viernes, 20 de junio de 2014

FÚTBOL, HERMANOS LUMIÈRE Y EMOCIÓN AJENA

Fotografías y Textos: Ventana Indiscreta
En la plazoleta de la Alcaldía, son las 10 y 50 de la mañana del jueves 19 de Junio.  Las tribunas desplegadas conforman una reproducción a escala de un estadio de fútbol. Mil doscientas almas mal contadas. Sobresale la mancha amarilla de las camisetas, aunque algunos se pasen de originales con pintas de jugadores famosos. Por allá veo a Messi con el 10 a la espalda, a V. Persie con el 20, a Parolo con el 25.

Además de la propia, los colombianos tienen dos profesiones: técnico de fútbol y presidente de la República.  Hasta la semana pasada se  pontificó sobre la Paz, hoy todos hablan de estrategia y táctica. Todos tienen la fórmula para pasar a la siguiente ronda. Los apostadores, que nunca faltan, se encuentran al borde del ataque de nervios. Incluso, hay quien lanza un grito de lamento:
-      Costa Rica me jodió la Polla!!

Una dama entrada en carnes  vende cerveza al triple y bolsa de agua al doble. Todo vale para celebrar o llorar. Los medios regionales toman posiciones en primer plano. Los camarógrafos, esos grandes voyeristas profesionales, aguantan el dedo en el gatillo. Alardean los fotógrafos:
-      De qué tamaño es tu lente?-  le pregunta un viejo reportero a un jovencito aletoso
-      600 mm-  le contesta el peludo haciendo un gesto viril a la altura de las iguales
-      El mío es el doble del tuyo – contragolpea el cucho y agarra el teleobjetivo a dos manos en posición de mear.
El primer tiempo es de respeto, los Marfileños son rápidos y grandulones. Cada avance colombiano es de exaltación y ahí es donde nosotros nos emocionamos con la emoción ajena.  Debajo de la pantalla solo oímos los comentarios de esa raza extraña conformada por los periodistas deportivos. Filosofan, dicen que predijeron tal jugada como unos Nostradamus de la pelota. Nunca pierden, escasamente empatan. “Lo dijimos, lo advertimos”.
Bajo 36 grados a la sombra, la gente ni se inmuta. Por el contrario, pareciera que los ánimos entraran en armonía con el clima. Brilla por su ausencia la mesura. Se grita, se manotea. Cada vez que se levanta la muchedumbre los reporteros activan el botón rojo.
Se cuenta, como no, con animador, al estilo de los agüelulos setenteros. Es un negro macizo, parecido a Leider Calimenio Preciado. Afila la lengua. Regaña desde el púlpito:
-      A quien no le guste que lo pellizquen o que lo empujen, pues que vuele para su casa, se prepara un arroz con huevo y mira el partido en soledad- haciendo referencia  a dos asistentes que se agarraron a los totazos –, hoy a mí me han acosado cuatro mujeres  y aquí sigo. Toca aguantarse.

II
Hemos venido a grabar sin guión, solo con la frialdad de la cámara que registra. Probablemente terminemos haciendo un paralelo entre las dos profesiones aquellas. Pero no hay claridad. Igual, a nadie le importa que lo miren mirando. A nadie le importa que en medio del Mundial nos hayan clavado el orangután del impuesto a la telefonía celular (para financiar los escenarios deportivos!!!) . Mejor dicho estamos pagando por adelantado la peliculita de hoy.
-      Si así mismo los convocara  la justicia social, ya habríamos puesto en su sitio a los gobernantes ladrones- me dice una amiga socióloga a quien el fútbol le parece el opio del pueblo, la enajenación de los ojos.

James mete el frentazo y es el delirio. Hasta la socióloga  siente una cosita  que le sube y le baja. Como un yo-yo. Mantengo la mano tendida y el pulso firme. Hay lágrimas y viene una nueva explosión con el puntillazo de Quinterito.  Que impuestos ni qué carajo. A gozar dice la masa.


Los últimos minutos son mortales para la glicemia. Silencio. Grabo el tiempo de descuento en plano secuencia, tal como lo habrían hecho los Hermanos Lumière:  plano general, sin estridencia, aguantándole la respiración a la emoción de ajena.