Por cosas del destino y de la vida, en la misma semana vimos TODOS TUS MUERTOS de Carlos Moreno e IMPUNITY del dúo Lozano-Morris. La primera viene siendo el primer plano de nuestra tragedia y la segunda una especie de plano general. Las dos se enfrentan al problema de “ Qué hacer con un muerto?”. En Antígona de Sófocles, la protagonista quiere sepultar a su hermano a pesar de la prohibición expresa del rey Creonte. Polinices no podrá ser sepultado con honras fúnebres por ser considerado traidor a la patria. Antígona desobedece la orden porque las leyes divinas están por encima de las leyes de los hombres. Creonte monta en cólera…
En IMPUNITY, una campesina le pregunta al temible jefe paramilitar H.H la razón por la cual no se les ha permitido enterrar a sus muertos y le suplica que por lo menos les digan donde están. H.H le contesta: “Nosotros en un principio asesinábamos y dejábamos los cadáveres en el camino pero resulta que se estaban disparando las cifras de asesinatos en el municipio. De manera que tocaba hacer fosas comunes o tirarlos al rio”.
Si en el siglo 19 la reina de las ciencias fue la física y si en el siglo 20 se impuso el psicoanálisis como forma novedosa de ciencia, el siglo 21 tiene a la estadística como la mandamás del poder. Ya el asunto no es de leyes divinas y humanas como en Antígona. Ahora se gobierna con sondeos semanales.
TODOS TUS MUERTOS se inicia con un polvo. El Protagonista (Álvaro Rodríguez) folla como los gallos de pelea que suele criar en su finca. Es decir, es un primer plano que incita a la vida en un pueblo cualquiera de Colombia. La cámara de IMPUNITY , vuela sobre el verde espeso mientras el narrador nos anuncia: "En esta selva no hay Estado. Aquí, hay guerra. Desde siempre. Guerra civil, un conflicto armado interno, amenaza terrorista, lucha ideológica. Los extremos: izquierda, derecha. Los mismos métodos: competencia de crueldad".
Si bien la película de Moreno es una fábula que puede parecer exagerada, IMPUNITY es un documental que a todas luces nos lleva a la exageración. En TODOS SUS MUERTOS, 50 muertos parecen muchos, como que ninguno de nosotros ha visto tantos muertos apilados. Sin embargo en IMPUNITY las cifras adquieren dimensiones surrealistas: 15.000 campesinos destajados con motosierra y cuatro millones de desplazados. Ya lo dicen los asesores de imagen: “Un muerto es una tragedia y mil muertos son una estadística”
El cine de Moreno tiene un fetiche especial con los animales. Son ellos los que presencian nuestra tragedia. Una especie de microcosmos voyerista. El perro, la tijereta, el gallo de pelea conviven en una armonía salvaje. Y nos miran como una especie rara, incomprensible, en medio de los entresijos del poder. En IMPUNITY somos animales sin ningún sentido del equilibrio. No existen leyes divinas ni humanas. La única ley que acatamos es la ley de gravedad.
Pues bien, asistimos a la maduración del cine colombiano. Son dos miradas a la misma barbarie desde dos estilos, géneros y generaciones distintas. De todas maneras uno nunca pierde la esperanza que nos brinda Sófocles: al final de Antígona el coro de ancianos realiza un llamado a la prudencia y al respeto de las leyes divinas.
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