Robar en Cali es tan fácil que la última modalidad
parece inventada por tontos. Cuatro amigos se unen y comienzan a recorrer las
calles de un barrio (no aplica para Unidades Residenciales o condominios). Dos
de ellos van armados, casi siempre con pistolas de juguete. Aclarando que
existe en la ciudad un mercado de alquiler de armas tipo rent-a-car. No estamos hablando del matoncito de favela, estos chicos son de clase
media para arriba y roban para sentir la adrenalina, para vivir su propio reality o para invitar a la novia a un
restaurante play.
Una variante es incluir en la banda a algún fulano con
experiencia, que haya pagado cana en la correccional de menores. Escogen el
barrio y comienzan a recorrerlo. Todos con cachucha o el clásico chaquetín con
caperuza. Por lo menos tres llevan maletín de camping a la espalda. Los días preferidos
son viernes y sábado en la noche. Saben que los caleños tienen la costumbre de
tomarse un trago en la puerta de la casa, saben que el novio joven hace visita
en la entrada. Allí se elige la presa y el momento. Una puerta abierta es signo
de dinero.
Todo el mundo al suelo, boca abajo. Son bien hablados,
piel bronceada y ropa de marca. Atrás quedó el cliché del parcero con pantalón
de pretina caída. Atrás quedó el grito de “gonorrea”
de las películas de Víctor Gaviria. Se saben de memoria “Pulp Fiction” y
recitan como Tim Roth: “Un asalto no
tiene porqué ser un evento desagradable”.
El cuento es que vienen por la droga. “No se preocupen, El Patrón nos ha enviado
por el atado y el dinero y nos vamos, a
ustedes nada les pasará”. La gente
en el suelo se relaja y piensa que se equivocaron de casa, y que, al darse
cuenta del error, se marcharán con su
cachucha a otra parte.
No les interesan los artefactos grandes. Se apoderan de
lo más ligero: celulares, computadores portátiles, joyas y dinero en efectivo.
Los ladrones van siempre tres pasos más adelante que los alcaldes. Muchas de
estas banditas viajan a pie porque saben que la capacidad de reacción de la policía
es nula. Por más que aumenten el pie de fuerza, por más que militaricen la
ciudad, ellos saben que se mueve con mayor velocidad Sandra Bullock en “Gravity” que los patrulleros.
El asaltado sale
a tocar la puerta al vecino, a pedirle el favor que llame a un embeleco llamado
“cuadrante” (línea de celular de
emergencia ciudadana) . Al rato dos patrulleros justifican la demora: “Nos agarró el trancón, nos dieron mal la
dirección…”
La tarea del policía es regañar al parroquiano. “Quién los manda a dejar la puerta abierta, los novios deben hacer
visita en la sala..”
Finalmente te envían a registrar la denuncia. Entonces,
como último recurso, el asaltado llega gritando con voz jadeante: “El dibujante, por favor, el dibujante”
El comisario lo mira aterrado: “Dibujante para retrato hablado?..Uhmmm señor. No vea tanta televisión.
Eso solo sucede en C.S.I, acá
estamos en Colombia”
…………………………………….
(*)
Funny Games (1997) es una película austríaca rodada por el siempre genial
Michael Haneke. Trata sobre una banda de apartamenteros que ingresa a una casa
a robar pero, poco a poco, van aflorando las más diversas perversiones hacia
los miembros de la familia asaltada.
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