cazados en África..”
- En África
no hay tigres- interpeló
El hombre llegaba de primero
y su mirada iba al ataque. Era el único que no me saludaba al llegar. Pude investigar que era
jubilado del magisterio y que rondaba la biblioteca desde que la abrían hasta
que la cerraban.
Al principio me irritó su
actitud pero poco a poco lo tomé como un reto de calidad. Entendí que no me
podía poner con ligerezas frente a aquel “defensor
del cinéfilo”. Y eso me obligaba a ser más cuidadoso en los materiales
citados, en las fuentes y en los conceptos. Siempre me contradecía pero una cosa era la contradicción
en una opinión y otra en una imprecisión imperdonable como la de los tigres africanos.
Cuando estrené mi documental
sobre Gabo se abrió la discusión sobre los caprichos del Premio Nobel. Opiné que
ese premio es tan relativo que se lo habían negado a Borges:
- Sé de buena
fuente- reviró el hombrecito- que la Academia Sueca lo tenía
en alta estima, pero finalmente lo vetaron por motivos políticos. Borges no es más que la excepción a la
regla.
Con el tiempo le cogí cariño
y le agradecí que estuviera allí atento a cualquier desliz de mi
parte. Siempre comprobaba cualquier cita y llevaba, incluso, la fotocopia del
libro por si las moscas. Así, me fui llenando de hojas sueltas que iba guardando
en un folder cuyo título era “documentos para evitar interpelaciones innecesarias
del cucho”.
Hasta que faltó un día y temí lo peor. Faltó
al siguiente y sentí un vacío: me había quedado sin interlocutor. Desesperado pregunté
en portería, revisé las cámaras de seguridad. Nadie daba razón.
Un mes después me trajeron
la noticia fatal: estaba haciendo exactamente lo mismo en el Centro Cultural
Comfenalco.
“Miserable - pensé al caer
derrumbado – se fue a amargarle la vida a otro.”