Cuando conocí a Chucho Mosquera con la guitarra pequeña al hombro, le disparé: ¿“Bandolero”? Elmaestro se compadeció de mi ignorancia musical y me corrigió: “Tiple, mijo, tiple”. Eso sucedió en el tiempo en que Chucho se integró a la familia. Tocaba su tiple, improvisaba, tiraba paso en las despedidas de año.
En ese tiempo, nos salió con la novedad del estreno de
una casita propia. ¿Y dónde queda? Allí nomasito, sumercé.
( Para ver el documental en su homenaje vaya a: EL PROFE CHUCHO)
Fuimos en patota , bordeando el rio Pance y agarrando la montaña como quien desafía a Pico e’Loro. Coronar Shivalama ( así la bautizó) implicaba el largo aliento del caminante. Letrina tipo gato, que era toda una novedad ecológica para la época. Puertas abiertas con avisos que decían: “Puede habitar esta casa, pero por favor, déjela como la encontró “.
Chucho no era un ermitaño ni mucho menos. Viajaba en bicicleta hasta el puente de “Árbol de agua” y de allí agarraba a pata, a ritmo de perro de monte. A ritmo de montañero.
Aunque nunca le pregunté por el significado de la casa, me hice a la idea de una palabra compuesta por Shiva (Maestro bondadoso) y Lama (guía espiritual).
Las etiquetas no le importaban porque Chucho se declaraba “Farallonero” y la palabra que más repetía en su vocabulario era “territorio”.
Se apropiaba de los territorios que recorría. En un viaje, llegó a la Sierra Nevada y se encontró un retén de la autoridad ancestral que no lo dejó pasar. Mientras aparecía el chamán encargado, Chucho se puso a tocar una tonada. El vigilante
Kogui se sorprendió:
- ¿Dónde aprendió a tocar eso?
- En el resguardo Nasa
La tonada fue el pasaporte que le permitió pasar sin problema. La música trashumante.
En Miraflores (Guaviare) , aprendió que, en esos pueblos calientes, nunca se mira a un muerto que te encuentras en el camino. Siga derecho que todo el mundo lo está mirando: paras, guerrilla, ejercito, narcos. Descubrió que allá, un desayuno es más caro que en el aeropuerto de Bogotá . Porque el suelo se aprovecha para cultivar amapola y coca.
Se le acercaron dos mujeres hermosas con acento caleño.
Eran las putas del pueblo a las que les pagaban con pasta de coca. Ellas lo hospedaron, pero advirtiéndo que debía cantar pasito por orden de los narcos que patrullaban de noche.
Chucho no se arrugaba para conocer la Colombia profunda.
Agarró trocha y fue a dar hasta Chiribiquete. De donde trajo canciones inéditas que le regalaron las comunidades.
Llegando esa vez a Cali, le contaron que una hermana mía había soñado mi funeral. El hombre me armó tremenda rumba de “despedida” y se apareció a la fiesta vestido de la Parca, con guadaña y tal.
Ya ves, mi querido Chucho, te fuiste primero, a pesar de esa vitalidad asombrosa que tenías. Así son las cosas de la vida y vainas de la muerte, compadrito.
PD: Un dia me dijiste :"Puedo caminar esta trocha con los ojos cerrados". No puede ser que un camino que recorrias incluso de madrugada, te haya traicionado de esa forma. Sobreviviste a la guerrilla, al batallón de alta montaña, a los paracos , a los cazadores furtivos , para venir a caer , asi como asi, en un peñasco en el que jugabas siempre de local.